Por: Luis Colunga Dabussy

Si se busca “generación beat” en la internet, resulta muy fácil encontrar a los grandes representantes de dicho movimiento poético, junto con su obra más representativa. Entonces tenemos a Jack Kerouac y su afamado En el camino, Allen Ginsberg que escribió El aullido, William Borroughs y su demencial El almuerzo desnudo junto con Queer, dentro de una larga lista de poetas y escritores que también incluyen a Gregory Corso,  Neal Cassadyy Peter Orlovsky. Todos ellos parte del movimiento que hacía una protesta al modelo de vida tradicional americano de ese entonces, que exigía una liberación sexual y el acercamiento a la parte espiritual del ser humano.

 

Querido y querida lector y lectora, es aquí donde pido hacer uso de su perspicacia y de la misma manera que yo, se pregunte ¿Hubo mujeres dentro de este movimiento?

Margaret Randall, es una mujer feminista, activista, fotógrafa y poeta, cuya obra literaria es ubicada, en gran parte, dentro de la generación beat. El pasado 3 de abril presentó su nuevo poemario “Como si la silla vacía / As if the empty chair” en la ciudad de Puebla, una colección de 12 poemas, acompañados de fotografías, dedicado a todas las personas desaparecidas en América Latina; “escribí este libro como forma de reivindicación a todos los desaparecidos en América Latina, tan solo en Argentina fueron desaparecidas treinta mil personas, en su mayoría jóvenes, como ustedes” dijo Margaret en la presentación del libro.

Dio inicio haciendo lectura de parte de su trabajo no incluido en el libro, dos poemas hermosos y recién escritos, el primero dedicado a la llorona y el segundo inspirado en uno de sus nietos. Entonces ocurrió la magia. Con el acento tan característico de los poetas beat, lleno de coraje y dolor, cautivó a todo el público recordándonos que la protesta hace poesía y viceversa.

 

Con el término desaparición Margaret hace referencia a la forma de terrorismo de Estado, que se extendió por toda América Latina; entre las décadas de 1970 y 1980 (período en el que la escritora daba testimonio de vida en países como Nicaragua y Cuba), grupos paramilitares organizados por las dictaduras nacionales que, en ese momento, estaban financiadas por, gran parte, del gobierno estadounidense, detenían y secuestraban a gente al por mayor, ya sea dentro de sus hogares o en plena vía pública. Ellos y ellas, las personas desaparecidas, jamás volvieron a ser vistas, dejando un halo de terror, desconsuelo y desasosiego, tanto en las comunidades como en sus propios hogares. Se hicieron canciones de protesta, se les escribieron libros y se les dedicaron poemas, dentro de toda esta obra de conmemoración y reclamo encontramos el nuevo poemario de Margaret Randall, poemas llenos de dolor y lágrimas que nos recuerdan el castigo, por parte del Estado, hacia todos los hombres y mujeres que han exigido y peleado por justicia social. La sombra que dejan los desaparecidos es permanente, su vacío es irremplazable.

¿Por qué es difícil ubicar a las mujeres dentro del movimiento beat? Y ¿Podría darnos un consejo a los jóvenes escritores que nos ayude a evitar encasillar los papeles de las mujeres en el rol de género tradicional? Pregunté.

La primera pregunta no te la puedo contestar, soy demasiado vieja como para creer que un consejo mío podría servir a la juventud. En cuanto a lo segundo, el poder que ejercen los hombres ha censurado nuestro trabajo a lo lardo de la historia, el patriarcado nos excluye a pesar de nuestro trabajo. Es por eso que recomiendo a las mujeres que sigan escribiendo, que otras mujeres las lean y que los editores publiquen en trabajo de las mujeres. Actualmente, donde yo vivo (Nuevo México) es más fácil encontrar a hombres que apoyan a mujeres y a mujeres que, también, a poyan a otras mujeres, dentro de la escritura y otras áreas. Respondió Margaret.

Efectivamente, ha habido mujeres representantes de la generación beat, poetizas y escritoras con el pecho ardiente y la garganta inflamada de verdad y protesta, no solo fueron musas o parejas de los hombres beat, fueron activistas, feministas y mujeres de alma libre. Su trabajo fue castigado de la manera más infame, se les tachó de locas, a muchas se les encerró en centros psiquiátricos, otras se suicidaron como Elise Cowen, algunas más emigraron del país, tal es el caso de Margaret Randall, la escritora Diane Di Prima, fue censura de la manera más brutal durante décadas. Así encontramos a muchas más escritoras dentro de la generación beat: Leonore Kandel, Anne Waldman, Joanne Kyger y Marge Piercy, esta última escritora de obras tan bestialmente fascinantes como agitadoras.

 

En la actualidad, el trabajo reside en nosotros y nosotras, en ir más allá de lo que se nos presenta en primera instancia, es nuestro deber investigar, cuestionar y exigir las obras, la presencia y la reivindicación de todas aquellas personas que nos han desaparecido, ya sea a manos del patriarcado, del Estado o incluso, de nuestra propia indiferencia e incapacidad de cuestionar la realidad.

 

Una palabra que perdió su estruendo

como el árbol que se derrumba

donde ningún oído registra su caída

contra el suelo del bosque,

silencio ritual

cuando hasta la suavidad

del terciopelo

deja moretones en la piel.

(Margaret Randall, desaparecido, 2013)