eloriente.net
14 de agosto de 2017
Por Juan Pablo Vasconcelos
“Hace algunos días, dejé la titularidad de la Coordinación de las Culturas, Turismo y Economía del gobierno de la Ciudad.
Fueron decenas de personas las que ayudaron a cristalizar numerosas y profundas acciones y proyectos.
Su generosidad no tiene fin.”
Aún el último día, recibí el apoyo y el afecto de mis compañeros de trabajo. Se los dije. Les hice saber que solo su generosidad, había permitido lograr tanto en este periodo de tiempo. Les dije que si todo funcionara así, la ciudad sería otra.
El agradecimiento es enorme.
Fueron decenas de personas, instituciones, amigos, voluntades, las que hicieron posible la cristalización de nuestros planes. Yo veía en sus ojos un afecto y una sed de ayudar y colaborar, que solo era necesario coordinar, orientar, liderar, para obtener los resultados. Los buenos resultados que tanta falta le hacen a Oaxaca.
En la intención y en el proceso está el arte. Porque a nosotros nos emociona trabajar, hacer, nos entusiasma la alegría del deber cumplido.
Nos contagia, por ejemplo, la satisfacción de un artista que va explicando despacio sus obras en los pasillos de Palacio, como si estuviera explicando su propia vida.
Y así como esas numerosas exposiciones que organizamos —donde jóvenes de todo el estado convirtieron esos patios en galerías permanentes—, también deben seguir las expresiones corporales de nuestros artistas en las calles; el teatro, que no puede tener escenarios más espléndidos que las pequeñas plazas de la ciudad o debajo de los árboles o interpretando intensos personajes en la ciudad más intensa del sur de México.
Debe continuar la edición de libros para fortalecer nuestra identidad cultural, es decir, para conocer, valorar e interpretar lo que somos, para darnos sentido.
Aún recuerdo la alegría de las niñas y los niños que, en los mercados públicos, aprendieron a expresar el color de sus emociones. Y también el afecto de los adultos mayores cuando cantantes, lectores, poetas, llegaban a la Casa de Día y transformaban la mañana, como solamente puede hacerlo la música, la esperanza.
Quizá por este tono y estas razones, nada de lo hecho puede desvanecerse.
Porque está ya para siempre, en las retinas de los empresarios y hoteleros, cuando salieron unidos por las calles a celebrar el aniversario de la ciudad que nos aloja. Cuando desbordaron su creatividad y fue notorio el agradecimiento que le guardan a sus trabajadores y fue grande la solidaridad que mostraron con quienes, entonces, abríamos de par en par las puertas del gobierno, por primera vez en mucho tiempo.
Porque está ya para siempre, en la memoria de taxistas, comerciantes, niñas y niños de escuelas públicas, un nuevo conocimiento, producto de los recorridos y visitas que efectuaron a monumentos históricos y a lugares emblemáticos. En realidad, visitaron lo que les pertenece, pero no lo conocían. Allí radica el valor de las caminatas y recorridos efectuados.
Como los espacios culturales ya en funcionamiento, cuyo quehacer deberá fortalecerse. Y no dejar atrás el conocimiento y los aportes del Observatorio Municipal —que ya tiene lista la observación del próximo eclipse—, del Centro Cultural Reforma —que debe cumplir su vocación de acercar a la gente a las letras y la dramaturgia—, y por supuesto, los espacios oficiales, que deben seguir desvistiéndose de burocracia, para ataviarse de creatividad y afecto por la gente.
Debe continuar el estupendo diálogo de los sectores económico, turístico y cultural, que durante este lapso de tiempo se tiñó de respeto y reconocimiento mutuo. Sí es posible trabajar juntos y ésta fue una muestra de ello.
En tiempos de desencuentros, nosotros estuvimos unidos.
Y a los tres sectores, el agradecimiento es infinito.
Porque solo así, logramos en esta ciudad —seguramente lo registrarán las próximas evaluaciones, pues está certificado— que la tramitología para abrir negocios o empresas esté mejorando a grandes pasos. Aún con mucho por hacer, hicimos indudables avances. Lo mismo para capacitar y formar a emprendedores y empresarios.
Cada tarde, era un aliciente.
Ver al equipo de Economía pendiente de la llegada de jóvenes y adultos a los cursos del día, ya en apertura de empresas o asuntos financieros, ya en manejo de redes sociales o planes de negocios. Sin formación, todo lo demás pierde cimientos. Por eso, hay que seguir impulsando los planes de capacitación y el placer del conocimiento.
Gracias al talento de los titulares de las tres áreas que coordinamos y a sus equipos de trabajo, así como del presidente municipal José Antonio Hernández Fraguas, Oaxaca de Juárez está otra vez en el mapa de la Cultura, el Turismo y la Economía del estado y del país.
Por eso, en tiempo récord, recibimos la visita de trabajo de embajadores de numerosas naciones y de alcaldes de México y el mundo. Las puertas ya se abrieron y ahora es necesario continuar las agendas de intercambio cultural y de negocios con esos destinos.
Como también con instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional, la Asociación Nacional de Ciudades Mexicanas Patrimonio Mundial, la Organización Mundial, el gobierno federal, las cámaras empresariales, las universidades locales, las secretarías de las Culturas, Turismo y Economía estatales, con quienes forjamos en todos los casos, lazos de colaboración y apoyo fraterno.
Así fue posible organizar una bellísima y renovada procesión del silencio y una semana santa de primer orden, de nivel internacional, para que los próximos años se estimulen a visitarnos de todas partes del mundo. Hay que aprovechar eso y también el lanzamiento inédito y maravilloso del Festejo a Oaxaca en el mes de abril y el Encuentro de Cocineras Tradicionales, así como la renovación de Donají La Leyenda, cuyo resplandor se recuperó y enalteció.
Por todo, es que necesitamos seguir encendiendo una luz para los poetas de Oaxaca, cuyas plaquetes comenzaron a editarse; para los guías de turistas, a quienes el municipio comenzó a abastecer de libros y materiales para fortalecer su trabajo; para los pequeños empresarios, que reciben el consejo y la asesoría para aplicar a convocatorias de recursos; para los vecinos de colonias humildes, que al levantar la mano y decir: “Yo pongo mi casa”, podían recibir en sus hogares a artistas de primer nivel y convivir con ellos y transformar su hogar en un recinto para la expresión humana.
Porque esto es lo más importante: la gente importa. No es un número, no es un ciudadano al que solo hay que soportar, ni hay que convencer.
La gente importa.
Y entonces, solamente hay que cambiar la mirada y escuchar y preguntar en qué podemos ayudar y cómo colaboramos en mejorar su día a día y en solucionar el problema que trae entre manos, que siempre es el problema más grande del mundo, porque en ese momento le mortifica y le conmueve.
Se impone seguir cumpliendo la responsabilidad de la eficiencia y la calidad, pero también —y sobre todo, no importa en qué circunstancia—, abrazar la labor como quien se juega la vida por la vida de los demás.
Estoy profundamente agradecido. Ya les compartiré nuevas apreciaciones y proyectos personales, que son las razones de nuestra ausencia, para cuya cristalización siempre cuento con todos ustedes.
Porque nada termina, todo apenas está comenzando.
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