El presente texto sobre Gozona y Fandango es un fragmento del ensayo de Irene Ramos Gil denominado: GOZONA Y FANDANGO: FUENTES DE LEGITIMIDAD DE LA ALIANZA MATRIMONIAL EN YALÁLAG, OAXACA*




Por: Irene Ramos Gil*

Prestaciones matrimoniales en la etnografía de Julio de la Fuente (1937-1941)

En el momento en que realiza su observación, el antropólogo Julio de la Fuente observa que el concubinato ha dejado de ser un modo de unión frecuente en Yalálag y que las bodas comienzan a alcanzar dimensiones inusitadas en dos sentidos: por una parte, el sacramento religioso empieza a ponerse en práctica y, por la otra, el gasto para celebrarlo se vuelve más suntuoso que nunca (De la Fuente 1949, 199-200). Las fiestas de boda en Yalálag se distinguen de las de otros pueblos de la Sierra en razón de la riqueza de sus habitantes. A la diferencia de las comunidades vecinas donde las prestaciones matrimoniales —es decir, las aportaciones que los familiares de los novios comprometen— se realizan fundamentalmente en especie (maíz, fríjol, leña, etc.), en Yalálag abundan las prestaciones monetarias que permiten reunir cantidades de dinero nunca antes vistas, gracias a la circulación de efectivo que posibilita el mercado de café. (5)

Durante cuatro años de trabajo de campo, Julio de la Fuente pudo observar minuciosamente las prestaciones matrimoniales que se realizan en este pueblo, las cuales se suceden en dos tiempos: primero, anticipándose a la boda religiosa, están las conocidas como gozona y, después, durante la fiesta que le sigue, la llamada fandango.

Gozona y fandango son categorías locales, de uso corriente en Yalálag, que designan dos hechos sociales —diferentes, pero estrechamente asociados— y que se advierten indispensables para conocer la fuente de legitimidad de la alianza matrimonial.

La realización de una boda ocupa de seis a doce meses, a lo largo de los cuales se suceden visitas, promesas y regalos entre las familias de los contrayentes.(6) El umbral de este proceso se sitúa en el rito de pedir a la novia. Los padres del novio visitan una noche a la familia de la novia. Ocasionalmente, pueden pedir a un familiar que los acompañe y delegar en él la primera interlocución, pero no se acostumbra, como en otros pueblos, solicitar la mediación de un pedidor;(7) más que mediación, esto se considera como una “intromisión”, es decir, una intervención negativa, porque en Yalálag la alianza matrimonial atañe con celo a las dos familias de los contrayentes. En principio, son el padre y la madre del mucha-cho quienes “eligen a su nuera”, pueden intervenir también los abuelos en línea paterna y consultarse a los padrinos de bautizo. Se tienen en cuenta las cualidades de la muchacha, es decir, de su familia, su historia y posición en la sociedad local. Sin embargo, observa en su momento el antropólogo que los hijos comienzan a participar en la elección del cónyuge. La costumbre de pedir la mano por iniciativa exclusiva de los padres comienza a cambiar cuando algunos hijos de familia eligen a la muchacha que quieren esposar, en algunos casos los padres conceden para “cumplirle el deseo a su hijo” (De la Fuente 1949, 200-2001)



Una vez que la proposición de matrimonio es aprobada por parte de la familia de la novia, el padre y la madre del novio hacen una segunda visita donde llevan mezcal y cigarros, ahí preguntan a los padres de la novia cuántos guajolotes y qué otros alimentos van a necesitar para realizar la celebración de esta nueva alianza. Para responder, los padres de la novia hablan en nombre de toda “su gente”, a través una locución interrogativa: “¡Quién sabe si podrían ustedes dar todo lo que queremos porque somos bastante familia!” (De la Fuente 1949, 191). Piden un número preciso de guajolotes considerando la cantidad de invitados de parte de la novia, es decir, de familiares, vecinos y amigos, susceptibles de participar en las ceremonias que sancionan la alianza matrimonial en el interior de la familia de la novia.

Los padres del novio dan estos regalos sólo cuando la unión ha sido autorizada por los padres de la novia: “no se soborna a la novia”, dicen.8 Esto significa que el don anticipado a la respuesta es considerado como un medio de presión, una forma de chantaje, por ser un don que exige su contrapartida, o lo que Marcel Mauss (2009) califica como “un regalo envenenado”. Esta costumbre también distingue a Yalálag de otros pueblos en los que el rito de pedir la mano es reali-zado a través de la mediación de un pedidor y donde desde la primera visita se ofrecen regalos aún bajo la incertidumbre de su aceptación.(9)

Los regalos que se piden para la boda de una hija son siempre los mismos, se trata fundamentalmente de guajolotes y otros ingredientes que se ocupan para preparar un delicioso caldo que está destinado a consumirse únicamente por la familia e invitados de la novia, de tal forma que su preparación y distribución son acontecimientos que marcan los últimos días que la novia comparte con los suyos, antes de abandonar su hogar de origen.

Los invitados se cuentan por familia (unidad doméstica), de las cuales el padre y —sobre todo— la madre son los representantes. A ella la llaman tesorera, y su participación se lleva a cabo a través de la gozona. Gozona es un término de la lengua zapoteca de la Sierra Norte que significa intercambio recíproco.(10) En su lugar, los pueblos zapotecos del Valle emplean guelaguetza, y los del Istmo de Tehuantepec, guendalizáa.(11) En el argot antropológico la gozona remite a un don que implica obligatoriamente un contradon, es decir, un lazo social creado por el intercambio y la reciprocidad.

La gozona no es exclusiva de las bodas. Se trata de una institución de reciproci-dad, una forma de ayuda mutua —clásica en las sociedades campesinas— que se emplea cuando se trata de concurrir por turno a prestaciones de servicios agrícolas. Por ejemplo, reunirse entre diez personas para realizar las cosechas de sus diez parcelas, trabajando la tierra los diez miembros juntos y repitiéndolo en cada una de las diez parcelas. El mismo esquema de mutualidad, que se pone en marcha cuando se trata de hacer frente a gastos fuertes, se llama gozona pecunaria o tanda; esta forma de ahorro colectivo es una práctica muy común en otras partes de México,12 de suerte que esta misma técnica de reciprocidad de prestaciones ha sido adaptada en Yalálag para la celebración de las bodas.



La Gozona de boda

La gozona de boda es un tipo particular de asociación para gastos extraordi-narios —muy compleja debido al número variable de sus miembros y al espa-ciamiento temporal posible entre los casamientos— que se fija a través de las listas de invitados a una boda. En las libretas de campo de Julio de la Fuente se encuentran descripciones más finas acerca de la forma y tiempos precisos en que se recauda la gozona, como en el caso (singular) que a continuación se resume.(13)

El padre de la novia pidió a los padres del novio 10 guajolotes y 10 pesos de pan, además de los ingredientes para preparar el caldo y una bebida refrescante llamada pozontle.(14) A este requerimiento, el padre del novio entregó en exceso 18 guajolotes y 15 pesos de pan, asimismo pagó el trabajo de una cocinera para hacer el caldo y las bebidas. Este gesto muestra desenvoltura, y al mismo tiempo confirma la disposición de la familia del novio para congratular a la familia de la novia. La primera entrega de este don se realizó un día lunes de la semana previa a la boda.

Lunes, toma de la cuenta.

Temprano los padres del novio van a la casa de la novia acompañados de sus familiares (en este caso son alrededor de cuarenta personas), ahí los reciben con mezcal y cigarros (cuyo gasto corre por cuenta del padre de la novia), sólo hacen la primera entrega del don y se regresan a casa del novio. Por la noche, se toma la cuenta en casa de la novia en presencia de su familia así como del padre, la madre, abuelos, abuelas, tíos y tías del novio, mientras que los prometidos permanecen ausentes. Varones de un lado y mujeres de otro. El padre de la novia elige dos mujeres para que pasen cigarros y una copita de mezcal entre las mujeres, de igual forma elige dos varones para que hagan lo mismo entre los varones. Los secretarios y apuntadores se sientan detrás de una mesa. El secretario lee en voz alta una lista hecha por el padre de la novia que enumera las personas que lo han invitado en años anteriores a la boda de sus hijas, son familias a las que les ha dado gozona y que, por lo tanto, vendrán a devolverla en esta ocasión. “Ya es moderno el sistema. Antes se hacían las cuentas con maíz: un maíz por persona”, dice de la Fuente, porque antes las listas se hacían de memoria, había especialistas que podían retener hasta 200 nombres.(15)

Contraen deuda las y los jefes de familia, generalmente personas casadas, pero también son invitados a las bodas padres y madres solteros. La mayor parte de las familias invitadas vienen a pagar su gozona anterior, algunas otras vienen a iniciar una (crear un crédito). Si la madre no está en el pueblo, viene y paga el hijo por ella. Si el deudor muere, paga la gozona su hija que se benefició de esta aportación y si ella no vive, le toca pagar a su marido o hijo.

Ciertos familiares de la novia “personas de confianza y honradas” son desig-nados como avisadores para que vayan a casa de las personas que deben gozona. Van de madrugada para decirles: “el papá de la novia los invita a tomar un chocolate el miércoles”, queda así implícito que la invitación es también para que paguen su deuda. Los avisadores regresan a casa de la novia para tomar un champurrado y comer pan. Lo mismo reciben quienes ayudan en la cocina y en la organización.

Martes, sacrificio de los guajolotes en casa del novio y entrega solemne en casa de la novia.

En la mañana, los hombres en casa del novio sacrifican y despluman los guajolotes. Estos guajolotes fueron reunidos por la familia del novio a través de su propio circuito de deudas de gozona, habiendo hecho don de un guajolote a parientes y vecinos cuando casaron a sus hijos o bien, reciben un guajolote de las familias que esperan recibir lo mismo en el futuro, para la boda sus hijos. Una de las aves —hembra— es rellenada con su propia cabeza, patas y entrañas y queda reservada para la novia. Una cocinera, encargada por los padres del novio, sazona el caldo. A mediodía en casa de la novia se hace la segunda entrega del don: guajolotes, leña con su raja de ocote (rama de pino que con la combustión desprende un aroma), un tenate (cesto de palma) con yerba santa, dos libras de sal y media libra de chile. Entran primero el padre y la madre del novio seguidos por una veintena de vecinos, vecinas, compadres y parientes.

Miércoles, entrega de la cuenta

En la mañana, salen de casa del novio sus familiares y van a casa de la novia para hacer entrega de la cuenta. Cuatro personas (dos escogidas por parte de la novia y dos por parte del novio) se sientan en una mesa central para tomar la cuenta. Se quedan los hombres afuera, y las mujeres adentro van pasando a la mesa unos después de otros, para entregar su gozona, y declaran en voz alta: “pago mi deuda”o “pido mi deuda”. Un secretario anota el nombre de la familia y la cantidad de la aportación, otro secretario, “el gritón”, la pronuncia en voz alta. Generalmente son las mujeres quienes pasan al frente, mientras dejan su olla y tenate para que les sirvan su ración de comida, según el monto de su aportación, alrededor de 12 tortillas, 12 tamales, 12 trozos de guajolote

Al final, los secretarios que llevan la cuenta declaran al público la suma recolec-tada. Los padres de la novia le dan a ésta el total del dinero reunido, además el padre regala a su hija un baúl (en otras ocasiones también suele regalarle una máquina de coser o dinero). La madre le da un metate y ropa. Los padrinos de bautizo le dan ropa o dinero. El padre de la novia pronuncia un discurso solemne, pide perdón en nombre de la muchacha “que ha calentado la cabeza y ha dado molestias”, (16) reconoce la deferencia que representan los regalos ofrecidos por la familia del novio, y de esta forma, autoriza la salida de su hija y la alianza inminente.

Jueves, recalentado o preparación del fandango

Si se trata de una boda modesta, el jueves es el día de recalentado donde se consume la comida que sobra del día anterior, en una reunión con un círculo íntimo de personas; pero si se trata de una boda más solemne, el fandango se celebra el día sábado, entonces jueves y viernes se dedican para su organización.



Sábado, el fandango en casa del novio

Se busca que el fandango tenga lugar después de la boda religiosa y, de ser posible, el mismo día.(17) A la salida de la misa los recién casados e invitados avanzan acompañados por la banda de música hacia la casa del novio. Los varones familiares de la novia parten por separado para reencontrarse con los otros a medio camino y llegar todos juntos. En casa del novio los contrayentes se sientan a la mesa y delante del altar doméstico, con sus padrinos a sus lados. En la misma pieza, las mujeres se sientan en sillas o sobre petates. El padre de la novia y los parientes varones se quedan afuera. El padre del novio ofrece un caldo de res, se dirige al padre de la novia quien a su vez invita a sus familiares a pasar a la mesa.(18)

Resumiendo lo anterior, gozona y fandango son dos tipos de prestación matrimonial que se realizan en diferentes tiempos y cuya circulación se efectúa en el interior de dos redes de parentesco distintas. La familia del novio reúne guajolotes a través de la gozona entre sus familiares y vecinos. El miércoles tiene lugar otra gozona en casa de la novia, donde participan únicamente sus familiares e invita-dos; en esta ocasión, el caldo de guajolote —cuyos ingredientes son ofrecidos por el novio— permite a los padres de la novia recolectar las prestaciones monetarias que han depositado en años anteriores durante otras bodas en Yalálag o recibir nuevas gozonas que deberán saldar en bodas futuras. El fandango que se celebra después, es la fiesta que ofrece el padre del novio a la familia de la novia. El primer tipo de prestación, la gozona de boda, es el acto primordial e indispensable para reconocer como legítima la alianza matrimonial, mientras que el fandango puede dispensarse si la familia del novio no cuenta con recursos suficientes.

*Se puede consultar completo en: Península, vol. XII, núm. 2, julio-diciembre, 2017, pp. 143-168 Universidad Nacional Autónoma de México Mérida, México

Referencias

5 La caficultura se introduce a Oaxaca y Chiapas en 1874, por iniciativa del empresario y diplomático Matías Romero, quien organiza la primera plantación en el Cerro de la Pluma, en Mihuatlán. Rápidamente, el cultivo se extiende hacia la costa, a Pochutla y Juquila, y después hacia la Sierra Norte, en Choapam, Yalálag y la región Mixe. La caficultura se desarrolla plenamente durante los años posteriores a 1930, en el contexto de la crisis de 1929 y la Segunda Guerra Mundial (cf. Chassen y Martínez 1986, 301). Sobre la importancia económica y política que este sector adquiere en Oaxaca en la época posrevolucionaria véase Smith (2009).

6 En esta parte, las descripciones etnográficas del pasado se restituyen según el tiempo del pre-sente histórico (del momento en que Julio de la Fuente hace su observación). Sólo posteriormente, hacia el final del artículo, el tiempo descrito por el antropólogo se conjuga en pasado para enfatizar la comparación con los modos contemporáneos.
7 En otros pueblos zapotecos de Oaxaca, como en Juchitán, al pedidor lo llaman chagoola, y en los pueblos del Valle, a quien cumple esta función se le dice huehuete, ambos términos designan a un “anciano con autoridad moral”. En otras regiones del área mesoamericana también está presente esta función del mediador matrimonial. Para una visión resumida ver las compilaciones arriba cita-das de David Robichaux.

8 JlFn, núm. 11, folio 50.

9 Aunque en estos casos —muy frecuentes en otros pueblos de México— se recibe el don anticipadamente, no se acepta de manera definitiva y no se consume sino una vez que el acuerdo de alianza ha sido aprobado (Robichaux 2003, 2005). Es decir, el don no consiste, aquí tampoco, en un “regalo envenenado”. Alain Testart (2007, 125) refuta esta famosa tesis de Marcel Mauss al señalar que “la posibilidad de rechazar un don está inscrita en la esencia misma del don, incluso cuando la negativa debe formularse con elegancia y cautela”.
10 En lengua zapoteca de la Sierra, gozona tiene la etimología gozón, que se traduce como “raíz”, en español, y gu, en zapoteco. Refiere a una especie de tubérculo: camote en español y go en zapo-teco (De la Fuente 1973, 159).
11 La etimología guela, del Valle, o guinda, del Istmo, indica “la cualidad característica de algo”, y lezáa o lizáa,en el valle o en el Istmo, respectivamente, significan “parentesco”. Guelaguetza o Guendalizáa serían, entonces, “la cualidad o expresión del parentesco” (De la Fuente 1973, 157).

12 Cf. el capítulo “Gozona agrícola y gozona yalalteca” de Julio de la Fuente (1973: 157-166).

13 Las descripciones de esta boda son registradas en diferentes momentos, primero, en JlFn libreta núm. 11, cuando el antropólogo asiste a las celebraciones (folios 26 a 31) en enero 1941 y, más tarde, cuando sintetiza la sucesión de prestaciones matrimoniales (folios 38, 48-60, 65). Otras anotaciones se encuentran en JlFn, libreta núm. 9, folios 227-229.

14 Para esta bebida pidió una libra de cacao, dos arrobas de azúcar, un pantle de panela y cocolmécatl.

15 JlFn, núm. 9, folio 227.

16 JlFn, núm.11, folio 59.

17 En años anteriores, los sacerdotes promovieron que los novios se encontraran en la iglesia y que justo en este lugar el padre de la novia haga la entrega solemne de su hija al novio. Hasta finales del siglo xix los novios se unían por primera vez en casa de la novia, sus padres y padrinos los bañaban juntos y sólo después, a veces, se iban a la iglesia (De la Fuente 1949, 196).

18 JlFn, núm. 11, folio 27.