MARCHA LGBT+
MARCHA LGBT+ en Oaxaca
Por: Eva Bodenstedt
¿Por qué color comenzar cuando el arcoíris se compone al final de la unión de todos sus componentes?
Para iniciar la marcha LGBTQ en la Ciudad de Oaxaca de Juárez, la cita es en la Plaza de las Siete Regiones. No se sabe aún que será la quinta más grande del país detrás de las de Monterrey, Guadalajara, Mazatlán, Cancún, y un día antes, en la Ciudad de México, y a las dos de la tarde del día tan esperado por tantas almas en tantos países de todo el mundo, inicia a llenarse la Plaza con una infinidad de vestuarios, tonos, telas personalidades y personajes, que las siete mujeres estáticas para siempre, con el único color del material con que fueron hechas, contrastan con aquellos que encienden este 26 de junio del año 2022 el día de la gloria en todos sentidos, porque lo que abunda son sonrisas, alegría, un triunfo íntimo-colectivo en cada rostro, en cada cuerpo que no se detiene, que se ha vestido como le da la gana, como mejor se siente, con las prendas que mejor lo identifican, y a partir de ello, en esta fiesta colorida, las emociones estallan como bombas constantes con la suficiente pólvora para incendiar cada átomo e incluirlo en la diversidad plena que se abre como el abanico contundente de una mujer, un hombre, no lo sé, vestidoa de negro, con la mirada retadora de alguien que no permite que se le acerque, que impone. Cuando lo abre, detona un sonido de determinación tal, que claro, eso es en definitiva lo que se respira en el carácter de esta marcha. Determinación.
Las edades de los participantes son todas, hay desde bebés y niños que ya nacen en esta nueva etapa de aceptación a la diversidad y a la decisión propia de ser quien se es, hasta los que llevan aquí seis o más décadas siendo felices con el sexo con el que les tocó nacer y aceptan abiertamente incluir y no excluir a quienes hoy ya no sufren, al menos en la sociedad abierta, por tener atracción por su mismo sexo o desearlo transformar como la ciencia lo permite; o aquellos que lucharon contra viento y marea por tener el derecho y el respeto de haber nacido, o decidido ser, diferente.
«Hay que comer de todo»
En los carteles también hay una diversidad asombrosa de párrafos y mensajes, desde el que dice “Soy homosexual porque mi mamá dice que hay que comer de todo”, hasta el que dice “No voy al pan, voy por tortillas”, y el que no lleva letras sino a un Mickey Mouse con la oreja roja y de ahí hacia abajo, el naranja, el amarillo, el verde, el azul y el morado. Los vestuarios van desde los más estrafalarios de colores rosas, morados, con capas tan largas como velos y vestidos de novias reales, de película, hasta el que se viste de manta blanca sencilla con un aro de flores en la cabeza semejando a aquel que lleva y enciende el fuego de los juegos olímpicos en Atenas, Grecia.
Los cabellos también los hay de todos colores, de azules como el betún de los pasteles, hasta el lila más chillante, y muchas pelucas, también de tonos más allá del “rainbow”, en cuerpos tan grandes como gigantes hipopótamos, y tan delgados como una espiga, y ésta analogía no debe ser ofensiva, sencillamente intento con ella ofrecer una imagen visual que a Fellini y Almodóvar hubiera enloquecido, y que de la nada, comienza a sumarse a una muy larga y gruesa bandera con los colores de la diversidad que comienza a ondear cuando todas las manos la mueven para convertirla en una especie de mar vivo al ritmo de Lady Gaga “Born this way” y a la euforia que emana de todas las gargantas que gritan y alzan su puño, sus ganas de triunfar, de gritarle al mundo que son almas libres y están acompañadas, que no son más islas, que son un archipiélago donde danzan, juegan y cantan mientras se desplazan desde el lugar de encuentro hasta la Plaza de la Danza.
Así, la Ciudad de Oaxaca Juárez se ve atravesada con esa multitud que se dice, es de más de 1500 almas que mueven todo su cuerpo con libertad, sus cabezas, sus pechos, sus caderas, sus piernas, sus brazos y manos que ondean a su vez la bandera que acaricia los rostros de los vecinos que se van turnando para tomar aquello que significa una nación más allá de las nacionalidades.
En la Plaza de la Danza como en la Plaza de las Siete Regiones, las poses de los cuerpos, la forma en que se paran, que se abrazan y besan, en que dialogan con los otros, son tan libres porque el escenario y su contenido es la libertad de la interpretación. Única, indiscutiblemente única.
Ya cuando muchos se dispersan por las calles sin que el arcoíris en principio se diluya, el Presidente Municipal de la Ciudad y su Cabildo suben al estrado de la Plaza de la Danza a compartir su decisión de sumarse a la lucha de elloas con la transformación de reglamentos en espacios de trabajo y en espacios públicos, con solidaridad ante tal acto histórico que cuando cae la tarde, comienza a terminar.
Manifestaciones, ocurrencias, formas casi indescriptibles que se dieron cita el día de hoy, regresan a sus hogares con la plenitud en las miradas, en todas ellas que han logrado sostenerse sin la necesidad de esconderse debajo de los párpados que como cortinas gruesas y pesadas en el pasado, les cerraban la posibilidad de ver con dignidad, con orgullo y libertad, el camino hacia el horizonte y meta, de cada uno.
Bravo, me escribe mi hermano cuando le mando una foto del evento con mi hija, quien me agradece haberla llevado conmigo a presenciar -para escribir esta crónica en la que ambas nos descubrimos en un estado con infinitas corrientes que se suman-, un logro en la humanidad.
Si todo fuese en paz y tranquilidad posible, no existirían sumadas a esta noticia de gloria, las ya masacres que se viven día a día en este México desvertebrado, violento y desgraciadamente, cada vez más inmerso en el precipicio de la maldad y las vendetas.
México, México, luchemos como hoy por alcanzar la gloria con respeto a la vida.
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