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4 de octubre de 2018:

Por: Luis Felipe Sigüenza*

El tema de la denominación de origen del mezcal presenta una serie de enredos que desde el principio han dificultado el manejo comercial de este producto y confrontado a propios y extraños. La confusión se basa, por un lado, en la ignorancia y, por otro, en el abuso, es decir, prolifera la mentira, la simulación y el engaño.

¿En qué falla la denominación de origen para el mezcal? En el espacio geográfico que alcanza: es como querer hacer una denominación semejante para el queso o para el vino, donde todo el queso o el vino de un país quepa en una sola denominación.

Existen tantos mezcales como regiones mezcaleras y su producción se fundamenta en múltiples tradiciones y técnicas para su procesamiento, así como en el uso de diversas especies de agaves, cultivadas o recolectadas en zonas geográficas diferentes.

El antecedente que entrampa todo está en la absurda denominación del tequila de 1974, que debió haber sido, si se hubiera hecho correctamente, como “Mezcal de Tequila”(tal y como lo cantaba con toda certeza Jorge Negrete en su rola “Cocula” de 1943), y no como “tequila”, que es en sí su denominación de origen. El mezcal de la Comarca de Tequila es el obtenido en el municipio de Tequila, Jalisco, y otros municipios aledaños plenamente tequileros, ubicados en la Cuenca del Río Bolaños, nada más y nada menos. En cambio, esa denominación se le dió a los mezcales producidos en los 125 municipios de Jalisco, 30 de Michoacán, 8 de Nayarit, 11 de Tamaulipas y 7 de Guanajuato.

¿Por qué este absurdo geográfico? Por la ignorancia del consumidor y el abuso del productor, interesado en ampararse en una marca “tequila” con una denominación de origen mal planteada: el mezcal de la Comarca de Tequila no hubiera abarcado más de 20 municipios y no los 191 que hoy tienen dicha denominación. ¿De qué sirve una “denominación de origen” que no tiene un sustento geográfico que dé certeza de dicho origen? Pues sirve para los intereses mercantiles de quienes, por las buenas o por las malas, entran en la dichosa denominación.



1994

Cuando Oaxaca planteó 20 años después, en 1994, una denominación de origen para el mezcal cayó en dos errores: el primero fue no haber planteado la denominación de origen para el “mezcal de Oaxaca” el más conocido, vendido y buscado en el mercado de bebidas espirituosas de entre todos los mezcales de México —dado que el tequila ya se había descartado como mezcal, amparado en su propia denominación y porque desde entonces se reconocía que no existía sólo el mezcal de Oaxaca, pues era clara la existencia de mezcales elaborados y consumidos por todo el México Central y zonas aledañas, desde Durango hasta Oaxaca.

El segundo error, fue haber planteado en aquella primera solicitud la denominación de mezcal para Oaxaca, Guerrero, San Luis Potosí y Durango, pero sólo para ciertos municipios de los Valles Centrales de Oaxaca y no para todo el estado, o por lo menos para los municipios ancestralmente productores de todos los Valles Centrales y muchos otros municipios de La Mixteca, La Sierra Norte y la Sierra Sur, históricamente productores de mezcal.

Así, en el documento publicado en el Diario Oficial de la Federación de fecha 28 de noviembre de 1994 se habló torpemente de una “región del mezcal del estado de Oaxaca” que incluía “los municipios” (queriendo decir distritos, figura que para la Federación no existe) de Sola de Vega, Miahuatlán, Yautepec, Tlacolula, Ocotlán, Ejutla y Zimatlán.

Este error, del que fue directamente responsable la entonces Secretaría de Desarrollo Industrial y Comercial del Gobierno del Estado de Oaxaca, no sólo no se corrigió sino que se profundizó ante la inconformidad de Santiago Matatlán, que al no verse en la lista reclamó, a través de su Unión de Productores de Mezcal, que se le incluyera, siendo que ya estaba incluido si se hubieran dado cuenta que la dichosa “región del mezcal” se refería a ex distritos y no a municipios, cosa que el Gobierno del Estado no aclaró.

Así las cosas, el estado de Oaxaca, con sus 570 municipios de los cuales por lo menos la mitad están directamente implicados en la producción de mezcal, quedó en la norma con sólo siete municipios enunciados.

¿Qué ha pasado desde entonces? Tras varias modificaciones, cada vez más entidades, empujadas por el auge comercial del mezcal, han insistido en subirse a una “denominación de origen” que tiene todo menos ser una verdadera denominación. Es como si todos los productores de quesos en Francia quisieran utilizar la denominación “queso de Francia” para sus productos, cuando en ese país, por ejemplo, existen 46 diferentes denominaciones para sus quesos. Eso es algo en lo que casi nadie pone atención en el caso del mezcal, ya que predomina el interés puramente mercantil que les otorga a ciertos comercializadores, que no productores, subirse al prestigio y camino andado por el mezcal de mezcales: el tradicional de Oaxaca.

¿La solución? Oaxaca ya debió hace mucho corregir los yerros cometidos desde el principio con la famosa denominación mal hecha de 1994, a la cual le han metido mano de manera abusiva quienes solo buscan lucrar sin medida con esta maravillosa bebida, y en su lugar solicitar una denominación de origen para el “Mezcal de Oaxaca”, que abarque a sus 570 municipios o por lo menos a aquellos, más de la mitad, que pueden documentar una producción legítima e histórica.

Y para la otra, hacer las cosas bien desde el principio y no olvidar que todo aquel argumento económico para una denominación de origen que desprecia el fundamento cultural, histórico, geográfico y social, no tiene porvenir; mucho menos, cuando la producción ancestral de los humildes maestros mezcaleros sigue siendo sustraída de manera implacable y la marginación de sus familias prevalece, en las campiñas indígenas de Oaxaca, ajenas a estos enredos, esperando un mejor amanecer.




*Consultar aquí.