eloriente.net

2/junio/2014

Por: Rodolfo Naró

Hay un momento en la vida en el que cine y literatura se cruzan con la vida real, en el que la realidad, al parecer, se vuelve un golpe de ficción, en el que los actores: protagonista y antagonista, victima y victimario, reviven una y otra vez el interminable argumento de la comedia humana.

Hace unas semanas convoqué por medio de las redes sociales a lectores que quisieran presentar conmigo Del rojo al púrpura, en Guadalajara. Fueron cuatro amigos de Facebook quienes me acompañaron la noche del 7 de mayo en el Ex Convento del Carmen. Una de ellas, médica practicante y docente de la Univer, fue la sorpresa de la noche, mintió y manipuló sin pensar en las consecuencias. En los días previos me había demostrado seriedad y compromiso, había sido la más participativa en el foro que abrí con los demás presentadores, había respondido puntual y de inmediato mis comentarios. Esa noche, llenó la Capilla Elías Nandino con sus alumnos y abrió la mesa con un texto impecable. Al final del acto me pidió siete libros para regalárselos a algunos de los chicos que la habían acompañado. “Pero no traigo dinero”, me dijo, “¿te los puedo pagar la próxima quincena?” Se los di y ese fue el penúltimo día que supe de ella.

Cómo desconfiar de una doctora egresada de la UAG, especialista en nutrición clínica, mesoterapia y medicina forense, que se expresa de esta manera: “a Rodolfo Naró, le quiero expresar mi cariño, agradecimiento y confianza (…) Al comenzar a leer los primeros poemas, de manera inconsciente comenzaron a salir lágrimas por mis ojos y rodar por mis mejillas, duele leer la crudeza de sentimientos ahí plasmados”. Cualquiera puede quedar tranquilo frente a una profesional que se preocupa por sus alumnos, con una doctora en medicina familiar que tiene la sensibilidad de escribir y expresarse de esta manera. Aunque los personajes de esta comedia humana que día a día representamos ya están perfilados, las redes sociales nos permiten volvernos otros, el que hemos querido ser.

Facebook ha servido para desenmascarar a muchas personas, aquellas que hablan de principios y respeto, pero que terminan por escudarse en el silencio y la negación. ¿Con qué parámetros la Univer selecciona a sus docentes? ¿Cuál es la ética que tiene la doctora Mónica Escobedo García para enseñar a sus alumnos principios básicos como la honestidad? En México estamos acostumbrados a no denunciar, a no señalar por miedo o por vergüenza y gracias a esto es que padecemos los políticos que tenemos, a las autoridades que nos gobiernan, por omitir, por creer que robar pocos pesos no es robar. Se enseña con el ejemplo y lo que Mónica Escobedo García ha hecho de no responder llamadas, no responder mensajes y no pagar lo que compró es sólo el proceder de una persona que se vale del abuso para salir adelante, de una persona prepotente que cree que puede salir impune al borrarme de su Facebook o inventar que fue mi compañera en la preparatoria, que me conoce desde hace muchos años.

Con mentiras ha manipulado a sus alumnos haciéndose la víctima, cuando los hechos son contundentes: debes, pagas. Hasta que por fin, después de quince días de buscarla, se reportó con mensajes cínicos y desvergonzados, como la Maléfica del cuento y amenazó con publicar los míos: “Tengo todo guardado y documentado, después de las 7 pm espero no volver a saber de ti. A mi no me dañas y tu sigues exhibiéndote”. Pero del pago, nada.

 

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Rodolfo Naró, Tequila, Jalisco, 1967. Poeta y narrador. Del rojo al púrpura, un clásico de este siglo, vuelve más púrpura que nunca |  www.rodolfonaro.com

 

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