La reforma educativa a dos años de su publicación o las trampas del autoritarismo y la simulación

(www.eloriente.net, México, 06 de abril de 2015. Por: Carlos Muñoz Aguirre).- Desde hace poco más de dos años México comenzó un regresivo proceso que aterraría a cualquier democracia. El análisis apabullantemente banal y engañoso de los monopolios que controlan los medios masivos de comunicación en nuestro país a través de su decadente “opinocracia”, como ya había sucedido tantas veces, de nuevo permitió el control de daños y el direccionamiento de la opinión pública hacia la denostación irreflexiva e incluso cruel, racista y clasista de los principales adversarios de las “reformas estructurales” sin colocar siquiera en la esfera del debate público cuestiones tan fundamentales como ¿cuál es la educación que queremos y necesitamos? ¿cómo queremos administrar nuestras riquezas naturales? ¿cómo queremos regular nuestras relaciones laborales en medio de un ambiente de explotación reinante?, en suma, ¿en realidad deseamos romper con los principios constitucionales de los que nos dotamos a través de nobles y costosas luchas sociales?

Sin embargo, aunque dicha situación haya atropellado de nuevo la posibilidad de construir proyectos públicos forma participativa, dicha situación nos ha permitido identificar la problemática y su solución de manera mucho más clara, en este caso refiriéndonos al ámbito educativo: la urgencia de comunicación efectiva pasa por la eliminación de la influencia fantasmagórica de los monopolios mediáticos como voceros de los grupos tradicionales de poder.

En otras palabras, la reforma educativa y prácticamente todas las llamadas “reformas estructurales” han sido, son y serán actos y medidas estériles, por lo menos en lo que en términos del bien común se refiere, ya que fueron elaboradas como instrumentos de imposición de una minoría autoritaria, cuyo discurso, cada vez más ambiguo y sutilmente tramposo debe necesariamente ser criticado y combatido en virtud de que no parte de un verdadero proceso de deliberación pública, aquel que está destinado a atender las necesidades de todos los miembros de la comunidad ya que es esencialmente diverso, y que actúa orientado por la realización plena de los planes de vida del individuo en tanto ser social, es decir, que parte del viejo pero pocas veces aplicado principio “de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”.

En este sentido, se hace urgente encarar el hecho de que una las realidades sociales más recalcitrantes en México el día de hoy es la compleja e intrincada problemática educativa. Como ya se ha mencionado, los medios de comunicación incitados por todos los niveles de gobierno y miembros poderosos de la sociedad civil realizan un auténtico linchamiento a grupos del magisterio que han radicalizado sus formas de protesta de manera violenta, sin embargo, ninguna de las partes contrarias a la tendencia neoliberal de educación domesticadoras ha externado siquiera las líneas generales del tipo de educación alternativa que podría construirse.

La corriente neoliberal, posmodernamente conservadora, siendo la ideología predominante en la educación impartida por el Estado mexicano tiende de manera determinante a deshumanizar profundamente la el proceso de conocimiento en cuanto dinámica enseñanza-aprendizaje entre educador y educando, dicho proceso ha sido posible debido a la incalculable presión que ejerce el modelo económico predominante en el sistema educativo, el cual influye determinantemente en las decisiones que toma el Estado en materia educativa, a través de organizaciones que se hacen llamar de la “sociedad civil” como Mexicanos Primero, la cual contrariamente a la neutralidad que presume ostentar, cuenta con una agenda ideológica y política concreta que en esencia no ha variado mucho desde los postulados de la educación positivista de mediados y finales del siglo XIX, la cual puede caracterizarse como una práctica educativa autoritaria y domesticadora .

La relación político-pedagógica se sostiene en los fundamentos mismos de la educación al lado de sus sujetos, su objeto de conocimiento y su método: la directividad, de acuerdo con el pedagogo recifense Paulo Freire, es uno de los componentes fundamentales (el componente teleológico) de la práctica educativa, es decir, que sin la presencia de objetivos mediatos e inmediatos, la educación no podría existir en cuanto tal. Lo anterior trae aparejado que la educación no puede ser bajo ninguna circunstancia, una práctica social neutral, lo cual conlleva a contrario sensu, que la práctica educativa es una actividad de carácter ético y político.

Es precisamente este carácter genuino de la política, entendida como la necesaria participación comunitaria del ser humano como un ser histórico, inmerso y actuante en una sociedad, que sueña y construye su futuro basándose en las experiencias del pasado y en sus relaciones con los demás el que se quiere relacionar con la práctica educativa como ejercicio formativo en la participación democrática sustantiva, es decir, horizontal e igualitaria, y en el fomento del sentido de comunidad y responsabilidad.

Retomando las palabras de Freire, la participación como: “Un ejercicio de la voz, de tener voz, de intervenir, de decidir en ciertos niveles de poder, en cuanto derecho de ciudadanía, que se encuentra en relación directa con la práctica educativa progresista” .

En contraste, regresando al plano de la práctica pedagógica que se ha descrito como autoritaria y domesticadora es fundamental su forma de organización vertical y anti-democrática, la cual se manifiesta principalmente en la represión de la libre expresión de las ideas tanto de los educandos como de los educadores, así como mediante la imposición explícita o subrepticia de los puntos de vista de un solo sector.

En concordancia con sus objetivos, la práctica educativa domesticadora tiene una manera particular de mostrar su verdad, es decir, revela la verdad en la visión de los dominadores. A manera de ejemplo, se pueden mencionar las justificaciones científicas o seudocientíficas del racismo o de las contradicciones del sistema capitalista.

Cabe destacar que esta caracterización no es exclusiva de la práctica educativa neoliberal, sino también de cierta práctica que dice ser de izquierda cuando en realidad toma a los individuos partícipes del proceso de conocimiento como meros recipientes (objetos) donde colocar los ideales oficiales de la justicia social.

Los argumentos anteriores plantean la necesidad ante la situación actual preponderante en México de plantearse siquiera la posibilidad de la puesta en marcha de genuinos esfuerzos por parte del estado y la sociedad civil mexicana de un proyecto de educación progresista.

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Foto: Mr. Theklan 045 – Escuela Primaria Rebelde Autonoma Zapatista

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