Imagen: @The Leftovers Season 3 set in Austin

El cine siempre ha sido un fuerte aliado de la literatura al momento de trasladar a imágenes las diversas aventuras que se narran en el pasar de las páginas, condensándolas en un metraje que permite que la magia de las palabras cobre vida en pantalla.

Desde tiempos inmemorables, ha persistido el debate sobre cuál de los dos artes es superior: evidentemente, no hay respuesta para ello ya que ambos son especiales a su manera, pero cuando se trata de tomar una obra de origen literario para hacer con ella una adaptación cinematográfica, muchas veces se le quiere exigir a la película el nivel de la novela, lo cual podría resultar injusto si tomamos en cuenta que en ese contexto, una  novela tiene más libertades porque apela a la imaginación ilimitada  del lector, mientras que un filme hace frente a diversas limitaciones debido a que tiene que reconstruir esa misma realidad que el lector puede construir sin restricciones  y plasmarla en el mundo físico.

Al final, hay que tomar en cuenta que son experiencias distintas que no se contraponen necesariamente la una a la otra, después de todo, hay una especie de consenso respecto a que las mejores adaptaciones cinematográficas no son necesariamente las que sean totalmente fieles a lo que se narra en las páginas de una novela, sino aquellas que captan su espíritu y lo transforman en lenguaje cinematográfico. 

Esa unión entre cine y literatura  ha funcionado a la perfección durante mucho tiempo, por lo que era muy común que diversas novelas o sagas literarias fueran llevadas al cine en forma de película, pero hasta hace apenas unos años, los autores poco imaginaban que durante el Siglo XXI su mejor aliada sería la pantalla chica y no la grande, pues los showrunners de la tv encontraron en las series televisivas una excelente vía para llevar a cabo una adaptación, después de todo, la mecánica  narrativa de las series es más parecida a la de los libros.

Veámoslo de este modo: cuando se tiene que adaptar una novela al cine, se vuelve complicado condensar tantas páginas en apenas dos o tres horas de metraje, por lo que es muy común que varias sub-tramas queden eliminadas y, a veces, es imposible representar la evolución paulatina que atraviesa un personaje a través de varios capítulos en un libro. En cambio, las series de televisión, por contar su historia a lo largo de varios episodios, justamente permiten incorporar tramas que quedarían fuera en una película y desarrollar dichas evoluciones de una manera más acertada.

Aunque parezca extraño, las adaptaciones de novelas literarias a formato de series son algo relativamente reciente, lo que de alguna manera  tiene que ver con el hecho de que antes la tv no era tomada tan en serio como el cine y las historias más ambiciosas estaban destinadas a cobrar vida en la gran pantalla; que también siendo justos, hay varios ejemplos de películas basadas en libros que son grandiosas.

Como es bien sabido, desde inicios del Siglo XXI, la tv se ganó el respeto que no había tenido durante muchos años gracias a  programas de gran calidad que empezaron a propiciar que ciertos libros fueran llevados a la tv, principalmente en formato de miniserie (o sea de una única temporada).



De lo anterior podemos citar ejemplos como Los Pilares de la Tierra, Mildred Pierce, Historias de Nueva York, Sentido y Sensibilidad, Hermanos de Sangre, El Alienista  y El Tiempo Entre Costuras, por mencionar algunos.

Evidentemente, tras comprobarse lo funcional que resultaba trasladar una novela al formato televisivo, se dio el banderazo de salida para ya no solo adaptar novelas, sino también sagas literarias, después de todo, se trataba de una materia prima de mayor utilidad para la televisión ya que permitía sostener la historia por varias temporadas, a diferencia de las tradicionales novelas que por contar la totalidad de su historia en un único tomo, a lo mucho podían servir de material para una sola temporada.

Así fue que arribaron exitosos programas como Bones, Sherlock, The Vampire Diares, The 100, Outlander, Lemoney Sniket o True Blood , los cuales tienen en común el estar basados en sagas literarias y que se mantuvieron varios años en pantalla (Bones duró un total de 10 temporadas).

Sin embargo, el caso que nos ocupa ahora se refiere a un fenómeno que aunque ha tenido sus precedentes, se  podría decir que es reciente y durante los últimos años ha tenido un  mayor auge: se trata de aquella series que aunque de inicio estaban basados en una novela o saga literaria, una vez que agotaron su argumento decidieron continuar la historia a partir creando su propio material original y completamente nuevo. Es ahí donde la cinematografía  decide tomar las riendas de la narración y continuar una historia que la literatura ya daba por concluida.

Es cierto que el cine ya había tenido unos cuantos antecedentes de dicha cuestión, pues de El Padrino sólo existía una novela y eso no fue impedimento para filmar una segunda parte que, aparte de que cuyo guion  fue escrito por su mismo autor Mario Puzzo,  para muchos superó a su predecesora. También podríamos meter a colación el caso de de Blade Runner 2049 o las secuelas de Jurassic Park que continuaron sus historias a pesar de que las novelas en que se basan las habían concluido en su único tomo. Caso parecido podremos atestiguar próximamente con la segunda parte de Call Me By Your Name a pesar de que no existe una continuación de la novela.

Independientemente de lo anterior, se tratan de casos aislados y atípicos en la gran pantalla, que aunque no se le resta mérito, es mucho más sencillo continuar una historia basada inicialmente en una novela para un filme de dos horas, que sostenerla durante varios episodios y en varias temporadas, que es lo que la tv ha venido haciendo.

A continuación; haremos un recuento de aquellas adaptaciones de la tv que aunque originalmente estaban basadas en alguna saga o novela, una vez que agotaron su argumento se vieron obligadas a continuarla  la historia  construyendo su propio material original, enfrentándose al reto de respetar la esencia de un argumento ya concluido (o inconcluso, en algunos casos) por la literatura y continuar esa premisa con la mayor coherencia posible para así llevarla hacia un nuevo desenlace.

Game of Thrones

Se trata de la serie ideal para comenzar este recuento, no solo porque se convirtió en todo un hito de la cultura popular en esta década, sino porque además podríamos apostar que en sus inicios el show no contaba con que eventualmente tendría que continuar la saga aún inconclusa de George R. Martin una vez que rebasara a los tomos ya publicados. Ese fue el quid de Juego de Tronos, pues desde el comienzo de su producción, la saga Canción de Hielo y Fuego en la que se basa todavía no estaba terminada, pero con 5 tomos ya publicados, los showrunners creyeron que para cuando adaptaran el quinto libro, las continuaciones ya estarían publicadas, pero éstas nunca estuvieron listas y los guionistas de la serie tuvieron que continuar la historia a cappella.

Aunque en su inicio, las dos primeras temporadas abarcaron cada una el tomo 1 y 2 en su totalidad, a partir de la tercera temporada los guionistas empezaron a desacelerar el paso (quizás desde ahí ya olfateaban que las novelas restantes no estarían listas) y a veces dividían un solo libro en dos temporadas. Durante esas primeras 6 temporadas, Game of Thrones mantuvo un nivel excepcional, convirtiéndose en una de las adaptaciones más precisas y mejor elaboradas por la cinematografía, respetando el espíritu de la novela y llevándola a un nivel pocas veces visto en la televisión. Claro que, en el caso de esta serie, una vez que transitó de ser una adaptación a continuar la historia de manera original, la calidad se vio un tanto comprometida y ello fue el detonante para desembocar en una temporada final que es considerada una de las peores de la tv.

Aunque en realidad fue desde la sexta temporada en que empezaron a trabajar sin contar con un libro como base, en ese punto todavía lograron mantener el nivel, ya sea porque aún tenían algunos pasajes de las novelas que no se habían adaptado y por la pauta que les marcaba Martin en ese momento. Sin embargo, para la séptima y octava la serie traicionó todo lo que la había convertido en algo grande, ya que descuidaron la psicología de los personajes, desarrollo de las tramas y agudeza de los diálogos para enfocarse en un (eso sí) grandilocuente espectáculo visual.

Eso no hubiera sido particularmente un problema si tomamos en cuenta que desde sus inicios la serie fue un espectáculo en toda la extensión de la palabra, pero en ese momento nunca se dejó de cuidar la calidad de la trama, los diálogos y el perfil de sus personajes (que a estas alturas queda claro que eso siempre fue más bien mérito de su autor). De hecho, en las primeras temporadas aunque no faltaron las escenas de acción bien ejecutadas, realmente las secuencias más memorables eran aquellas con largos  y elaborados diálogos.

Evidentemente, al ser  Martín la mente detrás de la obra maestra, los guionistas demostraron ser unos excelentes adaptadores, pero no muy buenos narradores, ya que la manera en que se llegó al desenlace sin tener material literario como base, dejó bastante que desear y contravino todo lo que se había venido desarrollando a lo largo de su paso por la tv, pero igual se debe reconocer el mérito por ser  uno de esos extraños casos en que la cinematografía concluyó la historia antes que la literatura, ya que aunque de momento la saga de libros sigue inconclusa , tarde que temprano conoceremos el desenlace de las novelas y podemos comprobar qué tanto se aproximó la serie al final oficial de la historia.



13 Reasons Why

En un tono un poco más de novela juvenil, 13 Reasons Why  de Jay Asher  logró la aprobación de los lectores adolescentes que se entregaron a la dramática historia de Hannah Baker, quien a lo largo del libro explica las 13 razones que la llevaron a quitarse la vida. Son justamente 13 los capítulos en los que se divide la historia y en ese mismo número de episodios fue que los guionistas agotaron la totalidad de la historia planteada en la novela al momento de adaptarla para la tv. Se dice que en realidad este programa fue concebido para ser una miniserie de una única temporada que concluiría una vez se terminaran de adaptar las páginas de la novela, pero tal fue su éxito que los showrunners se aventuraron a producir una segunda y tercera temporada, aun cuando la novela no cuenta con continuación  alguna.

Así fue que entre los críticos surgió la pregunta de qué tan necesaria o viable será una continuación cuando, de entrada, el título de la novela hace alusión a que la historia se desarrolla a partir de revelar cuáles fueron las 13 razones por las que su protagonista toma la fatídica decisión de suicidarse y si ese objetivo ya había sido cumplido, no había gran justificación o necesidad para continuarla.

Sin embargo, vale la pena destacar que aunque la novela sin duda tiene suficientes méritos propios, la serie de tv fue un poco más allá dándole más profundidad a la historia  dotándole también de un mayor dramatismo lo cual fue muy aplaudido incluso por los admiradores del libro y, aunque ciertamente la parte medular de la trama fue abordada en la primera temporada en su totalidad, el material original ofrecido desde la segunda temporada es muy respetuosos con la premisa original y acierta sumando matices a los personajes de manera que podamos comprender mejor su actuar.

El libro, de alguna manera, cierra la historia de Hannah al final de la novela, y aunque la serie abarcó por completo ese arco en la primera temporada, para continuarla se decidió no trastocar la esencia original del relato y, en cambio, ofrece un avistamiento de cómo afecta la muerte de Hannah en el resto de los personajes, además de que nos permite comprender un poco de su pasado y las consecuencia del suicidio en la comunidad, produciendo una catarsis que se va intensificando hasta provocar un clímax emocional conforme avanza el metraje. El show está por estrenar una tercera temporada en la que se enfrentará el reto de continuar con el acertado tono de la segunda y probar si está dispuesta a empezar a cerrar la trama o si continuará el relato ya finalizado en las páginas por algunos años más.



Dexter

Un peculiar ejercicio de adaptación en la tv, ya que a diferencia del  caso de Game of Thrones  en que hubo un momento que los guionistas se quedaron sin material para adaptar, Dexter decidió por voluntad propia transitar a ser un programa  con trama original.

La primera temporada se basó en El Octavo Pasajero que es  a su vez la  primera entrega de la saga literaria que sigue las aventuras de Dexter Morgan, un especialista forense que reconoce tener una necesidad de matar que no puede controlar, lo que lo lleva a desarrollar un código de manera que pueda satisfacer ese impulso asesinando a aquellos villanos que logran escapar de la acción de la justicia después de cometer algún crimen. Es así que el personaje se convierte en una especie de antihéroe, pero siempre consiente que aunque está faltando a la moral, al menos utiliza su adicción para hacer el bien sin dañar inocentes (como quiera que mejor se vea).

La primera temporada fue todo un éxito entre la crítica y el  público, además de que se halagó la manera de adaptar muy acertadamente una historia retorcida con un protagonista sumamente complejo, pero cuyo espíritu lograron captar a la perfección  trasladándolo de las páginas a la pantalla, labor bastante compleja ya que en la novela  el personaje mantiene habitualmente diálogos internos en  a partir de los cuales diseccionan su esencia. Tras haber capturado a la perfección el material de su materia prima, fue un tanto inesperado que para la segunda temporada y posteriores continuaciones, los showrunners optaran por no seguir la pauta marcada en los libros y continuar por  la libre.

Aunque algunos seguidores del programa se mostraron un tanto escépticos respecto a si ello funcionaría, poco a poco fueron descubriendo que los guionistas hicieron suya la trama  y la reinventaron de una manera que funcionab a perfecto para la tv. No es que haya terminado siendo algo mejor o peor, sino que hicieron algo diferente con la historia que para empezar nunca desentonó con sus bases y aparte la llevó a un rumbo distinto que fue llevando al personaje a su máxima capacidad.

Cierto es que quizás en sus últimas tres temporadas el listón bajó considerablemente, aunque ello se debió más que nada a que no supieron detectar el momento indicado para concluirla de manera que la terminaron estirando más de lo debido, pero si hacemos a un lado esas últimas temporadas y nos enfocamos en las 5 primeras, podemos apreciar un show que hizo una nueva lectura de una historia de por sí atractiva y le dio un giro bastante elocuente de manera que el personaje de la novela viviera sí una aventura distinta en la pantalla, pero siempre a la altura de lo que acontece en las páginas.

Sex and the City

Este programa quizás fue una adaptación demasiado libre desde sus inicios, pero de igual manera vale la pena retomarlo porque fue uno de los precursores de esa “Era Dorada de la TV” que estamos viviendo y además uno de los primeros ejemplos de una serie que transita de ser una adaptación a ser un show completamente original.

La primera temporada estuvo basada en el libro homónimo escrito por Candance Bushnell el cual era principalmente una antología de artículos publicados por ella en The New York Observer, aunque con un peculiar toque semi-novelesco en su narrativa. Por su naturaleza periodística ensayística, evidentemente fue necesario que desde sus primeros episodios, la serie adaptara dichas columnas traduciéndolas hacia  una trama cómico-dramática con cierto hilo conductor, pero siempre respetando la premisa del libro ya que el planteamiento de los ensayos quedaron plasmados en dichos capítulos y las reflexiones esgrimidas por su autora eran canalizadas a través del personaje de Carrie Bradshaw.

Claro que por ser un material un tanto breve a comparación de otro tipo de novelas, el libro fue abordado en su totalidad desde la primera temporada y dado el éxito que suscitó ésta al grado de convertirse en un estandarte del feminismo en la televisión de finales de los noventas, para la segunda temporada y subsecuentes los guionistas tomaron la esencia ya esbozada por Bushnell de manera que el show siguiera invitando a la reflexión a la audiencia, con tramas completamente originales que se extendieron durante 5 temporadas más en el cual el móvil de su autora siguió permeando  en la historia.

A la fecha, Sex and the City es considerada una de las comedias que más influyeron a la sociedad estadounidense desde su transmisión y no deja de sorprender el hecho de que hayan tomado un material no precisamente adaptable para hacer con él arte en formato televisivo.



The Leftovers

Aunque se trata de un programa más discreto que pasó desapercibido entre las grandes masas, sí que logró ganarse un grupo de fieles seguidores además de ser seleccionadas por diversos críticos como una de las mejores series de la década. No es para menos, si de por sí la serie salió airosa al momento de adaptar un material literario tan complejo y extraño como la novela Tom Perrotta, no conforme con ello los guionistas sorprendieron una vez más cuando decidieron continuar la historia tras agotar el material literario al finalizar su primera temporada.

En este caso, debemos decir que este show pasó de ser bueno a grandioso cuando dejó de ser una adaptación a ir por su propia cuenta; pues aunque  la primera temporada fue de por sí bastante eficiente, en parte se veía un poco atada por el mismo material literario al cual siempre fue bastante fiel, pero una vez que el show se liberó de esa atadura, se superó a sí mismo convirtiéndose en un fenómeno único que llevó una historia de por sí atractiva a límites insospechados y lugares poco comunes en la tv.

La novela  asentó las bases que servirían como cimiento sobre el cual la serie expandiría ese universo dotándole de otros matices, ya que desde la primera temporada los guionistas empezaron a detectar el potencial que tenía la historia dándole mayor desarrollo a algunos personajes secundarios que no tenían tanto peso en la novela  de manera que cuando dio por completo el salto de crear su propio material original,  todos sus elementos se elevaron creando una sinfonía de sensaciones que llevó lo narrado por las palabras más allá de lo que acontecía en las páginas.

La serie supo cuándo era el momento de despedirse y salió por la puerta grande en uno de los mejores capítulos finales de la tv (probablemente el mejor desde Six Fit Under) que además de hacerle justicia a su materia prima, concluyó uno de los ejercicios audiovisuales más innovadores y satisfactorios de esta década.

The Handmaid´s Tale

Desde que se publicó la novela escrita por Margaret Atwood en los ochentas, El Cuento de la Criada se convirtió en un manual de la literatura distópica al nivel de la también célebre 1984 de George Orwell. Atwood siempre se destacó por su crítica del trato de las sociedades hacia la  mujer y sus palabras nunca perdieron vigencia de manera que la adaptación que hace la serie de la historia se sienta más contemporánea que nunca.

La novela ya había sido llevada al cine con anterioridad  y quizás por el hecho de que el filme no le hizo mucha justicia, la serie decidió retomar la premisa modernizando un poco el relato, pero siempre manteniendo el pulso convirtiéndolo en un tratado feminista de la cinematografía.

La primera temporada fue una adaptación sumamente fiel de los eventos acontecidos en el libro y, dado que por su naturaleza distópica éste ofrecía un final hasta cierto punto abierto, fue muy factible para los guionistas continuar el material base de la autora desarrollando líneas argumentales así como diálogos  tan potentes que cuesta creer que la segunda y tercera temporada (que son las que hasta ahora se han estrenado) no estén incluidos en la novela. Ello es en gran parte resultado de que así como Mario Puzzo en El Padrino II, su autora Margaret Atwood se ha involucrado en el desarrollo de la historia, de manera que el destino de los personajes y de ese mundo fatalista están en buenas manos.

Es de reconocer que la serie siempre ha estado muy bien escrita, pero más allá del guion, su principal fortaleza es que se trata de una pieza que se aproxima mucho más a la ejecución cinematográfica que a lo que la pantalla chica nos tiene acostumbrados, por lo que abundan secuencias cargadas de simbolismo e imágenes de gran belleza que rematan el impacto necesario para contar esta historia.

De hecho, aunque el libro fue publicado hace ya más de 30 años, a raíz del éxito que ha suscitado el show, la propia Atwood se animó a escribir una continuación de su novela que se sitúa 15 años después de lo acontecido en su primera parte. Se trata de todo un suceso, en primera porque es una de las pocas ocasiones en que una continuación cinematográfica motivó el lanzamiento de una segunda parte literaria y, además, porque la serie tendrá la oportunidad de desarrollar un camino que le permita llegar al desenlace de esa nueva novela.



Big Little Lies

Aunque la novela en que se basa esta serie concluyó satisfactoriamente la trama en su desenlace, ello no fue impedimento para que los guionistas idearan nuevas tramas para continuar una inesperada segunda temporada, decisión arriesgada porque el libro base de alguna manera narra acontecimientos bastante concretos difícil de ser retomados tras su final, pero los showrunners solucionaron dicha situación llamando a la autora como asesora, siendo ella quien diseñó la idea sobre la cual descansa el argumento de la continuación y es que a pesar de todo, al ser una serie fundamentalmente de personajes, estos todavía tenían mucho que decir.

Tras una primera temporada hipnótica que además de salpicar la historia con un aura de cine independiente, el material literario fue traducido al cinematográfico apoyándose en secuencias oníricas cargadas de poesía, además de que con tan explosivo elenco era difícil no capturar las emociones de las protagonistas.

La primera temporada contó ya de por sí con un reparto de primer nivel que incluía rostros de la talla de Nicole Kidman, Reese Whiterspoon, Shailene Woodley y Laura Dern. Como si eso no fuera suficiente, para la segunda temporada reclutaron a Meryl Streep para un personaje original escrito específicamente para esa continuación y si hubo algunos escépticos respecto a continuar una trama ya concluida en la novela, una vez que se reveló que la veterana actriz se unía al show, ni siquiera los escépticos pudieron objetarlo y con razón, ya que en ningún otro proyecto televisivo se ha reunido a semejante grupo de estrellas de manera que la tv ahora sí parece la gran pantalla.

La segunda temporada ha recibido la aclamación de los críticos y la audiencia reconociendo que el ya de por sí jugoso drama de su antecesora ganaba profundidad en esta continuación, haciendo gala de un humor negro y a su vez de un apasionante tour de force de los personajes que la han convertido en algo más bestial de lo que de por sí ya era.

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