Por: Juan Pablo Vasconcelos

La Legislatura recién electa el 7 de julio, es una pieza clave para el proyecto de la alternancia política en Oaxaca. Si a alguien se le ocurriera la descabellada e improbable idea de comparar la situación política en nuestro estado con un naufragio insalvable, este Congreso funcionaría en el relato como el esperado buque salvavidas. El mismo que trae las provisiones anheladas, una tripulación noble y presta al auxilio, así como una carta de navegación con todos los rumbos hacia la tierra firme.

Falta ver, claro, si la eficaz marinería del buque logra divisar a los náufragos, acercarse diligentemente y completar la historia en clave de épica o por el contrario en clave de devastadora tragedia.

En este sentido, la LXII Legislatura tiene un carácter al cual no debe rehuir: convertirse en el Congreso que consolide el proceso democratizador de las instituciones en Oaxaca, garantice la normalidad del pluralismo político y cumpla su responsabilidad completa de Poder Público, corresponsable del gobierno de Oaxaca.

Se equivocan quienes hacen responder solamente al Ejecutivo de la situación política, social y económica del estado. Al gobierno lo integran tres poderes, y en esa tónica el legislativo debe rendir también las cuentas respectivas.

De hecho, algo que hizo falta inexplicablemente en el recién terminado proceso electoral, fue la ausencia de una evaluación a los legisladores y bancadas salientes, aunque fuera sólo para argumentar en contra de sus respectivas posturas partidistas. Por el contrario, la Legislatura pasó de noche por las campañas, a consentimiento de ciudadanos y organizaciones.

Lo mismo no puede pasar con el Congreso entrante, sobre todo porque se trata de una definitiva prueba de fuego para el proyecto de la alternancia: se aviva a partir del 8 de julio el trayecto final que definirá el legado de este periodo de la vida política de Oaxaca.

Por eso, al menos hay 5 claves que no deben pasarse por alto para el ejercicio que comienza:

1. La Coalición PAN-PRD-PT, la misma que llevó a la gubernatura a Gabino Cué (aunque sin MC), continuará teniendo una ligera mayoría en el Congreso. En este sentido, tendremos que ver si la lección fue aprendida por parte de los aliancistas de cara a este segundo ejercicio: la división y beligerancia no los lleva a ningún lado en el terreno del mediano y largo plazo, pues la ciudadanía sí identifica con claridad el éxito o fracaso de este gobierno con los partidos que sirvieron de vehículo para su arribo al ejercicio del poder. Asegurar por tanto unidad en torno al proyecto central de la alternancia será su impostergable desafío primario.

2. En esta lógica, es posible que el líder del próximo Congreso lo sea Jaime Bolaños Cacho, lo cual aseguraría de algún modo una interlocución cercana con el Ejecutivo, de quien despachó hasta antes de la campaña electoral la Secretaría Técnica y la Oficina de Gubernatura más recientemente. Si hay alguien que en el papel parece interpretar bien la necesaria coordinación entre poderes, es precisamente Bolaños Cacho, a más de su cercanía con las organizaciones de base que en su momento soportaron el movimiento de Cué.

3. El oficialismo debe asegurarse que la Agenda Legislativa que comprometió en 2010 se cumplirá a cabalidad, de lo contrario, será muy costoso para sus aspiraciones de continuidad que no pueda justificar, ya sea por falta de pericia o bien por ausencia de voluntad, que no se haya concretado el cambio institucional y jurídico.

Por eso, el Congreso debe inmediatamente comenzar a tejer la Agenda Legislativa con pleno conocimiento de que con ello se juega, como lo menciono arriba, el legado de la alternancia. Por razones de espacio, en una siguiente colaboración abundaré sobre el contenido temático de la Agenda, pero creo al menos necesario adelantar que es prioritario culminar el proceso de la Reforma Política de 2011 y la expedición de los ordenamientos secundarios que le confieran efectividad plena.

4. La bancada PRI-PVEM cometería un craso error de cálculo si entorpece las iniciativas que resulten de interés público, bajo el argumento de la oposición por sistema. Es más: doble error. Error por ética y error por competencia política, pues con la estrategia estaría tejiendo el mejor argumento para los aliancistas: ‘si las cosas no funcionaron fue por la irresponsabilidad de nuestros opositores’. Como si lo estuviera leyendo ya en las máquinas de las oficinas de prensa.

Por ingenuo que parezca, lo que más conviene a este grupo es que los temas transiten en el Congreso, en una dinámica local similar a la del Pacto por México, privilegiando espacios de diálogo que hagan pensar en la normalidad democrática. Normalidad que puede pasar también por abrir la puerta a una segunda alternancia en Oaxaca.

5. Será la Legislatura que le entregue un poder inusitado a los votos individuales de los partidos minoritarios como el PANAL, PUP, MC y eventualmente el PSD. Sus votos, para el pesar de las bancadas grandes, serán los que inclinen el fiel de la balanza en casi todas las votaciones del Congreso.

Para bien o para mal, ellos definirán un buen número de asuntos en la Legislatura.

En este punto, la atención y vigilancia de los ciudadanos deben estar en particular alerta, incluyendo la puesta en juego de todos los recursos disponibles para hacer que en cada caso y votación se rindan cuentas con transparencia de sus eventuales determinaciones y posicionamientos.

*Juan Pablo Vasconcelos, es Magister en Gestión Cultural por el Instituto José Ortega y Gasset.

 

direcciongeneral@eloriente.net

@El_Oriente

 

Foto: stevecadman, Algunos derechos reservados