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13 de abril de 2018

Por Vania Rizo

Una señora iba caminando con su hija delante de mi. Su lenguaje corporal algo advertía. Enseguida, le dio un golpe a la niña, me cimbró su violencia. ¿Qué puede hacer un ser humano a los 10 años, para que su madre le pegue con rabia y fastidio?.

Después de aquella escena me perdí en pensamientos. ¿Qué impacto tendrán los gritos y golpes animales de su madre?, ¿Será una madre más amorosa?, ¿Mantendrá el statu quo de su progenitora?, ¿Sufrirá?, ¿Cuántos niños los privan de ser niños?.

Para mi suerte, tres cuadras arriba, una pareja me devolvió la esperanza. Era una madre y su hijo, la señora reconocía al niño, le dijo que la palabra que había utilizado en cierta oración estaba muy bien empleada y lo felicitó con gran emoción.

Bajo este contraste de formas de relacionarse, de tratar de entender porqué se puede atrofiar tan fácilmente la empatía y el respeto por un niño -un hijo- que está en una etapa importante y que necesita prioritariamente protección, amor y guía. Me pregunté en más niveles, cómo nos vamos quedando con el dolor, cómo se llega a ser egoísta, abusivo, estancados en complejos reptilianos.



La palabra respeto connota atención, consideración, echar una mirada más de oportunidad, de tener presente un valor. Pero tal pareciera que el significado de respeto se evapora de la vida de muchos. No hay respeto por la propia ni por la vida ajena.

En recientes noticias, se repetía la falta de respeto hacia la maternidad, algo que a mi parecer es sagrado y delicado por ser una de las grandes fuentes de la vida. Escuchaba dolorosamente que han secuestrado y asesinado a embarazadas. Que han sustraído de sus vientres a los bebés, y ¿con qué fin?, ¿porqué los casos incrementan?. La respuesta puede hallarse en el lucro, en conseguir algo a costa de lo que sea, a costa de la vida de otros.

No puedo comprender qué tiene que pasar para tomar la decisión de arrebatar vidas de formas tan brutales. No puedo comprender cómo una persona decide hacer su fortuna a costa de tanta sangre, de dejar sin educación, salud, progreso a muchos.
Políticos, algunos empresarios que lucran sádicamente, personas con escasas oportunidades pero monstruosas, quieren incrementar su poder y su billete. No saben qué es suficiente, cuál es el valor de su entorno, su responsabilidad, su impacto. El egoísmo, el miedo sin freno, las desvalorización, los complejos (ideas y emociones reprimidas), alimentan en gran medida una inercia de destrucción y de individualismo lacerante.

Estoy en este mundo, me tocó esta experiencia, no estoy solo, ni lo estaré. Puedo conocerme, conociendo a los demás. Puedo comprenderlos, comprendiéndome a mi. Mi vida tiene significado y por lo tanto tiene un impacto.