A través de las palabras podemos cambiar la perspectiva, idea o la situación en otras personas.

(www.eloriente.net, México, 24 de mayo de 2019, por Psic. Fernando Arturo Alonso).- Tenía 14 años cuando leí por primera vez el poema de Juan de Dios Peza “reír llorando” y quede impresionado por la forma en que acomodaba las palabras para expresar el drama del personaje central del poema, desde siempre me había gustado como las personas cultas podían ocupar lenguaje sofisticado y adornar de manera muy agradable sus opiniones sobre algo; ahí comenzó mi interés por conocer como las palabras pueden transmitir mensajes con tanta claridad, con tanto impacto que pueden cambiar perspectivas.

Fue en la universidad, cuando iba en tercer semestre que en la materia de Teorías de la personalidad, nos pidieron leer la obra de Freud “el yo y el ello” para después hacer un reporte, nuevamente quede asombrado de como el autor podía capturar con palabras elementos propios del estudio de la mente, y no solo eso, sino también empezar a explicar cuáles pueden ser las motivaciones por las cuales las personas actúan.

Después de terminar la carrera, en el servicio social, pude experimentar en carne propia como las palabras pueden cambiar el sentir de las personas, pues en las muchas sesiones que tuve durante mi estancia en la clínica del ISSSTE, al escuchar diversidad de historias y empezar a interpretar datos importantes a partir de un modelo pre establecido, las palabras de devolución cambiaban las caras de los pacientes, así pude ver caras de asombro, de tristeza, de impacto, de lágrimas, de incredulidad, de enojo entre una infinidad de más formas emocionales que los seres humanos experimentamos.

Profundizando en el tema, el enunciado es muy simple pues es a través de las palabras que podemos cambiar la perspectiva, idea, situación en otras personas, esto se ha demostrado desde hace mucho tiempo en el caso de la poesía por ejemplo, donde grandes poetas como Shakespeare, Rubén Darío, Mario Benedetti han aportado al mundo obras que expresan un mensaje de manera tan agradable que mínimamente sorprenden.

La cuestión interesante aquí es, si las palabras tienen un valor tan importante en nuestra vida ¿Por qué en la cotidianidad, ocupamos muy pocas? Desde mi perspectiva esto tiene relación directa con nuestro estilo de vida, pues para adquirir mayor vocabulario necesitamos realizar actividades que nos permitan este objetivo como el caso de la lectura, platicar con algún experto de un tema, buscar información de contenido especializado, académico en portales en internet etc. Sin embargo como bien se sabe en México la lectura no es una de las actividades favoritas de la población, pues se estima que aproximadamente al año se leen 3.8 libros, y en términos de comprensión lectora se estima que solo 2 de cada 10 lectores comprendió lo que leyó. (García, 2018)

En este punto ya estamos hablando de cultura, pues desde la base de la sociedad (la familia) realmente no se inculca la lectura como algo necesario para aprender y desarrollar sino más bien se vuelve una actividad tediosa y aburrida, pues además tendemos a leer letra por letra lo cual hace que la lectura se vuelva más lenta y por lo tanto más aburrida.

Otro punto interesante desde el que se puede abordar esta cuestión es la neurociencia, pues como explica Facundo Manes, que es un neurocientifico argentino reconocido a nivel mundial, el cerebro siempre va a buscar ocupar los mínimos recursos posibles, por ejemplo si se nos pregunta cuánto es 2×17-9 tendremos que hacer un esfuerzo mental para poder resolver la cuestión, a diferencia de si se nos solicita la respuesta de cuanto es 2+2 que automáticamente responderemos que 4, pues este cálculo no requiere energía, es algo que hemos aprendido a tal punto que es muy fácil evocarlo; la razón de porque los seres humanos buscamos economizar energía, tiene que ver con la evolución y supervivencia, pues a nivel cerebral existen 2 sistemas, uno racional, que analiza pero que utilizar recursos cognitivos y otro intuitivo que utiliza experiencias del pasado y emocional, obviamente este sistema no ocupa recursos y por lo tanto asegura la supervivencia, lo impresionante es que a nuestros días se sigue utilizando de manera cotidiana, incluso sin darnos cuenta. (Manes & Niro, 2014)

Concluyendo es necesario hacer consciencia de cómo podemos utilizar de mejor manera nuestras palabras para tener un impacto positivo tanto en nuestras vidas como en la vida de los demás.

Referencias

García, A. K. (26 de Octubre de 2018). www.eleconomista.com. Recuperado el 22 de mayo de 2019, de www.eleconomista.com: https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/Cuantos-libros-se-leen-en-Mexico-al-ano-20181026-0075.html

Manes, F., & Niro, M. (2014). Usar el cerebro. México : Paidós.

 

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Una charla en confianza con el psicólogo Fernando Arturo Alonso.