(www.eloriente.net, México, a 7 de julio de 2016, por Adrián Ortiz Romero/Al Margen).- No era necesario ser un sesudo analista político para prever el grave yerro en el que había caído la Secretaría de Gobernación, al establecer como interlocutor a la CNTE, y no a la Sección 22, luego del operativo del domingo 19 de junio en Nochixtlán, Oaxaca. El atorón en el diálogo, y las posiciones irreductibles, son características de cualquier diálogo con la Coordinadora. ¿A dónde más va a ir Miguel Ángel Osorio Chong, luego de darles más vida política a sus contrapartes —que ponderan la reforma educativa sobre la justicia—, y permitirles la continuación de sus movilizaciones sin una perspectiva clara de diálogo?

En efecto, la tarde del martes sostuvieron una nueva mesa de trabajo el titular de la Secretaría de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y representantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Antes, el pasado viernes, el mismo secretario Osorio había salido a ofrecer una conferencia de prensa en la que hizo una advertencia a quienes mantenían los bloqueos carreteros en Oaxaca y Chiapas, de que se agotaba el tiempo para la distensión de las molestias a la ciudadanía. Nada ocurrió el fin de semana (los bloqueos continuaron, aunque ahora de forma intermitente). Y anteayer ocurrió ese encuentro que sólo arrojó como saldo desconcierto, junto con la previsión de un nuevo fracaso.

¿Por qué? Porque luego del encuentro, Osorio Chong salió a informar a los medios que en esa reunión se habían entregado propuestas mutuas de solución al conflicto. Evitó referirse a cuáles serían las medidas a seguir mientras ocurría una nueva mesa de negociación, en la que la Coordinadora resolviera si aceptaba o no la propuesta del gobierno federal. Y únicamente anunció que ese nuevo encuentro ocurrirá el lunes 11 de julio. Acaso el único anuncio relevante, fue que se darían a conocer los documentos intercambiados entre Gobernación y la CNTE, para que la ciudadanía conociera cuáles serán los puntos de referencia del diálogo que ocurra la próxima semana.

Esos documentos apuntan, por el lado del gobierno, lo siguiente: facilitar un proceso de diálogo con la SEP en torno al modelo educativo —no a la reforma—, en el que se aborden varios de los puntos hasta ahora esgrimidos por la Coordinadora como argumentos no contemplados en la reforma educativa. Básicamente, la propuesta de Gobernación apunta a que se generen esos espacios de discusión —en los que, dice, debe participar el magisterio nacional y no sólo la CNTE, además de la sociedad en general— para garantizar, dice el texto, “la expresión definitiva del modelo educativo nacional”.

Por su parte, la Coordinadora estableció, como sus demandas centrales para el diálogo de la semana próxima, la suspensión definitiva de la reforma educativa en todo lo que —dice— pone en riesgo la gratuidad de la educación, contraviene la visión de una educación humanista e integral, “así como lo que atenta contra nuestro empleo y estabilidad laboral”; iniciar, en lo inmediato, un proceso social de transformación educativa; y resolver los costos y consecuencias de la reforma educativa, relacionados con víctimas, presos políticos, cesados y en proceso, suspensión de pagos, retención de cuotas, etcétera.

Esta contraposición de puntos es, en esencia, la garantía de que este asunto no se resolverá ni en la mesa del lunes, ni en cualquier otra, mientras las propuestas de solución no pasen inicialmente por la justicia y por la paz de Oaxaca.

POSICIONES INFRANQUEABLES

No hay forma de que exista un arreglo digno: el gobierno federal reduce su propuesta de solución a la revisión integral del modelo educativo, sin pasar por el resarcimiento a todos los agravios de que ha sido copartícipe a lo largo de su intervención en la atención de la crisis magisterial de Oaxaca. Más allá de la reforma educativa, es claro que este problema ha dejado una larga estela de quebrantos por los que debería responder no a los maestros con la propuesta del modelo educativo, sino a todos los oaxaqueños.

Lo más paradójico de esto es que, como lo habíamos apuntado anteriormente, la Coordinadora ha aprovechado la relegitimación que le dio el gobierno federal luego del enfrentamiento de Nochixtlán —y frente a la circunstancia de que el gobierno federal encarceló a la dirigencia magisterial de Oaxaca, y después no tuvo con quién negociar—, para establecer como punto central de sus demandas la anulación de la reforma educativa porque, como lo dice el documento que entregaron a Gobernación, pone en riesgo su empleo y estabilidad laboral.

Según sus propios planteamientos, a la CNTE no ubica como demandas germinales la paz de Oaxaca o la libertad de la dirigencia seccional de Oaxaca, sino que más bien las está tratando de aprovechar para su causa de fondo, que es la abrogación de la reforma educativa. Tampoco establece como tema central la justicia —justicia pareja, valga la redundancia— que debe haber respecto a todos los crímenes y quebrantos cometidos en Oaxaca y, de hecho, pareciera que hasta rehúye a la posibilidad de abordar ese tema en concreto.

PERDEMOS LOS OAXAQUEÑOS

Por eso la perspectiva de solución es casi nula: para la CNTE el modelo educativo es la justificación para su oposición a la reforma; y el gobierno federal estableció esa propuesta no para arreglar el conflicto, sino para exhibir a la Coordinadora. ¿Al final quién pierde? De nuevo, y como siempre, todos los oaxaqueños que seguiremos, a la deriva, en medio de este interminable conflicto.

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