Phylevn, Ciudad de Oaxaca

Por: Juan Manuel Carballido Díaz

En el transcurso de más de treinta años de oficio político, me han asaltado muchas dudas que afortunadamente he podido ir resolviendo al abrevar, por supuesto, en los libros y al retroalimentarme en la práctica política.

Una de estas dudas es: ¿cómo se explica el hecho de que una sola persona, o un grupo político puedan ejercer el poder de manera absoluta sin tener ningún tipo de contrapesos?
Pude darle explicación a lo anterior gracias a una teoría política denominada “indefensión adquirida o aprendida”, la cual:

“Es un estado psicológico que se manifiesta cuando una persona comienza a sentir que es incapaz de modificar alguna situación, comportamiento o estado mediante sus conductas. Es decir, que nuestra conducta o actos no influyen en el resultado obtenido.

Esto genera en la persona un sentimiento de falta de control sobre su ambiente y sobre las circunstancias que le rodean, siendo inútil cualquier esfuerzo que realice para el control de estos. De esta manera, el simple hecho de pensar que tus actos no modificarán una situación concreta, te llevarán a evitarla o a no enfrentarla a la misma.”

Estos conceptos dimanan de una investigación realizada por Martin Seligman, en 1967 en la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, como una extensión a su interés por la depresión.

En la lectura de esta teoría encontré la respuesta a la pregunta planteada en párrafos anteriores.

Al adecuarla a nuestro entorno municipal y tomando en cuenta que el poder no solo es ejercido por una persona, sino también por grupos organizados que cotidianamente realizan acciones con la finalidad de obtener beneficios de grupo, puedo plantear que en nuestra ciudad vivimos una suerte de “normalidad alienada” que explica que ya nos acostumbramos a soportar como sociedad las vicisitudes derivadas del ejercicio político, dogmático de gremios, sindicatos y personajes políticos.

En suma, padecemos una enfermedad psicológica a nivel colectivo que nos hace creer que todos los problemas políticos y sociales que padecemos no tienen, en absoluto, ninguna posibilidad de solución y que no tenemos, en consecuencia, capacidad para modificar, en nuestro beneficio, nuestro entorno social.



Pasos para superar una crisis

Buscando alguna forma de superar ese “síndrome” que padecemos en la normalidad alienada, encontré información (que superó mis expectativas) en el libro de Crisis, cómo reaccionan los países en los momentos decisivos del profesor de Geografía en la Universidad de los Ángeles, Jared Diamond.

El autor plantea que existe una similitud entre las crisis de carácter personal y las crisis de carácter nacional; así, después de una serie de análisis de gestión de crisis por parte de varios países (Finlandia, Alemania, Japón entre ellos) plantea una serie de pasos para superar una crisis en un Estado y que me parece posible aplicar en nuestro municipio en particular:

1. Reconocimiento de encontrarse en una situación de crisis. Es decir, debemos entender todos que tenemos problemas que nos afectan a todos y que tienen que ser resueltos por todos.

2. Asumir la responsabilidad: evitar el victimismo y la autocompasión, y no echar la culpa a los demás. Nadie va a venir a resolver nuestros problemas ya es momento de resolverlos.

3. Construcción de un cercado: el cambio selectivo. Qué es lo que tenemos que resolver y cómo lo debemos resolver.

4. Ayuda de otros países. Existen ciudades en nuestro país, así como en el extranjero que estarían encantadas en apoyarnos, hay que detectar cuáles son y contactarlas de inmediato.

5. Adopción de otros países como modelo. Hay que imitar modelos exitosos en la gestión de soluciones a problemas urbanos.

6. Identidad nacional. En este caso, como ciudad sabemos que nos definen nuestra cultura, gastronomía, arquitectura, etc.

7. Autoevaluación honesta. Sin comentarios.

8. Experiencia histórica de crisis nacionales anteriores. Tenemos problemas históricos con soluciones distintas cada tres años, nos reinventamos de manera permanente sin estrategia y sin visión de largo plazo.

9. Paciencia ante los fracasos nacionales. No hay paciencia ante los fracasos municipales.

10. Flexibilidad nacional ante situaciones específicas. Hace falta en nuestro municipio la suficiente apertura para experimentar alternativas de solución novedosas, la sociedad en general apenas participa en la construcción de soluciones.

11. Valores centrales nacionales. Es necesario buscar e identificar nuestra misión como comunidad, nuestros objetivos y por supuesto que visión tenemos de nuestra ciudad en 50 años.

12. Ausencia de constreñimientos geopolíticos. No somos un municipio aislado, compartimos destino y problemas con 19 municipios.​

Ojalá podamos iniciar un diálogo para reflexionar sobre todo ello.
Compartir estas líneas, sería un buen inicio.