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17 de mayo de 2013

El cine que enfrenta homofobia, lesbofobia y transfobia

 Por: Francisco Peña
En los años 20 el cine estadounidense llegó a una alta exposición de la sexualidad, por lo que varias organizaciones WASP (blancas, anglosajonas y protestantes) que dominaban la taquilla ejercieron presión hasta que Hollywood adoptó por voluntad propia el Código Hays: normas de autocensura que acotaban la sexualidad en las películas.
Antes del Código Hays: Bessie Love y Anita Page en Broadway Melody (1929), ganadora del Oscar a Mejor Película.
Antes del Código Hays: Bessie Love y Anita Page en Broadway Melody (1929), ganadora del Oscar a Mejor Película.
Después del Código Hays. Todo film debía obtener su certificado de aprobación antes de proyectarse.
Después del Código Hays. Todo film debía obtener su certificado de aprobación antes de proyectarse.
Gays y lesbianas –la persona trans “no existía”- fueron casi invisibles en pantalla. El “por qué” eran discriminados se debió a razones económicas y la moral predominante; la homofobia, lesbofobia y transfobia se manifestaban en el “cómo” se les presentaba. Pero las fobias no sólo se ejecutaron en las películas: Hollywood destruyó a varios artistas con vida sexual “impropia”, fuera en silencio o por escándalos.
Hasta los 60 se usaban formas muy indirectas de presentación de la homosexualidad. Se connotaba con tics de conducta, manejo alterado de la voz, vestuario y otros índices –¡como oir ópera!- que señalaban al personaje homosexual ante el público. Los estudios manejaron estos estereotipos con fuertes dosis de homofobia y lesbofobia: confinaron al gay o lesbiana en papeles débiles, ambientes negativos, su problemática como seres humanos estaba ausente o era distorsionada sin escrúpulos. La homofobia era más evidente en la comedia: hombres vestidos de mujer ridiculizados por el resto de los personajes, ideales para el «comic relief», pausa cómica para destrabar un argumento y dar “descanso al público”.
Peter Lorre en El Halcón Maltés (1941)
Peter Lorre en El Halcón Maltés (1941).
Tony Curtis y Jack Lemmon en Una Eva y dos Adanes - Some like it hot (1959).
Tony Curtis y Jack Lemmon en Una Eva y dos Adanes – Some like it hot (1959).
La homofobia, lesbofobia y/o transfobia se manifestaban por tres vías principales:
– El personaje gay, lesbiana o trans atormentado, castigado por su conducta sexual.
– El personaje gay, lesbiana o trans como objeto directo de burla social, practicada en la comedia.
– El artista homosexual, lesbiana o trans cuando se tocaban biografías de personajes reconocidos… reconocidos “a pesar de sí mismos”.
Hollywood también se inmiscuyó en la vida privada de algunas de sus estrellas gays y lesbianas. La injerencia fue por vigilancia, coerción y destrucción final. Esto generó un submundo oculto donde vivieron su vida sexual (Hollywood Babylon, libros de Kenneth Anger y otros autores).
Portada de un libro de la serie Hollywood Babylon.
Portada de un libro de la serie Hollywood Babylon.
Basta recordar a Rock Hudson. Cuando los ejecutivos se dieron cuenta de que su estrella era gay ya le habían invertido mucho dinero. Se vigiló al actor, se le obligó a un matrimonio publicitario para desmentir rumores y se le coaccionó para que ocultara la verdad aunque siguió trabajando. Pero hubo actores que al ser «descubiertos» jamás volvieron a filmar. La Lista Negra no sólo existió en lo político sino también lo sexual. Quienes sufrieron la lesbofobia guardaron una discreción más profunda. El caso de Sandy Dennis tiene el rasgo de que fue sistemáticamente ignorada: a pesar de ser una excelente actriz – Who’s afraid of Virginia Woolf (Nichols, 1966) y That cold day in the park (Altman, 1969)- no se le dejó ser estrella con base tan sólo en rumores de que era lesbiana.
Rock Hudson y su esposa Phyllis Gates se casaron en 1955.
Rock Hudson y su esposa Phyllis Gates se casaron en 1955.
Cartel del film That cold day in the park, con Sandy Dennis.
Cartel del film That cold day in the park, con Sandy Dennis.
En los 60 y 70 se manifestaron los movimientos sociales por derechos civiles. Hollywood descubrió que el mercado se había segmentado: tenía que atender a negros, hispanos, lesbianas, gays, chicanos y otras minorías que reclamaban un sitio respetuoso en el cine. El rompimiento inicial se dio en el ámbito del lesbianismo con The Killing of Sister George(Aldrich, 1968), con Beryl Reid y Suzannah York. La historia aún se mueve entre truculencias lesbofóbicas donde la lesbiana “masculina” es destruida y la “femenina” redimida, pero ya se narra una relación lésbica abierta.
Cartel original de la película, estrenada en 1968.
Cartel original de la película, estrenada en 1968.
Algunos productores -con valentía- decidieron abordar la homosexualidad con verosimilitud. El camino culminó con Filadelfia (Demme, 1993). Se presentan situaciones homofóbicas en los procesos legales e, incluso, el abogado actuado por Denzel Washington arranca con actitudes homofóbicas y contra personas que viven con VIH hasta cambiar de raíz al conocer a fondo al personaje entrañable de Tom Hanks. El hecho de que barriera con los Oscares, como Mejor Película y Mejor Actor, indicó que el clima social y el de la industria había cambiado. Los 90 ya no eran los 50.
Cartel del film Filadelfia, con los rostros de los actores Tom Hanks y Denzel Washington.
Cartel del film Filadelfia, con los rostros de los actores Tom Hanks y Denzel Washington.
La corriente realista y respetuosa siguió con cintas como Boys don’t cry / Los muchachos no lloran, de Kimberly Peirce, que toca con fuerza y honestidad el lesbianismo y el crimen de odio por lesbofobia. Otro caso donde se plasma lo peor de la homofobia que culmina en crimen de odio es la extraordinaria Milk (Gus van Sant, 2008) con Sean Penn.
Cartel del film Milk, con el actor Sean Penn en la zona principal.
Cartel del film Milk, con el actor Sean Penn en la zona principal.
En el caso de la transfobia, el cine estadounidense sigue los pasos de Mi vida en rosa(Francia, Alain Berliner, 1997), donde la familia de un niño trans que quiere ser niña y se conduce como tal, sufre la transfobia social cuando el padre pierde el empleo y deja atrás su transfobia personal, o la madre que lo alienta al principio y cae en momentos en transfobia personal. Sin tanta complejidad Transamérica (Tucker, 2005, ¡ocho años después!) abre la puerta fílmica a las personas transgénero en el cine de EU aunque conserva cierta transfobia: el personaje aún lo actúa –muy bien- una mujer (Felicity Huffman) y no un actor transgénero.
Cartel de la película Transamérica.
Cartel de la película Transamérica.
En el caso de la vida privada de directoras y directores se multiplican las declaraciones públicas de diversidad sexual. Gus van Sant, Lisa Cholodenko y la canadiense Patricia Rozema (Al caer de la noche, 1995) son ejemplos claros. Han abordado estos temas sin tabús, con una poética que muestra la existencia del amor entre personas del mismo sexo tan conflictivo o romántico como el de cualquier ser humano. Claro, plasman los rasgos de la homofobia, lesbofobia y transfobia sociales en pantalla de forma crítica con argumentos en contra.
La directora de cine Patricia Rozema, de nacionalidad canadiense.
La directora de cine Patricia Rozema, de nacionalidad canadiense.
La mayoría de los actores y actrices aún guarda silencio porque teme el desprestigio y la caída de la taquilla, pero se multiplican las declaraciones públicas. Hay que recordar a Ellen Degeneres, que ha pasado desde el escándalo de su frustrada relación con Anne Heche a impulsar el matrimonio igualitario luego de su relación estable con Portia de Rossi. El caso de Jodie Foster es representativo del largo camino que una persona tiene que recorrer en Hollywood para hacer pública su diversidad sexual y no enfrentar la destrucción de su carrera.
Ellen DeGeneres (izquierda) y Portia de Rossi (derecha) en la ceremonia de su matrimonio en 2008.
Ellen DeGeneres (izquierda) y Portia de Rossi (derecha) en la ceremonia de su matrimonio en 2008.
La flexibilización de la industria cinematográfica, no sólo en Hollywood sino en todo el mundo, es un fenómeno reciente por el cual se tiene que luchar a diario. Tanto la comunidad LGBTTTI como la liberal heterosexual deben apoyar cintas que plantean que la discriminación por homofobia, lesbofobia y transfobia, aún hoy, va más allá de la negación de derechos consagrados en la legislación de cualquier país. La discriminación por estas fobias desborda las leyes desde su comienzo hasta su final; inicia con burlas, palabras denigrantes que pueden culminar trágicamente en crímenes de odio, actos radicales de una discriminación que le niega a la persona el derecho a la vida… el más esencial de todos.
Información: CONAPRED