Por: José Francisco Vásquez Pinacho

La ineficacia del gobierno estatal en el cumplimiento de las funciones públicas y de la realización de los objetivos de importancia social, así como en la aplicación del Estado de Derecho para garantizar la seguridad y desarrollo de los oaxaqueños, tiene como consecuencia un escepticismo en su capacidad directiva e incluso, cuestiona los beneficios y costos de la alternancia política. Las constantes manifestaciones, bloqueos e intimidaciones por parte de organizaciones políticas, sociales, sindicatos y grupos económicos, ha insertado el tema dentro de la opinión pública desde tiempo atrás.

Este mal desempeño es provocado por las situaciones de ingobernabilidad y crisis que se presentaron durante el régimen priista, además del descontento y desilusión respecto al ejercicio del gobierno de la alternancia y su déficit metódico y práctico en la dirección estatal. El problema del gobierno de Cué no es la legitimidad política –problema que sí tuvieron al menos los dos últimos gobiernos priistas-, sino el rendimiento en sus decisiones y acciones, su capacidad y eficacia para resolver los problemas sociales que implica competencia analítica, técnica, gerencial y política. Haciendo falta la coordinación y la cooperación dentro de la administración coalicionista, la cual está configurada por diferentes intereses, ideas y recursos, disminuyendo así las posibilidades de una dirección eficaz que concrete la “paz y el progreso” en el estado.

La alternancia trajo consigo la dispersión del poder político entre poderes públicos, instancias de gobierno y organizaciones políticas y sociales, logrando que éstos alcancen o incrementen su independencia y fuerza, con el resultado de que el Ejecutivo estatal ha perdido institucional y políticamente capacidad directiva. El espacio público ha crecido y en él participan cada vez más y en modo independiente un mayor número de grupos sociales en interlocución con el gobierno, el problema es que muchos de estos grupos, sobre todo los que tiene mayor capacidad de organización, se han convertido en auténticos poderes fácticos.

Como solución a este problema, dos han sido las líneas generales: la gobernabilidad y la gobernanza. La primera se refiere a una serie de condiciones que propician la capacidad de gobernar, no es algo espontáneo ni permanente, es un proceso pragmático para dar respuesta a la constante evolución social[1]; el enfoque es estrictamente gubernamental, se refiere a condiciones y comportamientos del gobierno, no atañe en ningún modo a la sociedad. Las situaciones de ingobernabilidad pueden prevenirse a condición de dotar o dotar de nuevo al gobierno con las capacidades idóneas y suficientes (desde las institucionales y coactivas hasta las fiscales y administrativas), a fin de que esté en condiciones de poder dirigir al colectivo. La actual administración al provenir de un gobierno autoritario, no dispone o no ha tenido el tiempo suficiente o la capacidad política para desarrollar en el grado requerido las capacidades que le son indispensables a fin de conducir el nuevo tiempo político.

El término Gobernanza denota el conjunto de actividades que se llevan a cabo a fin de dirigir a la sociedad, que implica la acción del gobierno pero no se reduce sólo a ella sino que incluye además la acción de actores económicos y sociales. Es el paso de un estilo jerárquico centralizado y vertical de gobernar a un estilo asociado e interdependiente del gobierno con las organizaciones privadas y sociales, lo cual hace que el gobierno tienda a gobernar mediante coordinación más que por subordinación, mediante iniciativas de diálogo, discusión, entendimientos, negociaciones, acuerdos y compromisos con los actores clave para la producción de las situaciones preferidas de vida asociada[2].

La Gobernanza es un proceso complejo y existen diversos factores en Oaxaca que lo obstaculizan: en primer lugar la pobreza y desigualdad, que hace que grandes números de población dependan de la acción estatal para satisfacer sus necesidades más básicas; la desarticulación social que impide la formación de capital social, y por ende, el incremento de la capacidad asociada de respuesta de personas y grupos a sus problemas particulares de vida y a los problemas de interés público; el nulo desarrollo financiero, productivo y tecnológico que hace que la economía dependa completamente de los recursos del Estado; el insuficiente capital humano formado para asegurar productividad, competitividad y prosperidad; y, la explicable propensión de numerosos grupos sociales a considerar que la razón de ser del gobierno es resolverles sus problemas particulares, por lo que carecen de una visión más amplia y compleja del beneficio público y de la razón de ser del gobierno.

Las dificultades reales de gobernar Oaxaca en modo de Gobernanza no cancelan sino abren la necesidad o conveniencia de hacerlo, a fin de resolver los problemas críticos o crónicos e impulsar a la sociedad oaxaqueña hacia situaciones de mayor calidad de vida. Para ello es necesario que exista voluntad de los actores gubernamentales y los diversos grupos sociales, ya que en la gobernanza rinden cuentas y tienen igual responsabilidad tanto el gobierno como la sociedad.

 

Foto: RussBowling, Algunos derechos reservados.

 

Fuentes consultadas:


[1] DROR Yehezkel. La capacidad de gobernar. Informe al Club de Roma.  Fondo de Cultura Económica. México 1994.

[2]AGUILAR, Luis F. Gobernanza: el nuevo proceso de gobernar. Fundación Friedrich Naumann para la Libertad. México 2010.