«20 artistas nos presentan piezas de arte plástico, escultura, cerámica, instalación sonora, arte a muro y una propuesta gastronómica que rompe moldes, como el concepto mismo que anima el punk»
El sonido y la furia o de los ecos de una vibración disonante
“A mí lo que me despierta del letargo de la vida
es la música y el arte”
Por: Sergio Huerta
El espíritu y guía que anima a esta muestra de arte colectivo, es la temática de la música, como expresión de una de las Bellas Artes, sin la cual el hombre no podría encontrar el ritmo, la cadencia, la sintonía, la sonoridad necesaria para expresar su creatividad, por medio de ritmos que le permiten reconocerse como “un ser musical”, que forma parte de una comunidad de “hablantes musicales”, y que ejerce su derecho inalienable al disfrute del arte y la cultura, que matizado con la música se torna símbolo de la vida misma que es ausencia de la presencia y presencia de la ausencia.
El oído es un laberinto que se agudiza al ritmo del primer acorde, con el que la piel se eriza y sabemos que una descarga eléctrica está a punto de recorrer todo nuestro cuerpo, entonces y solo entonces entendemos que estamos en el sitio correcto.
Así despertamos al dios Dionisos en nuestro interior y escuchamos detrás de las máscaras hiperventiladas, el coro de los actores del trágico teatro griego; voces exaltadas por la embriaguez que la música nos provoca al unísono: “A mí lo que me embriaga es la música” podríamos escuchar en los labios entrecortados de los ditirambos trágicos.
El concepto de disonancia resuena en esta muestra de principio a fin y se entrelaza con un clásico de la literatura norteamericana “El sonido y la furia”, escrito por William Faulkner, texto que da vida y sentido a esta muestra colectiva de arte. Disonancia atemporal de quien vive encerrado en una enfermedad mental severa: ¿Qué escucha, qué siente, cómo percibe Benjy, personaje principal de la obra, la realidad? Una de las paradojas disonantes es haber visto la foto de un Ian Curtis en trance (vocalista de la legendaria banda Joy Division) que porta en uno de sus conciertos épicos la playera con el nombre del libro de Faulkner.
Este encuentro fortuito, como el de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección, es lo que permite dialogar simbólica y metafóricamente a un libro, una playera, el sonido, la furia y el arte que encabeza el rizomático placer que encuentra, en el subsuelo de la creación artística, una semilla que dará un fruto híbrido, para entender lo que anima los sentimientos e ideas más profundas del arte de cada uno de los participantes.
20 artistas nos presentan piezas de arte plástico, escultura, cerámica, instalación sonora, arte a muro y una propuesta gastronómica que rompe moldes, como el concepto mismo que anima el punk.
Todas y todos tienen en común su inquebrantable gusto por la música y el arte, algunos de ellos inclusive lideran una banda de música.
Esta exposición como soundtrack de la vida creativa de cada uno de los artistas participantes, descubre la vena robusta con la que la literatura, la poesía, como acto sonoro, encuentra eco y hermandad con la luz, el alto contraste, los colores, los matices, las técnicas y un sinfín de posibilidades plásticas, para mostrarnos el inigualable y complejo mundo que amalgama arte-música-y-literatura.
Muchos poetas, científicos y astrónomos, saben que vibramos lo que somos y atraemos lo que vibramos.
En el origen fue la gran explosión disonante, de ahí lo que “escuchamos” en el más completo silencio es: el “RUIDO y LA FURIA” del magma de la historia.
