Por: Guadalupe Zarza Briseño.
La semana pasada tuve una enriquecedora plática con un hombre importante en el mundo empresarial oaxaqueño, quien me pide guardar su nombre.
Este singular y exitoso personaje resultó ser todo un cofre de maravillosos consejos prácticos, como lo suelen ser todos los emprendedores.
Él me decía: Lupita, por qué te empeñas en tratar de sacar en todas las personas al empresario que llevan dormido, los empresarios solitos encuentran su camino, les sobra qué hacer.
También hay personas a quienes les gusta ser dirigidos y se sienten mas cómodos sin tener las presiones que implican sacar a flote una empresa.
No quiero decir con esto, continuó, que no sean comprometidos, responsables y tenaces, solo que hay que darles el adiestramiento adecuado y que también vean la relación de beneficio que tienen al realizar de manera eficiente su labor.
Me refiero a las personas que acompañan al emprendedor, como pueden ser vendedores profesionales, almacenistas, compradores, choferes, logistas, contadores, etc.
Todos ellos al realizar con profesionalismo su trabajo son emprendedores en pequeña escala; en este mundo, lupita, continuó, todos necesitamos de todos y no siempre el carácter te ayuda para ser responsable y orquestador de tantas personas y talentos para llevar a cabo una gestión empresarial.
Muy pocas personas consideran o son conscientes del trabajo duro, de las jornadas de más de doce horas, de las desilusiones, de las frustraciones, de tener que luchar contra corriente, de las aplastantes depresiones que experimenta todo empresario y la enorme necesidad de volver a empezar a jugar el juego de las estrategias y del carisma para liderear a un grupo de personas hacia la visión que tiene en su interior y que necesita proyectar.
Y lo mejor, estar en forma física y mental para saber hacerse a un lado en el momento justo para pasar la estafeta a quien trae nuevas energías y nuevas pilas para continuar y engrandecer la empresa que tanto trabajo ha costado.
En todos los aspectos del emprendedurismo aplica la fórmula de beneficio mutuo de dar negocio, de ser generoso con tus colaboradores, con tu familia, con tus clientes, proveedores y contigo mismo.
Como puedes ver es todo un arte, en el que el juego de las relaciones humanas es permanente, en donde todo mundo valora el respeto que le tienes a la palabra, al apretón de manos a saber cumplir y a saber servir.
Pero sobre todo a ser muy creativo, a saber encontrar oportunidades hasta debajo de las piedras y en la mayoría llegar al sacrificio.
Complemento con las sabias palabras de otro querido amigo, empresario también quien me dice: Lupita, todos los días al ponerme mi saco y salir a la calle me siento como un torero a quien le espera conquistar al mundo con su mejor faena.
Eso es espíritu, es más que actitud, es una forma de vida… ¿la tenemos de verdad?
Un abrazo.
Foto: Thetaxhaven, algunos derechos reservados.