Por: Juan Pablo Vasconcelos

Director General ELORIENTE.NET

 Teposcolula: donde brilla una biblioteca

Como se enciende una luz, se abren las puertas de una biblioteca. Es como ponerse al sol justo a mediodía y sentir el ardiente calor de las ideas, el golpe de los relatos sobre los párpados, el sudor de los personajes en las mejillas. Abrir una biblioteca, ponerla a disposición de las niñas y los niños, es un acto comprometido con la humanidad. De alguna manera, se propicia el intercambio de experiencias, conocimientos y sustancias entre generaciones diversas.

Si en los libros perdura la vida, en las bibliotecas perduran las civilizaciones.

Digo esto, porque desde hace tiempo me planteo escribir sobre el estado que guardan estos recintos en Oaxaca y trabajo en ello. Aunque por lo investigado y escrito hasta ahora me temo que el resultado no será muy alentador. La política cultural estatal, aplicada desde hace al menos seis años, es errática y reticente a la labor de fondo, al fortalecimiento de la infraestructura y a propiciar la transformación.

Pero en San Pedro y San Pablo Teposcolula sucedió el hecho luminoso. El 12 de enero pasado se inauguró una extensión de la Biblioteca Infantil BS en ese lugar, auspiciada por la Fundación Alfredo Harp Helú.

Fue una apertura emotiva, soleada y concurrida, en la que participaron pobladores mixtecos, integrantes de la propia Casa de Cultura del lugar y padres de familia. Esto último es de particular importancia pues la apropiación del sitio por la comunidad es un ingrediente de primer orden.

El rostro de las niñas al descubrir un cuento nuevo, una figura fantástica, un juguete tradicional, valió por una vida.

Los chicos de Teposcolula y las comunidades aledañas tendrán la posibilidad de leer y disfrutar, en un lugar correctamente administrado y gestionado, libros y materiales con los cuales han de derribarse fronteras y abrirse caminos que por ahora nadie sospecha.

Las bibliotecas tienen también esa capacidad oculta: cambia el rumbo de las historias, el destino de las personas.

Y luego está el inmueble en que fue instalada la biblioteca infantil. Se trata de un  palacio indígena que data de 1560 conocido como La Casa de la Cacica, residencia de los señores naturales de Teposcolula, cacicazgo de grandes proporciones por aquella época. Se dice que los señores contaban con manantiales, miles de hectáreas de terrenos y hasta una salina provechosa en San Felipe Ixtapa.

Al parecer, su primer habitante fue el cacique-príncipe Don Felipe de Osorio. Luego, la cacica Doña Inés de Osorio, quien habría recibido la casa de su esposo Felipe de Austria, cacique de Tilantongo y Teposcolula. Alrededor del año 1600 se tienen indicios de que estuvo habitada por la también cacica Doña Catarina Peralta y por su esposo Diego de Mendoza, cacique de Tamazulapan.

La restauración corrió a cargo de los arquitectos Enrique Lastra, Gerardo Nogales y Sebastián Van Doesburg. El trabajo fue muy pertinente pues diversas voces, desde hace al menos tres décadas, habían insistido en la importancia del inmueble y la necesidad de llevar a cabo su rescate. Por ejemplo, James B. Kiracofe, académico del Instituto Politécnico de Virginia, publicó en 1995 un estudio sobre la Casa de la Cacica y su valor arquitectónico, incluyendo la poderosa participación de manos indígenas en su proceso de planeación y construcción.

Por eso, la mañana de aquel sábado, acudimos a Teposcolula para ser testigos de este hecho fundador. El sol daba a plomo. Las calles impecables, los pobladores entusiastas. Los niños, apenas se cortó el listón simbólico, se arremolinaron hacia el interior de la casa. Y el jarabe mixteco a pie descalzo a pesar de la piedra ardiente.

Isabel Grañén condujo el programa; fue climático el momento en el cual convocó a un abrazo común a la construcción, formando un cordón humano que pronto rodeó los muros.

Infancia, lectura, rescate. Ingredientes de una historia que, a pesar de alojarse en un inmueble con cerca de 500 años, apenas comienza a escribirse.

Este es un capítulo nuevo en la comunidad; para Teposcolula, una especie de nueva hoja en blanco, como los niños.

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DR. Las fotos son del autor.