Varios laboratorios en el mundo trabajan actualmente en desarrollar una vacuna contra la Covid-19. Pero en realidad hay varios tipos de vacunas e incluso los científicos trabajan sobre nuevos modelos. No hay tipos mejores que otros, aunque es cierto que las vacunas que contienen virus vivos provocan una respuesta inmunitaria más fuerte y duradera. Pero en general, son estrategias diferentes según la reacción que se busca del sistema inmunitario y de la naturaleza del germen que se trata de combatir.

Cuando los científicos crean vacunas, tienen en cuenta varios factores, como la manera en la que el sistema inmunológico responde al germen, quién necesita vacunarse, y cuál es la mejor tecnología o el enfoque que se quiere para crear una vacuna.




En función de algunos de estos factores, los investigadores entonces van a elaborar un tipo de vacuna. Existen cuatro tipos básicos de vacunas : vacunas vivas atenuadas, vacunas inactivadas, vacunas de subunidades, recombinantes, polisacáridas y combinadas y vacunas con toxoides. Más los nuevos tipos de vacunas que están desarrollando los expertos en biotecnologías.

Vacunas vivas atenuadas

Las vacunas vivas atenuadas utilizan una forma debilitada (o atenuada) del virus que causa una enfermedad. Esta vacuna va a provocar en el organismo una infección natural similar a la que se busca prevenir creando una respuesta inmunitaria fuerte y de larga duración, por lo que una o dos dosis son más que suficientes para proteger de por vida al paciente. Estas vacunas tienen también algunas limitaciones: dado que contienen una pequeña cantidad de un virus vivo debilitado, algunas personas no son aptas para recibirlas como las personas con sistemas inmunitarios debilitados, con problemas de salud particulares o que han tenido un trasplante de órganos. Por otra parte, estas vacunas deben mantenerse en frío, lo que dificulta su acceso y su distribución. Las vacunas contra el sarampión, las paperas, la rubéola (Vacuna MMR combinada), la vacuna contra el rotavirus, la viruela, la varicela y la fiebre amarilla son algunos ejemplos de este tipo de vacunas.

Vacunas inactivadas

Las vacunas inactivadas utilizan la versión muerta del virus que causa una enfermedad. Por lo mismo, estas vacunas no suelen proporcionar una protección tan fuerte como en el caso de las vacunas vivas y es posible que se necesite hacer con el tiempo vacunas de refuerzo en el paciente para asegurarse de que éste tenga una inmunidad contra la enfermedad. Algunos ejemplos son las vacunas contra la Gripe, la de la Hepatitis A, la vacuna de la Polio (la que es inyectable), y la vacuna contra la rabia. Como anécdota, Louis Pasteur, para obtener esta vacuna de la rabia, utilizó células del cerebro de perros muertos infectados con rabia, y esa especie de “puré de cerebro” fue lo que inoculó en el paciente que había sido mordido por un perro rabioso.

Recordemos el mecanismo básico de una vacuna: su funcionamiento siempre es similar, se trata de exponer al organismo a dosis seguras de un virus para que el sistema inmunológico lo reconozca y pueda desarrollar entonces anticuerpos para defenderse en el futuro, ante un posible contagio. Y para provocar esa infección en el cuerpo, pues hay diversas maneras, con virus vivos, atenuados, muertos o combinados con otros materiales genéticos.




Vacunas de subunidades, recombinantes, polisacáridas y combinadas

Un tercer tipo son las vacunas de subunidades, recombinantes, polisacáridas y combinadas, todo este conjunto, utilizan partes específicas del germen, como su proteína, azúcar o cápside (una membrana que rodea al germen).

Dado que las vacunas sólo utilizan partes específicas del germen, ofrecen una respuesta inmunitaria muy fuerte dirigida a partes claves del germen. También se pueden utilizar en prácticamente cualquier persona que las necesite, incluso en personas con sistemas inmunitarios debilitados o problemas de salud a largo plazo.

La única limitación de estas vacunas es que posiblemente necesite vacunas de refuerzo para tener protección continua contra las enfermedades. La vacuna contra la Hepatitis B, la de HPV (virus del papiloma humano) o la vacuna contra la Tos ferina (parte de la vacuna DTaP combinada) son de este tipo.

En el contexto de la COVID 19, la vacuna ChAdOx1 que actualmente está desarrollando la universidad de Oxford utiliza virus de adenovirus, un virus respiratorio de los chimpancés y a la vez trabaja con una “proteína de espiga” (spike protein) del nuevo coronavirus, el SARS-CoV2. Esta proteína de espiga, que visualmente son los piquitos que vemos en la imagen del coronavirus, funciona como una llave y le permite al virus introducirse en las células de un organismo sano y así, poderse replicar (reproducirse). Hay que recordar que un virus por sí solo no tiene la capacidad de replicarse y por eso necesita células vivas para su reproducción.

Vacunas con toxoides

Las vacunas con toxoides utilizan una toxina, es decir, un producto nocivo, fabricado a partir del virus que causa una enfermedad. Al igual que otros tipos de vacunas, es posible que se necesiten vacunas de refuerzo para tener protección continua contra la enfermedad en cuestión. Su mecanismo de inmunidad se enfoca en una parte del virus que causa una enfermedad, en lugar de la totalidad del virus. La vacuna contra la difteria y el tétanos son dos ejemplos de este tipo de vacunas.




Nuevos tipos de vacuna en desarrollo

Además de estos cuatro tipos básicos de vacunas, los científicos desarrollan nuevos modelos,  como las vacunas de ADN, que son fáciles y económicas de elaborar, producen una inmunidad fuerte y son de larga duración. Pero todavía están en una fase experimental.

También hay vacunas de ARN, con tecnología basada en el ácido ribonucleico. Es el caso de la vacuna actualmente en desarrollo contra la Covid-19, la vacuna mRNA-1273, mejor conocida como la vacuna “moderna”, en alusión al laboratorio norteamericano que la desarrolla, Moderna Therapeutics. Este proyecto cuenta con un fuerte presupuesto de más 460 millones de euros, un proyecto apoyado por el gobierno de los Estados Unidos. Una de las objeciones a esta vacuna es su alto costo. Por el momento se encuentra en la primera fase de los ensayos clínicos con humanos.

También hay vacunas que utilizan elementos sintéticos, como es el caso del grupo de ingeniería genética Greffex de Texas, también en Estados Unidos, otro de los “candidatos serios” para conseguir una vacuna contra la COVID 19. Esta empresa utiliza una modificación de proteína de los virus. La ventaja, si se logra llegar a la etapa final, es que la producción de un tipo de vacuna de este tipo es rápida y barata. Pero como se utilizan productos sintéticos, no naturales como en el caso de las vacunas tradicionales,  primero hay que asegurarse que no sea dañino para el hombre y las autorizaciones pueden tomar cierto tiempo.

Vacunas de vectores recombinantes

Otro ejemplo en las nuevas vacunas son las vacunas de vectores recombinantes, es decir, vacunas basadas en una “plataforma”, es decir, en otra vacuna ya existente al que se le va a añadir el virus o parte del virus de otra enfermedad. Provocan en el cuerpo una infección natural, por lo que son muy eficientes para enseñarle al sistema inmunitario cómo combatir tal o cual germen. Es lo que está haciendo actualmente el Instituto Pasteur de Francia, apoyándose en la plataforma de la vacuna del sarampión (vacuna que ya tiene 40 años de existencia). Un primer proyecto que ha tenido muy buenos resultados, y que va en una fase avanzada es el de la vacuna contra el Chikunguña, una enfermedad tropical transmitida por un mosquito. Esta vacuna utiliza como plataforma la vacuna del sarampión, a esta vacuna se le hace como un injerto y se le agrega el virus del Chikunguña. Con esa misma lógica, ahora el mismo instituto Pasteur trabaja en una vacuna contra la Covid-19 utilizando la misma plataforma de la vacuna del sarampión y es otro de los candidatos serios a llegar a la recta final en la carrera para conseguir una vacuna contra el nuevo coronavirus.