Por: Adrián Ortiz Romero

+ ¿Qué tendrán que hacer para justificar decisión?

Lo que veremos en Oaxaca en cuanto al rechazo de la reforma educativa aprobada por el Congreso de la Unión, no serán sino pretextos para justificar una decisión que de antemano ya está tomada, y que ni siquiera fue acordada por el pueblo o por el gobierno, sino por la Sección 22. La Legislatura local, de nuevo, será quien cargue con la responsabilidad de este capricho magisterial, y de la determinación del grupo gobernante por no contradecir a los profesores democráticos, sin siquiera decidir si están o no de acuerdo con su postura.

En efecto, si bien en Oaxaca el tema educativo se encuentra fuertemente influenciado por rasgos políticos, laborales y hasta emocionales, lo cierto es que esta es de antemano una discusión cancelada y hasta paradójica para los mismos maestros. Una y otra ocasión, los integrantes de la Sección 22 han manifestado que rechazan la modificación planteada por el presidente Enrique Peña Nieto y aprobada por las cámaras federales, porque consideran que ésta más que educativa, es una reforma laboral para los maestros. No les falta razón. Sin embargo, también es cierto que su aspecto laboral es lo único que ellos han defendido en los últimos años. Veamos si no.

Hoy los profesores de la Sección 22 consideran que la reforma educativa es un complemento de la laboral, que pretende terminar con las conquistas laborales de los maestros, congelar el sindicalismo y terminar con los contratos colectivos de todos los sindicatos. Esa es la razón por la que hoy la Sección 22 llama a sus afiliados a “analizar” su situación, a defender los derechos y a tratar de que el gobierno federal reconozca el plan educativo que plantean como alternativa los profesores oaxaqueños.

Ante todas estas aseveraciones de la propia Sección 22, queda una pregunta que en ningún sentido es ociosa: ¿de verdad el interés de fondo de los profesores democráticos es por lo educativo, y no por lo laboral? Pues en realidad, lo que han demostrado es que sus afanes se encuentran colgados eminentemente en el tema económico y no en el docente. Las pruebas evidentes así lo indican.

Los maestros sólo han estado preocupados por lo económico y laboral, y no por lo educativo. Eso es lo que han dejado ver cuando menos en los últimos tres lustros, en los que con todo denuedo han luchado (y lo han conseguido) por mejorar su nivel salarial, sus prestaciones, su situación laboral y los privilegios y conquistas que gracias a su sindicato hoy le son propias.

No se han preocupado por lo educativo, porque a pesar de los millones y millones que cada año se les entregan, éstos lo que han redituado es simplemente nada. La educación en Oaxaca continúa siendo de bajísimo nivel, con graves problemas de ausentismo, baja productividad en los maestros, resistencia a las evaluaciones, y el consiguiente aprovechamiento nulo en los alumnos que atienden.

En ese sentido, los maestros oaxaqueños se dicen preocupados por la “reforma laboral” que según ellos viene disfrazada de educativa, pues ellos mismos ponen como requisito previo para cualquier tipo de revisión de su postura, que el gobierno federal invierta el porcentaje que establece la Ley General de Educación, y mejore las condiciones de trabajo de los mentores. Para justificar su postura, han establecido que mientras no sea así, el magisterio oaxaqueño continuará rechazando cualquier propuesta de modificación y lucharán para que —al menos en Oaxaca, y por una postura de simple testarudez ante su incapacidad por oponerse con más fuerza a la decisión— la reforma sea rechazada por el Congreso del Estado.

 

¿Y LA VOLUNTAD POPULAR?

Es franco y abierto el intento del magisterio oaxaqueño por conseguir que el Congreso de un voto de reprobación a la reforma educativa. No les costará mucho trabajo conseguirlo, porque en el gobierno y la Legislatura están completamente convencidos de que resistirse a las presiones de la Sección 22 es riesgoso y políticamente incorrecto para las fuerzas de izquierda. A todos les importa un comino el sentir ciudadano, y deliberadamente confunden la voluntad popular con las presiones y chantajes de algunos grupos.

La voluntad popular, según las definiciones coloquiales, se resume en la decisión de la mayoría de las personas que integran una sociedad, y que tienen capacidad jurídica para involucrarse en los asuntos públicos. Sin embargo, eso que parece tan obvio en Oaxaca provoca una auténtica crisis: ni el gobierno ni los diputados tienen convicción por atender la voluntad popular (a través de una consulta bien hecha, de un referéndum auténtico, o de cualquier otro mecanismo en el que efectivamente pueda recoger las opiniones de los ciudadanos), y más bien están decididos a sustituir, con todo conocimiento, la voluntad de la mayoría por las decisiones caprichosas de un sector de la población (el magisterial) que si bien es fuerte, y tiene ascendencia social, no por eso representa a todo el pueblo, ni tiene de forma necesaria el respaldo de la mayor parte de éste.

Y es que la reforma educativa involucra aspectos que nos incumben a todos. Por eso, es inadmisible que la Legislatura tome la decisión de respaldar incondicionalmente al magisterio, a través de la invención de foros, consultas y mesas de análisis que sólo los incluyan a ellos (a los profesores y la dirigencia de la Sección 22), pero que abiertamente se desentienda del deber de recoger el sentir de la mayoría de los ciudadanos, y de ser el reflejo de lo que la verdadera mayoría desea para algo tan esencial para la vida pública, como lo es el texto constitucional de la República.

El camino para avalar la decisión que previamente fue tomada por el magisterio y respaldada por los diputados y el grupo gobernante, está en marcha. A partir de ahora, veremos quizá foros, encuentros y debates, en los que sin duda el punto de partida será el rechazo a la reforma, y no la discusión serena y equilibrada sobre si ésta es benéfica para la educación de los niños y jóvenes oaxaqueños, o si debe ser rechazada por no responder a las necesidades de la educación, o de los intereses de los maestros. El resultado ya lo sabemos. Sólo falta ver con cuánto decoro —si es que lo conocen— arropan su decisión.

 

CASA DE CITAS

“El magisterio oaxaqueño no está de acuerdo con este tipo de reformas que plantea el Presidente y, por lo tanto, no pasará. Así lo hemos señalado desde un principio”. Palabras de Rubén Núñez, líder de la 22, dichas ahí en el Congreso. En efecto, como lo dijo desde el principio: no pasará.