Por: Juan Pablo Vasconcelos

En otras áreas puede haber dudas, pero en el caso de la Secretaría de las Culturas y las Artes del Gobierno de Oaxaca, no las hay: se requiere un cambio de timón, una visión completamente renovada y un compromiso sólido con el proyecto de gobierno del Ejecutivo.

El 25 de abril se cumplen 6 meses sin que dicha dependencia cuente con un Titular. Grave.

Por supuesto que es grave si consideramos que la administración cultural de Oaxaca debería estar destinada a ser, como lo es su patrimonio, un puntal, un ejemplo a seguir para el resto de las entidades de México.

Por el contrario, la ausencia de Titular lo que evidencia es una especie de descuido orgánico, una falta de entendimiento de lo que esta área significa para cualquier gobierno, particularmente en momentos de tensión y reconstrucción social como los que vivimos.

Hay que saber que es precisamente en este sector donde se gestan los verdaderos liderazgos, los liderazgos intelectuales, creativos, legítimos. Pero sobre todo desde donde se impulsan los proyectos de estado, los que sustentan la gran visión social de una administración, los que propician la honda transformación de las motivaciones individuales.

Por eso, sin un fuerte sector cultural ningún proyecto gubernamental o político tiene sentido, se vacía de contenido, deviene en mera demagogia o en aburrida burocracia.

De allí que un sector cultural vivo, dinámico y comprometido con su tiempo sea una necesidad cada vez más apremiante para Oaxaca, donde nuestros problemas nos exigen fortalecer la creatividad y el sistema artístico, tanto como la cohesión social y la economía.

Sin embargo, en los últimos días hemos sido testigos de anuncios inquietantes. Entre ellos, la intención de hacer UN NUEVO DIAGNÓSTICO CULTURAL DE OAXACA, a través de un recorrido por las regiones del estado con diputados locales y federales, para detectar necesidades y ‘atraer recursos estratégicos’. Los recorridos comenzarían el día 20 en Juchitán y terminarían en noviembre en Puerto Escondido.

Sorprende. No sorprende que se hagan diagnósticos porque sin duda son necesarios. Pero un diagnóstico ya entrando prácticamente al cuarto año de gobierno es un despropósito.

El (cuarto) año de las consolidaciones deviene en año de las intenciones.

Pero además el yerro provoca desazón porque el Gobernador de Oaxaca, a sugerencia de los funcionarios de la Secretaría de Cultura, presentó el Plan Sectorial de Cultura 2011-2016, que fue difundido como el documento que contiene precisamente un diagnóstico para “la comprensión y la aplicación” del mismo; argumento y plan que caen por su propio peso con anuncios como el mencionado.

Lo que no sorprende es que el recorrido por las regiones de Oaxaca se lleve a cabo en SIETE MESES. No lo hace porque ese es precisamente el ritmo y el tiempo que toman las cosas desde hace al menos cinco años en ese sector. Se tomarán siete meses para visitar las regiones de Oaxaca. Ni más ni menos.

Sirve esta muestra para insistir en el fondo: se requiere un cambio de timón, una visión completamente renovada y un compromiso sólido con el proyecto de gobierno del Ejecutivo. Abandonar el anquilosamiento y liderar una verdadera transformación cultural, que es justo lo que requiere el momento histórico que vivimos.

En Oaxaca, la cultura y el arte deben ponerse en el centro de la arena pública, en la discusión y la conciencia común para, desde allí, motivar los cambios estructurales en el estado y sus habitantes.

Al hilo de esto último, hace algunos meses escribí en este mismo espacio lo siguiente: “Sin esta perspectiva cultural (de la acción pública), amplia e integral, todos los esfuerzos parecen incompletos porque lo son; palian sólo necesidades momentáneas, inmediatistas. Ayudan a cumplir indicadores y subir escalafones en los índices. Pero lo que no hacen, es crear ciudadanos más proclives a desarrollar libremente su personalidad, sus talentos y posibilidades. Personas con los horizontes abiertos, responsables de su libertad, solidarios, compasivos, felices.”.

Lo sigo creyendo.

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