Por: Alejandra Silva Soriano

Uno de los ejes fundamentales para el desarrollo de las personas con discapacidad es el área laboral. En los últimos años, se le ha dado mayor difusión a este tema y se han logrado avances, aunque pequeños, pero que acercan a nuestro país hacia una cultura de la discapacidad, donde exista una real inclusión laboral de las personas con discapacidad,  que según el censo 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en México, son más de cinco millones 739 mil.

La inclusión laboral de las personas con discapacidad, no se trata de promover el favoritismo por discapacidad, sino que sea considerada la capacidad de la persona, quien es apta para trabajar y de desarrollarse profesionalmente en la medida de sus habilidades.

En la actualidad, existe una metodología implementada por ciertos organismos públicos y privados, enfocados en la capacitación laboral de las personas con discapacidad, en el cual identifican a la persona, qué tipo de discapacidad presenta, su contexto familiar, social y en base a ello, tendrá un proceso de capacitación, por ejemplo orientación, independencia,  practicar ir al trabajo por sí mismos, etc.

Dentro de los modelos de capacitación laboral que mejores resultados han alcanzado en materia de inclusión laboral,  se combina el trabajo de personas con y sin discapacidad en la creación de productos y servicios que se venden en el mercado. Quienes participan en ellos, desarrollan dos tipos de habilidades: las laborales, participando en los diferentes servicios o procesos de producción y las socio-laborales, que incluyen actividades referentes al aseo personal, la responsabilidad para cumplir con un horario, recibir órdenes de un jefe, checar tarjeta, convivir con compañeros y obtener una remuneración económica por el trabajo realizado.

El tiempo de duración de la capacitación dependerá del tipo y grado de discapacidad que presente cada persona, así como los avances que tenga. Una vez listos para trabajar, son canalizados a una agencia laboral donde se busca que sean colocados en alguna empresa que tenga vacantes de acuerdo a sus necesidades. Lo anterior, actualmente se desarrolla en muy pocas instituciones, y poca es la difusión e importancia que se le da a la inclusión laboral de personas con discapacidad.

Otro aspecto importante es la dinámica familiar, identificar cómo y en qué condiciones vive la familia, porque muchas veces es ahí donde se gesta la sobreprotección y en otros casos rechazo, impedimentos para lograr la inclusión laboral y social de la persona con discapacidad.

Es de reconocerse que hoy en día, son más las empresas socialmente responsables que dan apertura a que personas con discapacidad se integren a laborar en ellas, identificando qué trabajos pueden ser desempeñados por ellos, de acuerdo a su grado de discapacidad y habilidad.

Por su parte, es responsabilidad de todas las instituciones públicas y privadas, relacionadas con la atención de personas con discapacidad, fortalecer la parte de la competencia laboral, la formación para el trabajo, la capacitación y el desarrollo sus habilidades, para que estén en óptimas condiciones de integrarse a una actividad productiva.

La inclusión laboral de una persona con discapacidad, no es un “acto de caridad”, ni de “compasión”, es el reconocimiento de que muchas personas con discapacidad cuentan con las habilidades y aptitudes necesarias para desempeñar actividades productivas y que es su derecho recibir una remuneración justa por ello.

Que pasen una increíble semana, sonrían, descansen y disfruten.        Que Dios nos bendiga mucho.