Por: Luis Colunga Dabussy

El mes pasado cumplí un año de haberme hecho vegano, una decisión que no sólo cambió mi dieta, sino que, también,  resignificó el sentido de libertad en mi vida., empezando por algo básico: mi alimentación. Esto me llevó a conocer y adoptar una filosofía de vida distinta, pero sobre todo pude revalorar mi situación en el mundo y mi relación con todas las especies que lo habitan.

Ser vegano implica comer, solamente, alimentos de origen vegetal, apartando, dentro de todas las áreas de tu vida, el uso de derivados animales y de productos que para su elaboración hayan contribuido al maltrato animal, así mismo rechaza la explotación de animales para el entretenimiento y promueve la ética dentro del consumo. El veganismo va más allá de una dieta, es  una forma de vida, una ideología, avalada con un amplísimo sustento teórico basado en el consumo ético de los recursos naturales, la erradicación de la violencia que afecta tanto a animales como a humanos, la solidaridad y el respeto social.

A lo largo de este año he sido atacado  y cuestionado de diversas maneras, debido a mi estilo de vida, con distintos argumentos, como: “la naturaleza del ser humano es comer carne”, “los animales están para comerlos”, “¿Qué hay de malo en comer carne?”, “a mí me enseñaron que así funciona la cadena alimenticia”, estos son sólo el ejemplo de decenas de sentencias sustentadas en el especismo y la trivialización de la violencia. Es conveniente mencionar que la ciencia ha demostrado que nuestros antepasados sólo comían carne en épocas de extrema necesidad, su dieta normal consistía en frutas, semillas y vegetales, para muestra, basta con examinar nuestro físico, los seres carnívoros, por naturaleza, poseen garras, no tienen poros en la piel y su dentadura está provista de dientes filosos, puntiagudos; características físicas, de las cuales el ser humano no está dotado.  Entonces la irrisoriedad de los argumentos que colocan al ser humano como alguien carnívoro por naturaleza sólo corresponde al modelo consumista impuesto por el sistema norteamericano, que promueve la ingesta excesiva de comida rápida y chatarra, la depredación del medio ambiente, la falta de respeto hacia la naturaleza, a los animales y a todo lo que nos rodea en general, esto es un sistema capitalista, anti-libertario que basa su educación en la crueldad, el miedo y la exclusión.

La industria de la carne, huevos y productos lácteos se encarga de hacinar en jaulas, establos y corrales a animales que son explotados y torturados de las formas más crueles posibles; a los pollos se les corta el pico para que no se hagan daño entre sí, debido al lugar tan reducido donde son colocados, las vacas y cerdos son ubicados en espacios donde no pueden ni girar sus cabezas por meses, se les asesina con descargas eléctricas, a balazos, ahorcados o ahogados y es así como usted obtiene su desayuno y el de su familia cada mañana. Ahora bien, existen otras áreas donde la crueldad hacia los animales también es visible, por ejemplo, la industria de la moda se ha encargado, durante décadas, de lucrar con pieles y acabar con distintas especies, la industria del entretenimiento exhibe la crueldad con la que se trata a los animales como algo divertido (zoológicos, corridas de toros, circos, carreras, etc.), la ciencia experimenta y utiliza como herramienta de trabajo a diversas especies animales, la industria del arte, de la belleza y la cacería son sólo parte de una gran lista de esferas que promueven la explotación y degradación en la vida de otras especies.

Es así como la violencia está tan trivializada que nos causa indiferencia o, incluso, diversión la crueldad y discriminación con la que se trata a los animales. Las personas nos indignamos y tratamos de empatizar sobre los grandes males que nos aquejan, de esta manera, esa misma empatía debiera estar dirigida hacia otras especies, seres que, también, son capaces de sentir dolor y sufrimiento. No podemos mirar con respeto a nuestros semejantes si no somos capaces, siquiera, de reconocer  y respetar, los derechos de otras especies sobre este mundo.

Te invito, a que reflexiones sobre tu libertad, empezando por lo más básico ¿Comes lo que comes porque así lo has decidido o sólo respondes a las exigencias de un modelo impuesto, porque “así ha sido siempre”?

 

Foto: Libertinus, Algunos derechos reservados.