Hay que trabajar

Por: Jaime Palau

Cuando un equipo profesional llega a una Ciudad, donde no existen antecedentes de profesionalismo en ese deporte, deben adquirir sus directivos un gran compromiso de trabajo, primero en lo económico y deportivo, al formar un conjunto triunfador que les genere utilidades, deben trazarse objetivos y cumplirlos, realizar buenas contrataciones, implementar disciplina, orden y tener mucha paciencia, ya que sólo el paso del tiempo ayudará a conseguir buenos resultados e ir escribiendo una historia.

Lo segundo y lo más importante, trabajar en lo social; conseguir que el profundo amor entrelazado que siente el propietario por el deporte y por esa ciudad, se transmita a todos sus habitantes, que la gente vea y sienta al equipo como suyo, que todos se vuelvan aficionados y los que ya lo eran pasen a ser fanáticos, no de los que sienten una pasión irracional hacia algo, sino de los que ejercen valores como son, el amor por la camiseta del equipo, el sentido de pertenencia a un grupo deportivo, la convivencia familiar y amistosa, el traspaso de los conocimientos de padres a hijos, el orgullo de que exista un equipo en tu ciudad, que se arraigue y por lo tanto sea tú equipo, no es tarea fácil pues para conseguirlo se requiere un gran esfuerzo, mucho tesón, visión y compromiso.

No todos los directivos logran hacer con eficiencia su trabajo y debido a ello se ve amenazada la permanencia del equipo en esa ciudad, siempre estará su suerte y existencia al vaivén de la paciencia del propietario, a su capricho por mantener el equipo en esa plaza a pesar de que le genere pérdidas o a la buena voluntad del gobernante en turno para apoyarlo, por eso hay que trabajar con los niños, con las nuevas generaciones, acudir a las escuelas con los ídolos, los modernos gladiadores que son los jugadores, a platicar, a dar exhibiciones, a invitar a que acudan a disfrutar los partidos, explicarles el juego, sus reglas y lo que es la disciplina, que comprendan la analogía que tiene el juego con la vida, aprendes a ganar y aprendes a perder, siempre hay un mañana, que aun perdiendo un juego muy cerrado o por paliza puedes venir de atrás, tienes en tus manos, en tus habilidades y en tu estrategia el control de tu destino, estos niños llevarán a sus padres y se hará un círculo virtuoso que será beneficioso para todos, por eso existen equipos como los Cardenales de San Luis en los Estados Unidos, con 121 años de existencia, la economía de la ciudad se ve apuntalada gracias a esa apropiación de identidad.