Por: Omar Alejandro Ángel

Florence:

Espero te encuentres muy bien. Quiero, nuevamente, agradecerte me permitas volver acercarme a ti. Sé muy bien que, hace tiempo, mis comportamientos fueron los peores y, aunque pueda estar de más, quiero  pedirte perdón. ¿Que si estoy arrepentido? Sí, muchísimo. Te digo la verdad cuando, como ahora, te confieso que no hay día que no piense en ti, en nosotros; en cómo veíamos películas y comíamos pan, con mermelada hecha por ti -ah qué delicia- en tan simpáticas tablitas. Extraño todo eso y más: anhelo las cosas que nunca hicimos. Te extraño. Me extraño en ti.

Sé que muy probablemente -casi estoy seguro, siendo racional- eso sea pasado. Pero ahora, siendo otros, quisiera que pudiéramos conocernos otra vez. Ser amigos. Me encantaría que voláramos, volver a cuando durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.

 

Como ves, me encantaría verte, Florence