(www.eloriente.net, México, a 18 de julio de 2017, por Jaime Palau).- Hace unas tres semanas vino el equipo Diablos Rojos del México a Oaxaca a enfrentar a los Guerreros. Tuve la oportunidad de ver los juegos con el Vicepresidente del corporativo que integra los dos equipos, el señor Roberto Castellón Yuen. El tema de la temporada sin duda ha sido el exceso de extranjeros y de México-Americanos que llenan los espacios de los rosters de algunos de los equipos de la Liga Mexicana de Béisbol, de hecho los clubes que van liderando la presente temporada casi no tienen peloteros mexicanos jóvenes surgidos de las academias, un 65 a 70% de sus plantillas son de extranjeros y mexicanos no nacidos ni desarrollados en nuestro territorio, al recordar el campeonato de 1998 de los Guerreros, surgió la duda de qué jugadores extranjeros habían participado apuntalando a la base de mexicanos hasta salir con el trofeo en manos.

El reglamento de esa temporada permitía cinco jugadores extranjeros por equipo, los importados que llegaron a Oaxaca fueron los siguientes:

Arrancó la temporada como primera base el norteamericano Jay Gainer, un pelotero de color zurdo, pasó a la historia de las Grandes Ligas porque en su debut en 1993 conectó cuadrangular en su primer turno y en la primera picheada que recibía, solo ese año jugó en las mayores y en total solo pudo conectar tres estacazos de vuelta entera, hasta la fecha solo 22 peloteros en toda la historia han arancado su carrera conectando de cuadrangular al primer turno, el rendimiento de Jay no fue lo esperado y fue dado de baja, ocupando su lugar otro moreno capaz de jugar primera, tercera y jardinero, el “chuleta de puerco” Clyde Pugh, obviamente ocupó la primera pues era donde se requería, se quedó hasta el final de la temporada y fue fundamental su madero para la obtención del campeonato.

El jardinero dominicano Juan Castillo inició temporada de 1998 jugando los jardines y dejando pronto su lugar al norteamericano Scott Lydy quien ya había brillado con los Diablos Rojos, toda una garantía con su fildeo y con el bate, siempre oportuno, es el segundo de los importados que obtuvieron el campeonato.

Había que apuntalar el picheo así que se trajeron dos dominicanos que brillaron ese año con luz propia, por desgracia ambos ya fallecieron, sirva esta columna como homenaje para quienes entregaron su talento en el afán de conseguir un campeonato y el destino hizo que temprano se despidieran para no volver, el primero fue Darío Pérez, uno de los seis hermanos Pérez que lanzaron con gran éxito en la pelota profesional de República Dominicana, México y algunos en Grandes Ligas, se dice que cada uno tenía su propia madre, pero eso sí, los genes de lanzador del padre y el apellido Pérez lo tenían todos.

El segundo fue Héctor Raúl Guerrero Wagner, conocido en el mundo del béisbol únicamente como Héctor Wagner, acaba de fallecer el 5 de junio del presente año víctima de un cáncer de estómago, he ido al estadio Licenciado Eduardo Vasconcelos cada juego de esta temporada y no he escuchado que se hubiera mencionado en el sonido ambiente ese hecho ni que se le hubiera otorgado un aplauso de reconocimiento agradeciéndole esa gran alegría histórica que otorgó el club gracias al esfuerzo y entrega de todos ellos.

El quinto extranjero del equipo fue el parador en corto nacido en El Paso Texas, Lauro Félix, seguramente hoy día no ocuparía una plaza de extranjero sino de México-Americano, pasó desapercibido, de hecho no aparece en ninguna crónica sin embargo el aficionado conocedor que acude al estadio mantiene en el recuerdo alguna de sus jugadas y un toque suicida que realizó con éxito en esa postemporada.

Ya entrados en el recuerdo, revisemos quienes fueron los peloteros mexicanos que participaron en la obtención del único campeonato en la vitrina de los Guerreros, comencemos con el jugador-entrenador, el hombre record e ídolo de la afición, el “almirante” Nelson Barrera, actuaba de bateador designado y lo hacía con gran efectividad, ya fallecido.

Hay que reconocerle a Castellón que trajo a cubrir a la receptoría esa temporada a un enorme jugador, prospecto de los Dodgers de Los Ángeles que nunca tuvo la fortuna de quedarse en las mayores, Homar Rojas Villarreal, una garantía atrás del pentágono y muy efectivo con el bate, de hecho conectó una gran cantidad de cuadrangulares con la casa llena, era el rey del grand slam.

En la segunda base llegó Ramón Esquer, bateador zurdo muy oportuno, de hecho dio el hit para conseguir la carrera del campeonato contra los Acereros de Monclova, la tercera base la jugaba el capitalino Rafael “el chivigón” Castañeda, hijo del buen amigo Chalío Castañeda quien vivió en Oaxaca por varios años y con quien disfruté muchos juegos de pelota en el estadio.

En los jardines había dos caballos, en el izquierdo Roberto Carlos “el figuritas” Méndez y en el central Héctor “el venado” Álvarez, originario de Ciudad Obregón y miembro de una dinastía ya que varios de sus hermanos fueron peloteros profesionales incluso de Grandes Ligas.

Para apuntalar como bateadores o jugar con el guante cuando hiciera falta estaban Fabián “el careca” López, Francisco Pérez, Felipe “el cachorro” Durán (quien anotó la carrera del triunfo, corriendo desde segunda como emergente por Fabián López), Leonardo Moreno y Antonio Ortega.

Entre los lanzadores había un gran talento, el cerrador era Sixto Baez quien perdió la vida por desgracias en un accidente en el año 2008, por sus números el segundo mejor cerrador de la historia de la liga, Alejandro Carrasco era uno de los abridores, ese año tuvo la mejor temporada de su vida, fue pieza fundamental, sobre todo en la postemporada consiguiendo victorias y tirando juegos completos, el preparador era Marino Cota, otro gran talento que se fue a la aventura de las Grandes Ligas y se perdió en el intento, su esposa había competido en Juegos Olímpicos por nuestro país en atletismo, su cuerpo tonificado y torneado confirmaba toda esa preparación física.

Otros lanzadores que me vienen a la memoria eran, el zurdo Leo Moreno, Jesús Nain López, Gerardo Acosta y José Juan Núñez García, actual coach de picheo de los Guerreros de Oaxaca.

Recordar es volver a vivir, viejos tiempos que se mantienen en la memoria de los aficionados oaxaqueños, no hay que perder la fe, esta ciudad volverá a disfrutar de temporadas ganadoras y porque no, de un nuevo campeonato.

Seguiré comentando la próxima semana.

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