Mientras varios países de Europa están levantando progresivamente la cuarentena, otras naciones que ya lo habían hecho, vuelven a endurecer las medidas sanitarias ante un repunte de los casos en ciertas regiones. Temen una segunda ola de contagios. Es el caso en Alemania, Corea del Sur e incluso China.
Corea del Sur, considerada un modelo en la gestión de la crisis sanitaria, registró este lunes 35 nuevos casos, el mayor número de nuevos casos en más de un mes. Sobre todo, el hallazgo de un nuevo foco de contagio en Seúl hace temer un rebrote de la pandemia en el país.
Después de frenar la propagación del virus y flexibilizar las restricciones, las autoridades de la capital surcoreana decidieron este sábado cerrar todos los bares y clubes, ante un evidente aumento de los casos de COVID-19, en particular en personas que estuvieron en los clubes gays del barrio de moda de Itaewon.
Las autoridades municipales han llamado a todos los que han estado en la zona durante las últimas dos semanas a someterse a pruebas e intentan localizar a «miles de personas» que frecuentaron estos establecimientos nocturnos. Pero esta vez, el eficaz sistema surcoreano, que se basa en el rastreo de los casos de contacto y las pruebas rápidas, está mostrando sus límites.
La minoría LGBT, blanco de discriminaciones en numerosas familias y lugares de trabajo en Corea del Sur, se resiste a realizar la prueba de covid-19 por miedo a ser excluida si su orientación sexual es revelada.
Este nuevo foco nos hace entender «que esta situación se puede presentar en cualquier momento», destacó el domingo el presidente surcoreano, Moon Jae-in.
China también teme una eventual segunda ola. La metrópoli de Wuhan, epicentro mundial de la pandemia, registró este fin de semana su primer caso local desde el 3 de abril. Y la ciudad de Shulan, de 670.000 habitantes, volvió este lunes a imponer la cuarentena, con transportes públicos y taxis paralizados, luego de registrar once nuevos casos durante el fin de semana.
Y en Alemania, otro Estado considerado ejemplar ante esta crisis, se está superando el tope fijado de 50 nuevos contagios por cada 100.000 habitantes en tres cantones del norte, del este y del oeste del país. Dos cantones volvieron entonces a decretar la cuarentena, otros lo están evaluando.
Presionada por las regiones, la canciller Angela Merkel aceptó el jueves pasado nuevas etapas de desconfinamiento – la casi totalidad de las restricciones impuestas desde mediados de marzo han sido levantada en Alemania – pero temía un repunte de los casos. Y este fin de semana, el Instituto Koch que vigila la epidemia en el país alertó que la tasa de infección nacional pasó de 0,7 a 1,1 en pocos días, lo que indicaría una tendencia al alza.