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Durante el transcurso de la vida de cada persona es inevitable que ocurran sucesos que nos dejan marca, situaciones que nos duelen y que nos demuestran que la vida a veces es dura o injusta. Si bien eso es algo que nos sucede a todos en diferente medida, la forma en que respondemos es muy distinta en cada quien, porque de por medio están nuestra experiencias, nuestros aprendizajes, el entorno en el que crecemos, la cercanía de las personas que nos aman, entre otras cosas.

Entonces si existen estas variables que tienen un peso importante, ¿Por qué hay personas que optan por la soledad? ¿Por qué hay personas que no se pueden adaptar? O más complicado aún ¿Por qué hay personas que se suicidan?

Con esta pregunta partimos para a intentar entender que pasa con el suicidio y romper las ideas populares que se tienen al respecto, de manera personal recuerdo que desde la secundaria he escuchado ideas muy contrarias respecto al tema, pues por un lado está la postura que dice “el suicidio requiere mucho valor pues es quitarse la vida” mientras que del otro lado se escucha “en esta vida todo tiene solución, el suicidio es un acto de cobardía”, sin embargo considero que estas explicaciones son simplistas y no son suficientes para entender el foco del tema. Investigando un poco más, desde el lado de la medicina, los especialistas refieren que el suicidio se caracteriza por la presencia de ideación suicida, sentimientos de vacío, falta de sentido e inutilidad, presencia de depresión e incluso hacen referencia a un componente genético, si bien estos factores son importantes no parecen ser muy explicativos de que ocurre dentro de la mente de una persona para tomar ese tipo de decisión.

En este sentido es muy importante recordar lo que la psicología profunda puede hacer, porque de manera muy distinta a como la psiquiatría busca dar respuestas a diversos fenómenos de la salud mental,  la psicología profunda aboga por entender cuál es la historia de estos fenómenos, porque surgieron y porque existen de esa forma.



Para poder comprender de mejor manera el tema que nos ocupa es indispensable explicar algunos conceptos con la finalidad de armar posteriormente una lógica que nos permita acercarnos a una explicación más completa. Es esencial entonces entender cuál es la dinámica de la mente a partir del modelo de la segunda tópica establecida por Freud, que divide a la mente en tres partes que son: yo, ello y superyó.

El ello es el motor de la vida, es la instancia mental donde existen los impulsos naturales más primitivos que se tienen que reprimir para poder aprender a existir en sociedad, propiamente es la parte de empuje y arranque. El superyó es la interiorización de las normas de los padres, los ideales y la moral que pauta y dirige la conducta social, finalmente el yo es la instancia encargada de mediar entre los impulsos del ello y las exigencias del superyó, tiene el trabajo más difícil.

Comprendiendo estas variables que se han explicado muy brevemente, podemos observar que probablemente en el caso del suicidio el conflicto de estas instancias psíquicas dentro de la mente de una persona cobra importancia tal que aleja a la persona de la realidad para enjaularla en escenarios de dolor, desamparo y frustración.



Recordemos que el psicoanálisis explica que el aparato psíquico tiene cierta capacidad de tolerancia a estos conflictos que generan tensión, pero una vez que se rebasa este umbral la tensión empieza a vivirse como dolor psíquico, y este dolor al estar dentro de nuestra mente nos acompaña donde estemos sin importar actividad, tiempo o compañía.

Lo más indicativo es que después del conflicto el sujeto renuncia a la palabra, es decir se desconecta del mundo y de su humanidad para resolver el conflicto de la única manera que puede, que es atentando contra su vida, pues si no hay vida, no hay conflicto. De esta manera se rompen estas posturas que involucran la voluntad del sujeto frente al suicidio para demostrar más bien la impotencia frente a un conflicto psíquico que parece no tener solución.

Afortunadamente la forma de prevenir esto, tiene que ver con la cercanía y el contacto humano, pues el hecho de sentirnos conectados con alguien evoca en nosotros continuar conectados también a la palabra y buscar una perspectiva distinta a nuestro enfoque personal para observar que nuestros conflictos pueden verse desde otro lugar.

Por lo tanto la mejor manera de evitar el suicidio, es el contacto, la cercanía y la comunicación con aquellos que amamos y nos importan.