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En la vida de todos los seres humanos siempre surgen momentos que nos dan lecciones que nos marcan, momentos que cambian la vida, que nos hacen verla desde otra perspectiva; es bien sabido por todos que en el desarrollo y crecimiento existen heridas, eventos, situaciones que por naturaleza dejan huellas que en ocasiones no se pueden borrar.

Es muy importante entender este proceso, pues socialmente estamos acostumbrados a mirar los ideales que se nos imponen como ser buenos hijos, buenos hermanos, buenos compañeros, buenos padres, buenos esposos y un largo etcétera, seguirlos sin cuestionarlos y en muchas ocasiones frustrarnos por no poderlos cumplir, esta perspectiva aprecia desde un panorama de mayor profundidad aquellas situaciones que vivimos cotidianamente y pasamos por inadvertidas, comunes o incluso invisibles, y que conllevan esta relación de ideal- conducta- frustración.

Mirar las primarias o secundarias es un ejemplo del esfuerzo que hacemos las personas por adaptarnos a un medio dinámico y cambiante, no es de extrañar encontrar en las escuelas diferentes casos de niños o jóvenes con problemas de conducta, que llaman la atención por su actuar, por su hacer, por su deseo de ser reconocidos, infortunadamente también se ve como el sistema educativo tiende a estigmatizar, señalar, sancionar y censurar estos casos, en lugar de comprenderlos o buscar una explicación de la razón de su actuar.

En realidad, este ejemplo es una analogía de la forma en que vivimos, pues es inherente a nuestro crecimiento expectativas de otros, es decir, a tal edad, debe pasar esto, seguido de esto y después aquello, como una secuencia predefinida. La crítica aquí se establece en que esta secuencia opera bajo la ilusión de la homogeneidad, es decir que todas partimos de la misma base, por lo tanto, todos debemos el mismo desarrollo, lógica que confirma la estigmatización y separación de aquellos individuos que no se acoplan a las expectativas sociales.

Esto pueden ayudar a entender dinámicas y problemas complejos como la depresión, la ansiedad, el estrés e incluso trastornos del estado de ánimo; lo más interesante es como las personas tendemos a introyectar estas expectativas de otros, y después interpretarlas, pues la salud gira en gran medida de la calidad de esta interpretación, me explico de mejor manera en un ejemplo:

Supongamos que en una familia nace un hijo varón que es un niño muy deseado por sus padres y muy bien recibido por su familia, durante los primeros cuatro años de su vida toda la atención está centrada en él, por lo que asume que es alguien muy especial en el mundo, digno y merecedor de toda la atención, cariño y amor. Sin embargo es en su cuarto año cuando llega al mundo su hermano menor y entre la pérdida del “trono” de la atención y los procesos psicológicos propios de su edad, este evento lo marca de una manera muy profunda, pero al estar en un ambiente de amor logra superar dichas crisis y adaptarse al mundo, incluso sus padres le explican de una manera que pueda entender que si bien hay una perdida, también hay una nueva relación que puede resultar benéfica para él, y ayudarle a sentirse mejor.

Hasta este punto todo suena bien, positivo, como un cuento con final feliz, ahora solo cambiemos una variable, imaginemos el mismo caso, sólo que en lugar de ser el centro de atención, el protagonista casi no tenía contacto con sus padres pues estaban en constante actividad laboral, pero al momento de nacer su hermano, sus padres se enfocan en él; entonces ¿Qué pasaría con el desarrollo de nuestro protagonista?

El punto central a entender aquí, es que no todos tenemos los mismos cimientos y recursos en nuestra historia personal, por lo tanto, los ideales sociales que se nos imponen deberían ser replanteados por conceptos más cercanos a nuestra realidad, en lugar de obedecer la expectativa de otros, para lograr esto podemos empezar por la reflexión y la postura crítica que nos lleven a re entender nuestro desarrollo y bienestar.

En este sentido, el Dr. Daniel Goleman está planteando cuestiones interesantes respecto al modelo educativo pues explica que dicho modelo está enfocado en premiar el logro que raya la línea de la perfección, no dando cabida a la presencia de errores en el curso del aprendizaje, por lo tanto cuando el error aparece –que es inevitable- surge en el sujeto niveles importantes de estrés, el cual si se mantiene genera un desgaste que deteriora el bienestar y la salud del individuo; en consecuencia, plantea enfatizar y premiar el error, como un camino de aprendizaje y gestionar una generación más comprensiva y equilibrada consigo misma y con los demás.