(www.eloriente.net, México, 18 de junio de 2015. Por. Víctor López Velarde @VictorVSant).- Las películas corales, o bien de historias entrecruzadas, se enfrentan al reto de ofrecer un discurso o contar una historia a partir de diferentes personajes y tramas que dan voz a ese mensaje que el filme pretende ofrecer.

Tentativamente; en un largometraje de esta naturaleza, las historias involucradas deben de retroalimentarse y sin que una sobresalga más que las demás (aunque en ocasiones hay una trama que viene funcionando como el motor), deben dar como resultado una conclusión redonda que cierre coherentemente el conjunto de argumentos desarrollados.

Han existido excelentes ejemplos de cómo entrelazar tramas que normalmente giran sobre un determinado tema; tales como 21 Gramos o Traffic, la primera ofreciendo un profundo ensayo sobre la redención y la segunda una descarada denuncia al mundo de las drogas.

También hay ejemplos de filmes corales en los que si bien no se desarrollan las historias a partir de un tema en específico, éstas se terminan impulsando unas otras, de manera que la unión de todos ellas funciona como el cimiento que construye el guión. Magnolia y Cloud Atlas son un buen referente de lo anteriormente afirmado.

360 edifica su trama a partir del tema de la infidelidad y la frustración sexual. Lo que se puede afirmar después de haber visionado el largometraje, es que si bien como producto se trata de un trabajo más que aceptable e incluso entretenido, el resultado no termina de hacer del público un cómplice de la trama.

Es un filme que se deja ver y es incluso llevadero, sin embargo, tampoco es una producción que vaya dirigida a las grandes masas. Es difícil que sea disfrutado por un espectador que espera un blockbuster y de igual manera, los que busquen un trabajo cuidadosamente elaborado y profundo, tampoco será el filme que los sacará del aburrimiento. Es a fin de cuentas un filme disfrutable, pero olvidable; y aparentemente eso lo percibían los actores involucrados, que se pasean por la pantalla sin verse totalmente convencidos de qué tan vital es su aportación para el producto.

Después de haber alcanzado el reconocimiento en Hollywood con Ciudad de Dios y El Jardinero Fiel, Fernando Meirelles tuvo un ligero tropezón con Ceguera; título que se vio un tanto vapuleado por la crítica. Desafortunadamente 360 no le permite reivindicarse ante el panorama Hollywoodenze, a pesar de la seriedad con la que firma el trabajo.

El principal problema es que a pesar de que Meireilles procura ofrecer un trabajo meramente formal; en ocasiones se nota que dirige con un estilo muy personal, pero en otras ocasiones pareciera que trata que su obra agrade al público en general tirando al cine palomitero, cuando es claro que es un producto destinado a un público con paladares más exigentes, a los cuales tampoco termina satisfaciendo al 100%.

Los guiones de películas corales deben ser los suficientemente ágiles para darle dinamismo al argumento y que éste no se quede estancada en un mismo punto. En el caso de 360 no se percibe dicha agilidad, por lo cual el guión tiende a darle vueltas y vueltas a un mismo punto sin lograr romper con la monotonía en la que se sumerge la trama en determinado punto.

A diferencia de otros filmes de historias corales, 360 consigue quizás un estilo más propio de converger sus sub-tramas. Tomemos como ejemplo a las anteriormente citadas Traffic y Magnolia. En dichas películas, todas las tramas involucradas van y vienen además de entrecruzarse en múltiples ocasiones. De ese modo, se pasa de una historia a la otra en cuestión de segundos, incluso a veces se pasa de una escena a otra en un simple parpadeo. Dicha jugada permite darle dicho dinamismo al guión, aunque ya es una estrategia un tanto trillada.

En 360 se opta por un método un tanto más creativo, pero que sumerge en una cierta lentitud al argumento. En este filme no vamos de una historia a otra, sino que el director prefiere que nos estacionemos en una sola y después de haberla desarrollado en casi toda su totalidad, pasa a la siguiente. Lo que tienen en común además de la temática de la frustración sexual es que dos historias comparten al menos a un personaje, siendo éste el tercero en discordia o el infiel de la relación. Claro que hay una o dos tramas algo sueltas, pero que terminan conectando con otra y afectando levemente el desarrollo de ambas.

Es correcto decir que la historia avanza de forma cíclica, pues el personaje de la primera historia, prácticamente viene apareciendo en la última para así cerrar el círculo abierto. El problema está en que al sumergirnos detenidamente en una historia hasta que Meireilles considere que ya es suficiente, el director aburre al público en algunas secuencias, pues algunas historias no están tan bien desarrolladas como otras.

La película arranca bien, sin embargo va sufriendo algunos altibajos con capítulos que no aportan mucho al conjunto. Tal es el caso de la parte a cargo de Jude Law y Rachel Weisz, cuya presencia es meramente testimonial al ser partes de una -o incluso podrían considerarse dos historias-bastante simples y que termina decepcionando al espectador en un precipitado desenlace.

Sorprende que al ser Jude Law y Rachel Weisz los rostros más conocidos del reparto (junto con Anthony Hopkins) se les haya ofrecido la historia más floja y corta-cuando en un inicio se hace creer al público que son los protagonistas- ya que su aparición en pantalla no excede los 15 minutos.

Caso contrario lo de Anthony Hopkins, cuya historia es más duradera y se hace un poco larga, pero es quizás uno de los pasajes más interesantes del filme. Hay dos historias que se sienten un tanto más cortas; como la de un abusador que es recientemente liberado e intercede con la trama de Hopkins, que a pesar de su brevedad, cumple satisfactoriamente.

Lo mismo sucede con el pasaje de Ben Foster, bastante breve, pero cerrado de una manera bastante grata. Las demás historias tienen sus respectivos pros y contras, sin embargo, lo que nos deja el filme es una historia en la que el público simplemente se vuelve testimonio sin convertirse en cómplice de la trama en ningún momento. Se deja ver, pero nunca involucra a la audiencia con sus emociones. Lo trata de manera fría en todo momento, como si fuera un simple observador de un juicio.

Para los tiempos en los que vivimos es grato encontrarse con un trabajo de Fernando Meireilles que para nada aburre y es sumamente efectivo, ya que la calidad de la dirección se nota en la mayor parte de la película, desafortunadamente no será un película que guardemos en la memoria ni siquiera minutos después de haberla visualizado. Mención especial a la forma en que es utilizada la banda sonora; que en ocasiones es la única que logra dar unidad a todas las historias que por momentos quedan colgando.

@360 PELICULA

IMAGEN: @360

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