eloriente.net

16 de enero de 2017

Por Juan Pablo Vasconcelos

@JPVmx

“Solo estamos dispuestos a conversar con quienes piensan igual o parecido a nosotros.

El resto son la selva, los errados, a quienes no vale pena siquiera darles la palabra.

Esto es La Pecera.

El lugar donde vivimos sin contacto verdadero con la opinión de otros, sorbiendo solo lo que nos resulta familiar. Nadando en círculos”.

 

Lo que vemos en nuestras cuentas de facebook o twitter en realidad no es lo que sucede en todo facebook o twitter, sino lo que estas herramientas programan para mostrarnos a nosotros, ‘personalizadamente’, luego de analizarnos gustos, búsquedas, intereses, relaciones, entre otros muchos aspectos públicos y secretos.

Así, cuando te interesa la poesía, te van apareciendo sugerencias y recomendaciones de escritores, dibujantes, suplementos, editoriales.

Pero no es que en verdad ese contenido resulte de forma espontánea ni porque a muchos más les esté urgiendo leer lo mismo que a ti, sino que es un sistema el constructor y presentador de esta apariencia ante tus ojos, para que tú sientas confianza al navegar por ese mundo y sigas enganchado a esa red donde sorpresivamente piensan lo mismo que tú, buscan cosas afines y hasta opinan sobre temas que te resultan fascinantes por familiares.

De alguna manera, solo se presenta ante tus ojos lo que deseas mirar. Lo que ese sistema ‘sabe’ que deseas mirar.

Tampoco es distinto en otras áreas de nuestras vidas. Andamos huyendo de la confrontación, el debate y la crítica. No hay vida más cómoda que dedicar tiempo, dinero y esfuerzo en solo tratar de convencerse a uno mismo. Aunque a veces ello resulte más tardado, caro y trabajoso, dependiendo del nivel de terquedad y negociación individual al que hayamos arribado.

Pero nos sentimos a gusto con personas a quienes les apasiona la misma música y tocan el son a nuestro ritmo. De alguna manera, nos erigimos fronteras con otras formas de pensar, opinar, hablar, vivir. Consolidamos hábitos difícilmente cambiables e intercambiables, lo cual puede resumirse con facilidad con las frases: “yo soy así”, “a mis años”, “si quieren”.

Bien vista, la situación no solo es grave sino definitiva: encerrados en nuestras cuatro paredes, andamos viviendo en una fracción de mundo, con una libertad reducida en opciones y con paisajes repetitivos y cíclicos.

Así, la rutina de nuestras vidas es nadar en círculos. Por eso, nos parece que hoy estamos viviendo lo mismo que hace diez o quince años e inclusive uno tiene la sensación de que el tiempo corrió demasiado rápido sin novedades, sin profundidades.

No es el que el tiempo pase, sino es que giramos en nuestro propio eje.

¿Quién fue la última persona fascinante que has conocido?

Normalmente, es absolutamente distinta a ti, al menos en apariencia. Alguien que haya mostrado que sí hay otros mundos más allá de este mundo. Y no por atracción física sino porque sus actitudes, opiniones y vivencias resultan venidas desde lejos, desde un territorio posible pero insondable para la normalidad en que vivimos.

En mi caso, hace algunos días, un cineasta llegó a la ciudad con ideas refrescantes. De inicio, opinamos diferente, abordamos los asuntos desde perspectivas opuestas, tiene lances —inclusive físicos— que lo hacen parecer un cantante de ópera en decadencia. Yo sentado en un banco, tomándome con ambos brazos las rodillas, lo miraba pensando: “que distinto a mí, pero qué parecido”.

Casi todo lo que él decía era medio cierto pero se escuchaba completamente cierto. Entre otras cosas, porque tiene la sensibilidad de los guionistas para reducir a unas cuantas palabras o frases una complejísima realidad momentánea. Y por lo tanto llegó el momento de decidir entre escucharlo por sus expresiones o más bien aprender de su técnica.

Ya luego, mientras escribo estas líneas para ti, me doy cuenta que en otros tiempos habría tomado la determinación de levantarme y salir de esa charla sin aviso previo, pues entonces no me era ni agradable ni soportable el hecho de escuchar a nadie con quien no tuviese puentes, relación, referentes comunes.

Pero ahora pienso distinto. Creo que es precisamente el encuentro con lo diverso la forma de hallar una libertad más plena, de saborear visiones antes impensables por desconocidas, y hasta de abrir nuevas rutas por donde el alma se forje más grande.

Lo diverso, lo otro, lo distinto, lo antes desconocido y apenas descubierto, son las pequeñas respuestas a la constante búsqueda que es la vida.

Sin embargo buscamos y, cuando hallamos un resquicio de respuesta, nos parece tan extraño y revelador que procedemos a tapiar esa grieta, para que nunca más nadie se atreva a interrumpir nuestra indagación. Aparentemente, nos gusta buscar pero no encontrar.

También es posible que nos guste la tarea de uno mismo. Andar dándonos vueltas. Pensarnos, atormentarnos, castigarnos, aliviarnos. “Conócete a ti mismo”, decía el clásico y entonces el lance a nuestro mar excluye otros océanos.

Es inútil. Solo se conoce y se explica el ser humano en relación con los otros. Por eso, resulta reprochable encerrarnos en un sistema rígido, tratar de imponernos y de imponer al resto una forma de pensar, una política, un estilo.

Si nadie más idea las cadenas, no diseñemos nosotros los eslabones más resistentes.

Si nadie más pretende detener el agua, no le pongamos cristal al horizonte.

facebook por Chrsitopher

OTRAS ENTRADAS

www.eloriente.net 10 de enero de 2017 Para las personas o empresas que fueron proveedores o prestadores de servicios en el Gobierno del Estado de Oaxaca durante el ejercicio…

(www.eloriente.net; México a 12 de enero de 2017).- Por Jessica Lamadrid En la agenda cultural que El Oriente les comparte cada jueves, encontrarás en esta ocasión actividades como…

eloriente.net 10 de enero de 2016 Un día como hoy pero de hace 9 años dejó este mundo el ilustre Andrés Henestrosa. En este día Raúl Maldonado…