eloriente.net

21 de junio de 2013

A partir de hoy, la Reserva de la Biósfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar, en Sonora, ha sido inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial del comité correspondiente la UNESCO, que se celebra su XXXVII Reunión en Camboya.

Excelente noticia el registro, mismo que se suma a otros cuatro sitios naturales mexicanos que también lo poseen: Reserva de la Biosfera Sian Ka’an (1987); Santuario de Ballenas El Vizcaíno (1993); Islas y Áreas Protegidas del Golfo de California (2005); y Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca (2008).

Lo importante, claro está, no es el registro sino lo que significa en término de la responsabilidad del estado y la entidad que, a partir del mismo, deberán establecer una serie de medidas para su preservación y cuidado.

En este punto es donde deseamos hacer énfasis: la importancia de la inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial no es en sí misma una razón sobre la cual deban conocerse esgrimirse mayores argumentaciones públicas. No es un fin en sí mismo. Más bien, es un instrumento para estados, pobladores, gestores o activistas, para ser utilizado en una amplia gama de proyectos y oportunidades.

El solo registro implica, entre otras cosas, campos amplísimos para la difusión del patrimonio cultural y natural, promoción, herramientas para la vinculación del sitio y de las ciudades circunvecinas con el turismo, la academia y los fondos de conservación que para el efecto establecen numerosas instancias.

Sin embargo, sucede en ciertos casos que estos registros o instrumentos están sub utilizados o desaprovechados por estados y pobladores. Por un lado, no se le esgrime como elemento de valor entre los pobladores, quienes inclusive desconocen la trascendencia, historia o elementos que hacen único tal o cual sitio registrado y que tienen a la vuelta de la esquina; por otro lado, no se le esgrime tampoco como instrumento de orden territorial y razón suficiente para dictar una serie de medidas para su conservación, protección, preservación o difusión.

En pocas palabras, el registro queda como un slogan únicamente pues en los hechos no logra transmitir ninguna utilidad.

Un buen ejemplo lo es el reconocimiento que en 2010 efectuó la UNESCO de las Cuevas Prehistóricas de Yagul y Mitla como Sitios Culturales en la Lista del Patrimonio Mundial. Es buen ejemplo porque basta con efectuar una visita a esta zona para verificar que pocos han sido los trabajos efectuados en la zona para garantizar su adecuado manejo y pocos también los beneficios de tal registro en ramos como el cultural o el turístico.

De hecho, es alarmante comprobar que a partir de aquel año se intensificó la lotificación y avance de asentamientos en los alrededores, cosa que es delicada y digna de atención inmediata.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia y otras autoridades serán seguramente llamadas a cuentas a la brevedad, para que informen del estado de cosas en relación a este registro y al patrimonio que amparan.

Así que el registro concedido por el Comité del Patrimonio Mundial a este sitio sonorense debe ser razón para reflexionar en torno al tema de la instrumentación de los registros en Oaxaca y en el país, así como las medidas que estamos tomando para su garantía.

Para ver más de Yagul y Mitla, da click AQUÍ

FOTO: UNESCO