Federico Fellini. Foto: N22

La poética de Fellini se compone de la memoria y el sueño

Por Karen Rivera/N22

“Ver al Fellini escritor es de alguna manera entender que se trata de una faceta expresiva, de una condición e inquietud creadora, que en realidad proviene de la misma fuente, por un lado es la memoria y por otro lado el sueño, yo creo que son los dos componentes fundamentales de la poética de Fellini”, comentó el cineasta Ricardo Poery.

Originario de Rimini, Italia, Federico Fellini, es considerado uno de los directores más destacados de la industria cinematográfica.  Su carrera en la gran pantalla inició como redactor de guiones. Fellini fue un artesano capaz de dar forma sobre el papel a las visiones de directores como Alberto Lattuada, Pietro Germi y Roberto Rosellini.

“Fellini llega a convertirse en uno de los guionistas más solicitados de la época, por su solvencia y sobre todo por esta cualidad de una imaginación desbordada que curiosamente no es tan frecuente en el cine, o como en el oficio del guionista”.

Ahora bien,Fellini tiene otra faceta intermedia que es la de guionista radiofónico donde además conoce a Giullieta Masina que sería su esposa y una de sus actrices más importantes. En esta faceta se empiezan a entrever sus mundos fabulosos, empiezan a salir los tópicos que después en se volverían fundamentales en su obra, por ejemplo la memoria y el recuerdo transfigurado.

A finales de 1946, Fellini conoció a quien fuera el encargado de darle forma y orden a su visón realizadora, el comediógrafo Tulio Pinelli, con quien elaboró los guiones de películas como  Roma, ciudad abierta y Paisá de Rossellini.

 “Cuenta la anécdota que de pronto se conocen en un café y uno estaba leyendo la primera plana de un periódico y el otro estaba leyendo digamos como la cuarta no del mismo periódico, entonces se hacen amigos, comienzan a platicar y se insertan como dos grandes guionistas de la industria italiana en ese momento del cine”.

Fellini se formó como guionista en lo clásico, dentro de la estructura de tres actos donde hay una historia completamente coherente que se desarrolla. “Cuando dominó esta escuela, logró llevarnos a universos absolutamente irreales, disparatados, oníricos, pero que siempre mantienen al espectador en vilo. Yo creo que ese es un gran aprendizaje para quienes hacen cine y para quienes escriben”.

Así se forjaría la carrera de un director que formó parte del neorrealismo italiano, pero que terminó por enterrarlo.

Amarcord completa



Artículo publicado originalmente en enero de 2015