eloriente.net
25 de abril de 2014
«El mundo anhela la paz, tiene urgente necesidad de paz. Y sin embargo, guerras, conflictos, violencia en aumento, situaciones de inestabilidad social y de pobreza endémica continúan cosechando víctimas inocentes y generando divisiones entre los individuos y los pueblos. ¡La paz parece, a veces, una meta verdaderamente inalcanzable!», señaló el papa Juan Pablo II el 1 de enero de 1994, en su mensaje para la celebración de la XVII Jornada Mundial de la Paz.
«No obstante, no debemos resignarnos. Sabemos que, a pesar de todo, la paz es posible porque está inscrita en el proyecto divino originario. Dios quiere que la humanidad viva en armonía y paz, cuyo fundamento está en la naturaleza misma del ser humano», prosiguió.
Por lo que, Juan Pablo II indicó que la familia, fundada en el amor y abierta al don de la vida, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad, su papel es contribuir eficazmente a un futuro de paz. «La familia, como comunidad educadora fundamental e insustituible, es el vehículo para la transmisión de aquellos valores religiosos y culturales que ayudan a la persona a adquirir la propia identidad».
«En contraste con su vocación originaria de paz, la familia resulta, por desgracia y no raramente, lugar de tensiones y de prepotencias, o bien víctima indefensa de las numerosas formas de violencia que marcan a nuestra sociedad», añadió el fallecido santo padre.
«A veces, se detectan tensiones en sus relaciones internas. Estas se deben con frecuencia a la dificultad de compaginar la vida familiar cuando los cónyuges están lejos uno de otro, por necesidades del trabajo, o cuando la escasez o falta de trabajo los somete al agobio de la supervivencia o a la pesadilla de un porvenir inseguro», apuntó.
«No faltan tampoco tensiones producidas por modelos de comportamiento inspirados en el hedonismo y el consumismo, los cuales empujan a los miembros de la familia a satisfacer sus apetencias personales más que a una serena y fructífera vida en común», aseveró el ex representante de la Iglesia Católica.
Asimismo, mencionó: «riñas frecuentes entre los esposos, exclusión de la prole, abandono y malos tratos de menores, son tristes síntomas de una paz familiar seriamente comprometida, la cual no puede ser subsanada ciertamente con la dolorosa solución de la separación de los cónyuges, y mucho menos recurriendo al divorcio, verdadera plaga de la sociedad actual».
«Una situación duradera de paz necesita instituciones que expresen y consoliden los valores de la paz. La institución más inmediata a la naturaleza del ser humano es la familia. Solamente ella asegura la continuidad y el futuro de la sociedad».
«Por tanto, la familia está llamada a ser protagonista activa de la paz gracias a los valores que encierra y transmite hacia dentro, y mediante la participación de cada uno de sus miembros en la vida de la sociedad». Familia ¡vive de manera concorde y plena tu misión! Concluyó Juan Pablo II.
Consulta su mensaje completo del sumo pontífice Juan Pablo II, dando click a la siguiente liga de enlace.
Foto: Iglesia en Valladolid
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