Por: Jesús Edgar López Gómez /

Una mirada ciudadana al Oaxaca de nuestros días

Es el sol del istmo.

Su calor es intenso y derrite a cualquiera que no tome sus previsiones o no esté acostumbrado a vivir bajo su manto.

Pero Salina Cruz vive también bajo un entorno de alegría y esperanza.

Algo bueno hay en este puerto, en el que se ven más sonrisas y franco gusto por la vida.

Salina Cruz tiene su propio ritmo, que no escapa a la situación de estrés económico: probablemente haya más casas de empeño que cantinas. Los más variados negocios de empeño se multiplican por todo el centro de la población, en el que van apareciendo gradualmente los restaurantes de comida china y sus tiendas de objetos orientales llenos de misterios y esoterismo.

Mis amigos me invitan a visitar el barrio chino de Tehuantepec, en los límites con Santa María Mixtequilla, es un pequeño y ordenado conglomerado de casas de estilos orientales que se fundó hará un par de años y en del que habrá de surgir la nueva generación de chinos istmeños, emprendedores y solidarios entre ellos mismos.

Regresamos a Salina Cruz bajo el intenso calor y conozco a Jonathan, que es conocido como el Príncipe   del Clamato y cuya historia de éxito empresarial da muestra de su sorprendente ascenso, pues de una mesita a la orilla de la carretera pasó a un local en renta, luego a una palapa en un pequeño terreno en propiedad, luego a uno más grande, luego a otros y así hasta que un día sea asesorado para crear una franquicia, ojalá.

Platicamos de todo. Pregunto que a qué baño entran los muxes u homosexuales vestidos de tehuanas en las velas locales. Me contestan que al de hombres, pero al menos en Juchitán, el actual presidente municipal ya les advirtió que sólo se toleran hombres vestidos de mujer en las velas muxes, mientras que en el resto de las velas ordinarias deberán vestir con pantalón oscuro y guayabera blanca y que la tendencia es crear un tercer baño, ya que es muy incómodo entrar al baño de hombres o mujeres y encontrarse orinando a un varón vestido de mujer.

Como sea, son muchos y son tolerados porque hay una aceptación general de ellos dentro de la comunidad. Eso es normal y se respira un ambiente de sana tolerancia.

Caminando por las calles del Centro de Salina Cruz nos topamos al «Cola». Un pintoresco personaje de novela de unos cincuenta años aproximadamente que toda su vida ha vivido sin camisa y sin calzado, llueve, truene o lo esté tostando el sol y que se dedica a la venta de periódicos.

El «Cola» asumió como caracterización de su humilde origen la convicción de vivir como asceta y es reconocido y querido en la comunidad. Estoy seguro que podría pasar al Récord Guinness como la persona que ha vivido toda su vida sin camisa y sin calzado, en caso de que existiera esa categoría. Pero estoy convencido de que el Guinness le importa al «Cola» lo mismo que su camisa. El así es feliz.

El mercado «Ignacio Zaragoza» de Salina Cruz es una postal de vestidos regionales donde abunda el pescado fresco, los camarones y la carne de armadillo.

Salina Cruz se va asomando a su progreso de manera gradual y pujante, como el sol que se levanta con tremendo brillo.