eloriente.net / Artes y Tradiciones de México

14 de julio de 2012

 Por: Celia Ruiz

Guillermina Aguilar, de Ocotlán de Morelos, Oaxaca, una de las grandes maestras del arte popular mexicano, ha conseguido que Frida Kahlo sea aún más conocida, si cabe, entre los amantes del arte mexicano. La figuras, de barro, representan con mucho detalle y mimo alguno de los muchos autorretratos de la pintora mexicana.

Si uno observa las grandes manos de Guillermina, curtidas por el trabajo, se asombra del detalle y la delicadeza con el que tallan sus esculturas. Las Fridas tienen la carita finamente moldeada, con una boquita roja, pequeña, grueso entrecejo y un bigote más que incipiente, que seguro Frida no se tomaría a mal. A fin de cuentas fue ella misma la que se empeñó en reivindicarlo. Collares prehispánicos, importantes anillos y el cigarrillo entre los dedos son detalles muy fridianos que no faltan y que la hacen tan reconocible como cualquiera de sus cuadros.

Guillermina se ríe cuando me doy cuenta de que no todas las figuras que hay encima de la mesa han sido hechas por la misma mano. Bueno, me dice, toda la familia ayuda, pero aquellas de allá son las mías, me dice orgullosa señalándome las mejores.

La primera vez que visité su taller, encontré un par de libros sobre la obra de Frida que debían servirle de inspiración. No tengo ni idea de por qué no le pregunté, pero siempre he tenido una enorme curiosidad por saber cómo aquella mujer ya mayor, que se había pasado toda la vida en aquel pequeño pueblo oaxaqueño habría descubierto a la pintora mexicana, no sé si se cruzó espontáneamente quedándose para siempre o por sugerencia de algún avispado mayorista norteamericano. El caso es que la hizo suya y la supo interpretar magistralmente haciéndola de todos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto: Artes y Tradiciones de México