Por: José Francisco Vásquez Pinacho

El sábado fui a escuchar el “buen pop” -como dice mi compadre Billy- de Hello Seahorse a la pista de hielo que por tercer año consecutivo instaló el gobierno estatal en las canchas atrás del estadio de Beisbol. Fue gracias a mi novia que nos enteramos del toquín,  también nos dijo que unos días antes se presentó Jumbo y que habrá presentaciones de los Bunkers y otras banditas por el estilo. La neta no soy tan fan de la música que hacen estos grupos, pero tengo la completa certeza que buena parte de la juventud oaxaqueña se encuentra enajenada con el indie-rock castellanizado.

Al terminar el desangelado concierto, me entró el morbo por saber cuánto dinero está desembolsando el gobierno del estado en traer a grupos tan malos, e inmediatamente después me saltó la duda: ¿cuánto costará la mentada pista de hielo? Resulta que el estado “invirtió” 6.5 millones del águila, ya que “no hay recurso que valga la sonrisa de los niños”, también hubo financiamiento de “generosos empresarios”; todo para cumplir con el “compromiso” del gobernador: pista de hielo los seis años del mandato sin importar lo que cueste[1].

La pista de hielo y las bandas chafas que traen son el pretexto para hablar sobre el evidente encanto del gobierno local en emular la Política Social del D.F. Por Política Social (PS) podríamos entender el diseño y la ejecución programada y estructurada de todas aquellas iniciativas adoptadas para atender una serie de necesidades consideradas básicas para la población[2]. O sea que cuando hablamos de PS estamos aludiendo a la preocupación colectiva por cubrir las necesidades básicas de la población: salud, educación, trabajo, acceso a la cultura, etc., es decir, el proceso de realización de los derechos, mediante el cual se fomenta el mejoramiento integral de las condiciones y la calidad de vida de la población.

En Oaxaca existen grandes desajustes sociales que provocan un déficit en cuanto a cubrir las necesidades básicas de la población se refiere. Un primer paso para terminar con el lastre fue quitar al PRI del poder –y esperemos que nunca regrese-, el siguiente paso es la construcción de alternativas para mitigar los problemas. La cuestión es, que los actores involucrados no hacen otra cosa más que aplicar estrategias genéricas que no precisamente corresponden a la realidad del estado. Aplican las ideas favoritas del público, el arsenal de propuestas desempolvadas de las instituciones que están a la espera de una oportunidad para ser ventiladas, o bien, las propuestas preconcebidas por las que siempre están abogando los ideólogos políticos[3]. Es por eso que regalan uniformes, traen “artistas” y espectáculos, y en general, aplican programas sociales que más bien son dádivas electoreras.

Los recursos que se utilizan en la ejecución de estas ideas favoritas del público bien podrían implementarse en el desarrollo de la economía local: impulsar la producción, la explotación de recursos naturales, construcción de infraestructura y vías de comunicación en las comunidades. En el afán de ser un gobierno “progresista”, no sé si por convicción o por pragmatismo, el gobierno de Cué se ha dedicado desde el principio a copiar las políticas públicas y programas sociales más genéricos del D.F.

Los gobiernos de izquierda del defectuoso se pueden dar el lujo de erogar recursos en las ideas favoritas del público, porque de alguna manera muchas necesidades básicas de una buena parte de su población están cubiertas, además de que su economía es fuerte y no depende del presupuesto federal.

En lugar de imitar lo más básico en cuanto a PS, por qué no mejor implementan o se inspiran en la manera en que el D.F. está resolviendo la cuestión del transporte público, en los programas de rescate y repoblación de su Centro Histórico, en las políticas fiscales que implementan para el desarrollo de la competitividad, en el sistema de seguridad pública; o si de plano se quieren ver bien progres, en garantizar los derechos y las libertades de las mujeres y homosexuales.

El Niño Dios se pondría realmente feliz si los recursos públicos se invirtieran en políticas que garanticen las condiciones para que en un futuro los oaxaqueños accedamos a mejores niveles y calidad de vida, en lugar de andar mal gastándolos en vil populismo.

 

 

 


[2] MONTORO Romero, Ricardo. Fundamentos Teóricos de la Política Social. Universidad Autónoma de Madrid. En: http://www.uam.es/personal_pdi/economicas/rmontoro/Mis%20articulos/politicasocial.pdf

[3] BARDACH, Eugene. Los ocho pasos para el análisis de las políticas públicas. CIDE. México 1998.