eloriente.net

14 de mayo de 2013

No es una pregunta evasiva ni mucho menos una tácita crítica el régimen. La vemos más como la expresión de una necesidad:  requerimos claridad. Ante la muchedumbre de mensajes, una comunicación errática, ocho columnas que no conducen a nada, posicionamientos contradictorios o fugaces, lo que parece necesario es hacer un alto en el camino, hacer a un lado el ruido y el ensimismamiento, y revisar con una actitud seria, responsable, autocrítica, qué es lo que sí estamos resolviendo en Oaxaca.

Requerimos esta claridad. Claridad por ejemplo para hacer visibles avances comprobables en áreas estratégicas o  tareas que sí se han hecho y que en cualquier momento han de mostrarnos sus virtudes. Claridad para comunicar dónde y quiénes son los responsables de esos logros, cuáles son los beneficios tangibles que se tendrán a corto y mediano plazo, y en qué medida afectan estos beneficios al proyecto general del estado.

Claridad para comunicar a la sociedad dónde están las virtudes del trabajo público y del trabajo privado, del trabajo social por llamarle de alguna manera. Todas las personas requerimos saber cómo vamos, cuáles son las metas que hemos alcanzado y dónde es necesario apretar el ritmo. Si no nos enteramos de ello, nuestro trabajo se vuelve errático y sin sentido.

Pero además, ante la falta de claridad, se abren espacios oscuros que bien pueden ser cubiertos por asuntos que de ninguna manera abonan a la tranquilidad y al buen rumbo público. Las críticas mordaces, los «no se está haciendo nada», los ¿hacia dónde vamos?, son reacciones normales ante esa ausencia de claridad.

Hemos podido detectar en los correos que nos llegan a direcciongeneral@eloriente.net y a través de las redes sociales (@El_Oriente), que nuestras amigas y amigos, la gran mayoría profesionistas o trabajadores, expresan siempre su deseo de que todo vaya para mejor en Oaxaca, pero en general preguntan y cuestionan qué es exactamente lo que significa la expresión «que todo vaya para mejor». ¿Cuáles son esas luces que nos permitirían asegurar que estamos por el camino correcto?, cuando estamos además tan habituados a las malas noticias y también a las malas intenciones de muchos.

Es tarea de la ciudadanía y también del gobierno comenzar un esfuerzo de comunicación que prevenga sobre ese rumbo deseable, y sobre lo que sí estamos haciendo para andarlo. En tanto no lo hagamos seremos presa fácil del pesimismo, la desilusión, la ganancia de los pescadores en el río revuelto, la desesperanza.

A veces la lógica es una consejera relevada, pero siempre acude al llamado de las personas cuando se le requiere: ¿cómo se le exige a alguien que colabore en una tarea común, si no se le explica cuáles son los objetivos, qué se debe hacer para alcanzarlos?

De hecho, en la explicación, en la persuasión, es donde un proyecto encuentra el combustible y la energía necesaria para cristalizar. También es allí donde los proyectos, aún los mejores, se detienen.

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