Ilustración de 72 Kilos

Enjuagar el rostro, secarlo un poco y mirarse al espejo. Se necesita limpiar la piel y refrescarla, detenerse un momento y observar lo que hemos hecho de nosotros. Podemos distinguir en un sitio público quien está en su centro y quien está a expensas de la validación del otro. Lo notamos en la sonrisa libre y en los ojos resentidos.

Vinculo la libertad y el resentimiento con el amor propio. Cuando se vive desde la apreciación de sí mismo el panorama es marcadamente distinto a cuando falta. ¿Pero qué es el amor propio?, seguramente se ha escuchado al menos en una ocasión, y quizás se deje pasar el tema como una obviedad hasta que necesitamos comprenderlo e incorporarlo.

Hay varios motivos que se reúnen y te agotan. Te cuestionas la fuente de lo que experimentas y sospechas que has sido hostil contigo. Lo cual puede llegar a sonar ilógico porque se creyó amor inherente, pero el cuerpo dirige otro mensaje. Por lo tanto dialogar de amor propio es hablar de límites, es saber hasta dónde podemos llegar en cada aspecto de nuestra vida, y actuar en congruencia para estar en paz. Aunque por momentos se complique, dificulte y falte la fuerza de la disciplina.



Ese amor propio del que hablo es justo y no caprichoso, es un viaje que no siempre será cómodo, pero es respuesta a todo plazo. Para algunos resulta ser el concepto más complejo de aprehender y comprender, otros viven el extremo de su desconocimiento.

En lo personal, llegué a su apreciación por varios mensajes claros de mi cuerpo. Aunque me he involucrado en la cultura de la salud mental, y desde hace tres años decidí ir a terapia porque me di cuenta que necesitaba un guía, nuevas perspectivas para poder gestionar mejor mis pensamientos y emociones, te das cuenta que la higiene mental va adherida a la autoestima y es una elección diaria. De tal suerte, admitir la vulnerabilidad humana, saber que cada emoción que experimentas te da un mensaje, lleva a la comprensión y al compromiso de sostener una vida responsable y despierta.