Por: Isidro Ramírez López

Desde el surgimiento de los derechos humanos con las revueltas en países con monarquías  casi indestructibles, se habla de la consolidación de garantías Políticas, Sociales, Culturales, Económicas y actualmente, Ambientales.

Se conciben como logros comunitarios que debieron mejorar las condiciones de vida de los que menos han sido tomados en cuenta, y me refiero a las clases sociales divergentes, que en México cada día marcan más sus diferencias: los ricos y los pobres.

Nuestro país ha suscrito innumerables acuerdos y tratados internacionales para salvaguardar los derechos humanos, que desde siempre se han violentado y cada día que pasa más descaradamente se pasan por alto, hago referencia a la Matanza de Tlatelolco, el atroz asesinato de indígenas chiapanecos en Acteal, el asesinato de defensores y defensoras de derechos humanos como Digna Ochoa o Bety Cariño, la represión de 2006 en Oaxaca, los miles de desaparecidos en todo el país como resultado de la “Guerra contra el Crimen Organizado” impulsado por el saliente presidente de la República, la matanza de Choapam hace algunos meses, y la constante de invasión territorial en la zona de los Chimalapas, solo por hacer algunas menciones sin exclusivarlas ni excluir otras.

Lo aplaudible es que en 2011 se da la reforma constitucional más importante en nuestro país en materia de Derechos Humanos, esto permite armonizar la Carta Magna con los Tratados Internacionales, así como la utilización de nuevos y mejores instrumentos que han prometido poner por en primacía la dignidad humana.

El contraste radica en las exageraciones que se cometen en nombre de la Justicia, y los Derechos Humanos con la utilización de la fuerza pública en casos como Michoacán donde se ha aplicado una represión atroz en contra de estudiantes normalistas, pero en fin, dicen los gobernantes de un país muy, pero muy lejano al nuestro, que ante todo se defienden los derechos humanos y las acciones son apegadas a la ley, aunque la analogía resulta aberrante.

Es digno de reconocer el trabajo y el esfuerzo de verdaderos defensores y defensoras que ante las injusticias alzan la voz, promueven y luchan por la justicia , unos cuantos se sienten ya el “monopolio” defensor. Cierto, que promover y defender los Derechos Humanos se trata de algo más que un compromiso social con la otredad que nace en la persona concreta, para exigir la justicia necesitamos ser los primeros justos o por lo menos intentar vivir coherentemente procurando los caminos de la equidad, la no discriminación, el respeto, la vida comunitaria, trazar las sendas de los derechos humanos.

Existen grupos vulnerables que están más expuestos a los problemas de discriminación, intolerancia, racismo, xenofobia, entre otros, y por tanto se violentan garantías y derechos: Pueblos Indígenas y Pueblo Negro Afromexicano.

La Máxima de este escrito es: Apuntemos hacia el Oriente con Justicia y Dignidad en la Realidad