Imagen: @partidoverdemex

Indicio Esmeralda, por Jarumy Esmeralda Méndez Reyes

(www.eloriente.net, México, a 5 de noviembre de 2017).- Construir liderazgos bajo principios y reglas democráticos es el reto que enfrentamos los mexicanos. La política vino a desvirtuar el liderazgo al obviar una máxima: “se hereda el poder político pero no el liderazgo”. Ahí radica la crisis del sistema de partidos, tenemos Presidentes de partidos políticos pero no líderes partidistas, hay poder pero no liderazgo partidista.

Salvo icónicas excepciones en México, como fundadores e ideólogos de partidos que en el pasado dieron sentido a sus instituciones, hoy los partidos políticos han hecho de su atributo esencial, el acceso de los ciudadanos al ejerció del poder público, un desfile de poderes fácticos principalmente del poder económico alejándolos de las causas sociales. Los partidos están lejos de formar cuadros de liderazgos que nos permitan salir de la crisis partidista en que vivimos.

Hay tres requisitos que hacen falta a nuestros políticos y que consolidan a los liderazgos sociales y políticos: la búsqueda del bien común, responder a las circunstancias del momento y gozar de credibilidad, lo que implica llevar una vida honorable y transparente.

La búsqueda del bien común necesita de procesos de discusión de ideas y de proyectos sobre lo que el pueblo quiere, lo que necesita y lo que se puede lograr. En México, el bien común está fragmentado en múltiples visiones: debemos considerar por lo menos, 11 partidos políticos, los independientes y los apolíticos, más de dos siglos de que se fundó la nación y seguimos sin ponernos de acuerdo.

Las circunstancias del momento exigen mayor consenso, transparencia y canales de participación. Los ciudadanos quieren alejarse, cerrar los oídos y la mente a políticos acartonados, con frases comunes y con vidas ostentosas e inaccesibles fuera de tiempos electorales, quieren políticos frescos que no representen un sistema autoritario, vertical y burocrático, es decir, relacionarse con los políticos como lo hacen con sus amigos y compañeros de trabajo, sin barreras y sin tapujos. Cuestionarles sus decisiones y sus soluciones. Es una nueva dinámica de interacción que la era de las redes sociales ha modificado en nuestras vidas; la forma de relacionarse con nuestros padres, maestros y demás figuras de autoridad se han democratizado con el uso de las nuevas tecnologías.



Ni búsqueda del bien común, ni capacidad para entender las circunstancias del momento, ni mucho menos credibilidad observamos de cara a la próxima elección.
2018, año electoral, está a la vuelta de la esquina y lo que augura para nuestro país no es alentador, más bien una guerra de imposiciones.

Los partidos políticos han iniciado sus estrategias como aquél que aprende a sumar y hace cuentas con los dedos de las manos, unos para saber si les da alcanzar la silla presidencial y otros para mantener su registro. Pero las cuentas no salen, el escepticismo crece y los tiempos se acortan. Comienzan las conspiraciones: alianzas, divisiones, todo lo que permita debilitar al enemigo y fortalecerse a sí mismos. Es la Ley de la jungla…es política oímos en las calles.

Morena comenzó hace tiempo una campaña de “purificación”, a la que sumó a personajes sombríos pero arrepentidos que ahora son la esperanza de México. Andrés Manuel los ha exhibido como cráneos a las afueras de su templo como señal de muerte y resurrección, ninguno sin lograr ser ungido para ser candidato a algo por Morena. Y se ha deslindado como Pilatos de los personajes de Morena acusados de corrupción. A Morena le sigue de cerca el sello de la “hipocresía”, todos estos actos que merman su credibilidad y confianza.

El PAN, PRD y MC decidieron unirse en un Frente Democrático Ciudadano por México, la izquierda y la derecha juntos, siguiendo el artilugio de que la unión hace la fuerza. Pero este frente solo evidenció la búsqueda del poder por el poder alejado abismalmente de la búsqueda del bien común. Ni democrático ni ciudadano. Cerró los candados de una cúpula conformada por Barrales, Anaya y Delgado que nunca preguntaron a sus militantes sobre la conformación del frente.

En el caso particular de Acción Nacional, la llegada de Ricardo Anaya a su dirigencia mostró las debilidades del sistema de partidos para hacer que el partido ostentado como el más democrático se dibujara al interior como vertical y unilateral, acallando las voces de sus militantes hasta desmembrarlo, por un lado con la salida de Margarita Zavala y por el otro, con la rispidez ante Rafael Moreno Valle, presidente de la Comisión Política de ese partido quien ha evidenciado la falta de espacio y procesos transparentes para participar en la mesa de las decisiones. La falta de inclusión y consenso es la distinción de este frente que demuestra anticipadamente su forma autoritaria y la ausencia de ingobernabilidad en el remoto caso de llegar a gobernar.

El Partido Revolucionario Institucional trabaja su mejor carta, mostrar orden y disciplina al interior lo que le asegura que al exterior nadie le cuestione sus decisiones. Es, en la actualidad, más institucional que revolucionario. Más que trabajo en casa su estrategia es hacer trabajo en casa ajena, pues salir por el voto ciudadano suena más que complicado ante un sexenio en el que pesaron más los desaciertos del Presidente para conducirse en público que las acciones de gobierno. Es el más cercano a su militancia, pero el más alejado de la ciudadanía.

En el Partido Verde ha visto esta realidad y entiende las circunstancias del momento: “Los líderes no se imponen, se eligen”, por eso, antes de contender para la Presidencia, ha decidido responder a las demandas ciudadanas comenzando en casa y abrir por primera vez en la historia partidista, un proceso democrático para elegir al líder de partido. Entender la importancia de elegir a un líder partidista, es entender la importancia de la vida democrática en México.

Pero aún más importante, el Partido Verde ha entendido que la esencia democrática está en los métodos, no en el qué sino en el cómo, porque es ahí dónde se respetan principios como la pluralidad, el diálogo, el consenso, el respeto, todos principios democráticos.

Han comenzado así, una serie de debates entre los candidatos registrados: Beatriz Manrique, Carlos Puente y Arturo Álvarez Angli que ha permitido una interacción abierta y frontal con los ciudadanos abriendo un espacio a través de las redes sociales para que puedan expresar sus cuestionamientos y comentarios sobre los principales retos y propuestas que tiene el partido. Finalmente, será a través de encuesta abierta a la ciudadanía como se elegirá al líder del Partido Verde.

La crisis de los partidos obedece a una falta de capacidad de sus dirigentes para entender el presente, porque ese entendimiento implica un cambio de fondo y no solo de forma, el Verde está poniendo el ejemplo.

Subsecretaria de Normatividad Ecológica y Gestión Ambiental

@jarumymendez

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