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9 de febrero de 2018

Por Vania Rizo

Para quien compartió sueños conmigo.

Una ruta en solitario, alimentas el sueño de la montaña o ella alimenta el tuyo, recorriendo sus venas, andando suave el llano, conduces tu victoria a la cima. Tus músculos y tendones se han adaptado a la técnica de carrera en montaña, cuando sientas perder fuerza, recuerda en lo que trabajaste y eso superará el muro.

Te exiges lo que puedes dar, tu alma sabe que lo conseguirás, confía, te extenderás en tu nuevo potencial. Consciente de cómo y qué estás pisando, avanzarás, con mucha paciencia irás conquistando cada kilómetro, la magia se hará notar con cada imagen sustraída de ese paisaje que decidiste recorrer.



Pon en esa actuación lo mejor de ti, consagra cada paso, recuerda claridoso tu objetivo, siempre pendiente del ahora, respetando las cuestas, no forzando en bajada.

Vive ese aliento, siente el fresco aire, recuerda tu libertad, conduce tu vehículo precioso a donde tus ojos sueñan llegar. Administra tu energía, adopta los ritmos que te permitan un sutil aterrizaje, cuando llegues a la meta, serás otro hombre, te elevarás y tu mirada será de amor.

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