Por: Flâneur

Hace cuantos años ya… Salir en la madrugada con hermanos cargando en brazos ‘que piensan que todavía es de noche’, ir cabeceando del sueño por no haber preparado la maleta a tiempo y meter cosas a lo loco unas horas antes, cargar gas-avión e irnos de volada la parte ‘facilita’ del camino.

-Así cuando ya tengan hambre nos paremos con la tía Vene.

¿Quién es la tía Vene? Es un comedor, no creas que es tu tía.

Tortillas calientes, frijolitos parados y unas quesadillas –Algo ligerito pa’ las curvas.

Luego una ‘idita’ mas al río a recoger unas cuantas piedras y ¡vámonos!

… ¿?

¿Del camino tan largo? ¿tantas horas de meneo chocando unos con otros por tanta curva? ¿de ir parando casi 4 horas (eran menos no exageres), a ‘disque’ descansar y mantenerte parado un momento para luego seguir lo más mareador del camino? ¿de ir rezando para que no nos atoremos por tanta lluvia y lodo arcilloso que juegan a ¡agárrate que ya nos atoramos!? ¿de pasar uno de los tantos ‘río arriba’ que por tanta arena ‘cuestecita’, la parte que creíamos fácil nos quedamos atorados? ¿de visitar a la otra tía de la farmacia que te regala bolis y todo lo que quieras de su refri para aguantar ‘la calor’? ¿darte un baño con agua helada que parece caliente y luego ir por paletas  de hielo de doña Rosa? ¿de ir al árbol con sombra para preguntarle al moreno que mas o menos nos diga como está el camino pal’ cerro? ¿de darte una mecida en la hamaca y una chupada de dedos con los endocos (camaronsotes de río) que preparó la tía?

-Váyanse temprano para que lleguen con la fresca.

¿Pero cómo puede cambiar tan drástico el clima y la vegetación, si estábamos en el calor?

Ahora no hay mas que árboles largos que con el aire se echan un danzoncito, te hacen más ligero el camino y te dan la frescura que buscabas con el bochorno de hace unas horas…

Y te acuerdas ¿de que ya llegando la doña de la casa te da un abrazote que te quiebra los huesos? ¿del agua tan fresca que sale de la olla de barro? –Qué rico que huele.

¿De la mesa llena de fotos y manteles bordados debajo del plástico que se pega en los brazos?

–Ahora ya le voy a poner vidrio ‘mijo’.

¿De los ‘muños’ de queso que manda tu comadre doña Fabiana? ¿de las vueltas que hay que dar pa’ bajar la panza de la comida? (sirve que visitas a la familia), de los pies morenos de tierra que salen por las ‘andadas’? ¿de las casas con pórtico en la entrada pa’ saludar al que pasa? de las bancas de concreto que siempre está tan frescas? ¿de los senderos que forma el riachuelo a su paso dejando esas piedras pequeñas de río?

-Parece que las pusieron a propósito de tan acomodadas que están.

¿De las bañadas en el río y de la piedra lisa que sirve de resbaladilla? ¿de las carreritas de regreso y los chismosos con la pregunta de siempre? –Apoco ¿ya llegaron?

¿De los olores y de las pláticas que empiezan de a chiquitas y te llevan a la noche? ¿de los grillos que en secreto te susurran el camino? ¿del café con canela de olla y pan tan macizo (que ‘de engañito’ decimos que parece piedra)? ¿de otra vez madrugar para ir al encierro y a las tantas hacerle al cuento con la ordeña de las vacas?

 

Cuantas idas.

Cuantas venidas.

Cuantos pueblos.

Cuantas casas.

Cuantas personas.

Cuantas andadas.

Cuantas cansadas.

Cuantos regaños.

Cuantas risas.

Cuantas comidas.

Cuanto chisme.

Cuanta fiesta.

¡Cuánto calor!

Cuanta piedra.

Cuanto árbol.

Cuanto tiempo.

¿Cuánto más?

Foto: Flâneur