Por: Omar Alejandro Ángel

¿Qué con que dejara de fumar?, ¿qué con que, gracias a ti, pudiera vivir de nuevo (o probablemente por vez primera)? Tú, tú has venido a salvarme. Mujer, recuerdo cómo en sueños, sin conocer la suavidad de tu inmensa piel, las caricias de tu voz y el tan acre amoroso olor de tu mirada, vivía. ¿Qué con que no existas?, ¿qué con que sí? ¿Qué con que el mejor idioma fuera aquél que sólo nosotros comprendíamos? Inventado por mi, por ti, por vez primera; aquella lengua dibujada por nuestras bocas, tan única que era creada y destruida al momento. Mujer, aquí no estás, me faltas.

¿Por qué me es tan difícil? soy completamente incapaz de imaginarme a menos de dos centímetros de ti. ¿Qué si soy un loco y sueño con tenerte perdiéndote? Mujer, ¿qué si no sé escribir y todo aquello (esto) que escribo carece de sentido pero es pletórico de sinceridad? Vaya que es difícil. Pero, ¿qué no es difícil?, pienso que me dices. Pues, mujer, respondo:

 

 

 

 

 

 

difícil no es encontrarme en ti.

 

Foto: Cordon.alejandro, Algunos derechos reservados.