eloriente.net
20 de octubre de 2013
Próxima revancha
Por: Jaime Palau Ranz
A principios de los años ochentas se reunieron en la Ciudad de Oaxaca un grupo de buenos amigos aficionados al beisbol, la intención fue la de formar un equipo que pudiera competir en las ligas locales, cuyo objetivo principal fuera convivir y divertirse, todos eran jóvenes y profesionistas exitosos, asistieron entre otros Eduardo “Lalo” Córdova Brena, Gerardo “Mapache” García, Jesús “Chucho” Torres, Jesús “Chucho” Alcántara, Josué Garcés, Gilberto “Sobuca” Silva, Max Larumbe, Farid Mena y José Manuel “Negrón” Ceballos.
Entre “Lalo” y “Mapache” bautizaron al equipo con el nombre de “Los Uyuyuy”, surgido de un chiste que estaba de moda en esa época, se organizaron y se inscribieron de inmediato.
Rápidamente se convirtió en un equipo muy famoso en toda la liga, llamaba mucho la atención el nombre, los uniformes nuevecitos, los arreos del cátcher y los accesorios complementarios relucientes como eran cascos, guantes, pelotas y bates de aluminio, así que cuando los diarios deportivos locales cubrían la nota de los juegos de la semana los llamaban los trajeados o los elegantes del uyuyuy.
El equipo se hizo muy competitivo, cuando el calendario de juego indicaba acudir a alguna de las poblaciones cercanas donde históricamente se ha jugado la pelota caliente, Tlacolula, Matatlán, Miahuatlán, Etla, Zimatlán, San Sebastián Etla, San José Vistahermosa, etc. era esperado con expectación, primero debido al espectáculo de ver llegar más de 20 camionetas al pueblo con los jugadores y sus seguidores, segundo, para intentar ganarle a ese conjunto de peloteros fornidos y bien alimentados, y tercero, porque al terminar el partido todos se quedaban en el pueblo para hacerles el gasto de consumir alimentos y bebidas en grandes cantidades, algo siempre necesario en comunidades ávidas de ingresos.
Muchos amigos de la edad de ellos y los jóvenes que llegábamos a Oaxaca después de terminar una carrera en otro estado, de inmediato buscábamos como incorporarnos a sus filas, la diversión y el compañerismo estaba garantizado, entre otros de los que portamos con orgullo esa franela fuimos: Carlos Manuel “Kay” Sada, Gabriel Sainz, Alfonso Zorrilla Diego, Hugo Bolaños Cacho, los hermanos Mario y Juan Guzmán Reza (qepd), Octavio Manzano Trovamala, Francisco “Paco Bimbo” Canseco, Francisco “Chino” Franco, Marco Antonio “Sandía” Ceballos, Rubén Utrilla, mi hermano Julio Palau Ranz y su servidor Jaime Palau Ranz entre muchos otros, recuerdo que tenía un empleado con una gran creatividad de nombre Manuel Coronado, a quien le encargué diseñara una botarga con la figura de un pájaro, hizo una estructura de aluminio delgado y la forró de poliuretano y fieltro, quedó estupenda, aunque eso sí, el que la usaba sudaba la gota gorda, era muy calurosa.
Pronto hubo que decidir qué hacer con el equipo pues ya la cantidad de jugadores sobrepasaba el cupo y por supuesto que todos queríamos jugar, la decisión fue dividirlo para formar dos equipos, serían capitaneados por quienes idearon el nombre, todos fuimos pasando a uno u otro bando, ya determinados los conjuntos se jugaron en un volado el derecho de seguir usando el nombre de Uyuyuy, el ganador fue “Mapache”, “Lalo” bautizó al nuevo conjunto como “Los Chintetes”, ese fue mi nuevo club.
Mario Guzmán fue nombrado nuestro entrenador-jugador, afortunadamente participaba en la mesa directiva de la liga, así que siempre teníamos alguna credencial nueva y el sello a la mano, de tal manera que si nos faltaba algún jugador al momento de iniciar el encuentro, echábamos mano de inmediato de alguien de la porra para habilitarlo y no perder por de faul, así es como se adhirió a nosotros Carlos Gordillo “el hombrezote aquel” (qepd), Chiapaneco de nacimiento que nunca faltaba para animar.
Nos enfrentamos en un juego amistoso y en dos ocasiones durante la temporada regular, en todas nos ganó el Uyuyuy, la rivalidad entre ambos equipos creció como la espuma, aunque estábamos inscritos en tercera fuerza, cada club se reforzaba con jugadores de otros equipos que deseaban incorporarse a este gran ambiente, por ejemplo el viejo Eduardo Toral (qepd) que dejó a su equipo “La Bella Época”, Jorge “el pulpo” o Jaime “el chivero” González, también llegaron peloteros de primera fuerza o importados del Istmo que cobraban por jugar cada domingo, como el lanzador Saulo o el receptor “el garrobo”, la cosa era no dejarnos.
El papá del chivero González, era un señor conocido como el paganini, tenía la tiendita donde se vendían cervezas al lado del campo Sonora en San Bartolo Coyotepec, cuando fallaba un ampáyer entraba al quite, era muy gracioso y lleno de ocurrencias, por ejemplo, si había dos corredores en base y se le escapaba la bola al cátcher legando safe ambos a la siguiente base, gritaba: “quietos todos mundos”, al termino del juego preguntaba “quien paganini” para ver quién pagaría las cervezas consumidas y el servicio de ampayeo.
Tanto Chintetes como Uyuyuy calificamos a las postemporada, nos tocaría enfrentarnos en las semifinales, la misión era como hacer para que no llegaran los importados del otro equipo, por ejemplo ellos nos emborracharon la noche anterior a uno de los nuestros, cualquier estrategia era buena, al final la suerte nos sonrió y los eliminamos, llegamos a la gran final, tan ufanos u orondos por el orgullo del triunfo que no nos importó perder la gran final contra los Tigres del Dr. Corres.
Los equipos fueron disueltos, han pasado casi treinta años y seguimos siendo todos amigos, en todo el medio beisbolero se sigue recordando con cariño ese equipo que hizo época en Oaxaca.
Eduardo Córdova se ha dado a la tarea de convocar a todos para realizar un partido de revancha, ha prometido tener a un lado del terreno de juego una ambulancia lista para lo que se ofrezca, los más jóvenes ya llegamos a los cincuentas, así que no es para menos, le felicito por la intención e iniciativa, por supuesto que estaremos presentes, no importa quién gane, será un gran momento de convivencia y amistad, salud.
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Seguiré comentando la próxima semana.
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