Modelo de Comunicación Política

(www.eloriente.net, México, a 4 de febrero de 2018, por Jarumy Méndez).- La legislación mexicana en materia político-electoral se ha caracterizado por la constante existencia de vacíos legales que han hecho difícil el garantizar contiendas electorales equitativas y transparentes. México vivió a partir de 1997 un control mediático por parte de los medios de comunicación que hicieron concebir principalmente a las televisoras como el cuarto poder en el país.

Este control mediático tuvo notables consecuencias: excesivo financiamiento público de partido políticos, prolongación de las campañas electorales, falta de regulación de las pre-campañas, acceso indiscriminado de contratación de propaganda política en radio y televisión, excesiva difusión de propaganda gubernamental en televisión y una guerra de propaganda negativa en spots .

El creciente poder y enriquecimiento de las televisoras centró la atención en la necesidad de democratizar los medios de comunicación en México. Desde 1997, el año 2000, 2003 y 2006, el flujo de dinero del erario vía partidos políticos a las grandes compañías de los medios de comunicación no cesó de crecer. La respuesta por parte del estado mexicano fueron las reformas constitucionales de 2007 y 2014, en las que se contemplaron acotaciones y prohibiciones que buscaban establecer un nuevo modelo de comunicación política.


Los cambios sustanciales que contempló la reforma de 2007 se dieron a los artículos 41, 6 y 134 de la Constitución Política, en ella se erigió al entonces Instituto Federal Electoral como autoridad única para administrar los tiempos del Estado en radio y televisión, hizo una importante distinción entre las precampañas y las campañas electorales, se fijaron los tiempos que correspondían a los partidos políticos y se distribuyo en un 30/70 en términos de igualdad y de acuerdo a los resultados obtenidos en las elecciones a diputados federales de la elección anterior, respectivamente. Además, se adicionó al artículo 6 el derecho de réplica y en el 134 se estableció el uso de la publicidad gubernamental con fines institucionales e informativos.

Por su parte, en la reforma de 2014 los cambios no fueron sustanciales. La reforma se enfocó en reducir los topes de campaña, incorporar como causal de nulidad la compra y adquisición de cobertura informativa, incorporó en los tiempos asignados en radio y televisión a los candidatos independientes, fortaleció los horarios de mayor cobertura para el ejercicio del tiempo en radio y televisión y la prohibición a candidatos de calumniar o de expresiones que denigren a instituciones o partidos políticos. En síntesis, dos fueron las características centrales de las reformas, terminar con la compra de tiempo aire en radio y televisión y prohibir la transmisión de mensajes negativos. Sin embargo, a decir de Julio Juárez (2010) el problema del actual modelo de comunicación política reside en una concepción utilitarista y de corto plazo de la comunicación: “El argumento en el que descansa este modelo es que entre más comuniquen los partidos mayor será su oportunidad para influir en las decisiones del electorado”.

Así, la LEGIPE vino a coronar al spot de treinta segundos como el protagonista de la comunicación política. Esto motivó a su repetición indiscriminada en vez de un uso estratégico de los tiempos fiscales del Estado. Como demuestran los resultados arrojados por el estudio de Julio Juárez, desde las elecciones federales de 2009 los spots detonaron el desinterés en la ciudadanía, principalmente por los formatos que se siguen priorizando en los spots, por ejemplo en el 48% se utilizó como presentadores a actores o celebridades y en el 53 % se optó por un formato de producción talking head, que significa que el presentador habló directamente al televidente.

La mayor aportación de los spots partidistas, desde su primera utilización en la campaña presidencial de 1994, fue el posicionar la imagen de un candidato en particular e incluso la de su propio partido.

Este proceso electoral de 2018, que arrancó el pasado 8 de septiembre, producirá cerca de 55.6 millones de spots en radio y televisión para la promoción de los partidos políticos y difusión de las autoridades electorales.

Así, desde el 14 de diciembre inicio de las precampañas al 1º de julio del próximo año día de la jornada electoral , spots de 30 segundos se transmitirán en cada canal y estación de radio, repartidos en un horario de 6 de la mañana a 12 de la noche, lo que generará un total de 96 promocionales al día en cada medio de comunicación.

Con razón los ciudadanos rehuyen los tiempos electorales, saturar la mente de los ciudadanos con spots de todo tipo, algunos ingeniosos, pegajosos o muy mal elaborados alimenta la falta de credibilidad en los candidatos y sus institutos políticos. No permite un verdadero análisis de las problemáticas ni propuestas planteadas, en sí 30 segundos nos hace confirmar que no existe una verdadera diferencia en la oferta que escuchamos.

Por eso la democratización de los medios de comunicación, debe ahora ir enfocada en el fondo más que en el formato. Garantizar una verdadera interacción entre candidatos y ciudadanos que nos permita escuchar no solo el “qué”, sino también el “por qué” y más importante aún el “cómo”.

El modelo de comunicación política en México

queda mucho a deber a una generación Millenial que se mueve más en las redes sociales y que está acostumbrada a las relaciones de interacción no solo de recepción. Aquellos candidatos que aspiren captar la atención de este grupo de la población tendrán que ofrecer espacios de comunicación abierta, frontal y sin tantos formalismos. El debate y el diálogo sobre el futuro del país existe y se da a diario entre esta generación, los únicos que no participan y siguen apostándole dinero y esfuerzo a modelos arcaicos son los candidatos con sus spots.