Fuente: Museo Nacional de Historia




 
El 21 de agosto se cumplirá el 177 aniversario del fallecimiento de una de las más fervientes impulsoras de la lucha por la Independencia de México: Leona Vicario, poeta considerada la primera periodista en México.

En el marco del bicentenario de la Independencia, el Congreso de la Unión le concedió el título honorífico de Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria.

Leona Vicario, mujer bella, adinerada y de amplia educación para su tiempo, fue una de las primeras personas que conspiró en la lucha de México por la Independencia, junto con su esposo, el abogado Andrés Quintana Roo.

Por su decisiva y fundamental participación en el movimiento, por el cual se expuso a multitud de riesgos y penurias, se le llamó la mujer fuerte de la Independencia.

En los últimos momentos de la guerra de independencia, en julio de 1820 se celebró en Toluca, Estado de México, un acto de juramento a la Constitución de Cádiz, la primera Carta magna vigente en México como país independiente. Este acontecimiento llevó a Leona a escribir La libertad y la tiranía.



«La libertad y la tiranía» de Leona Vicario

Llega, y la diosa a tan feroz aspecto

Un vivo grito en su sorpresa lanza,

Sin que para increpar a su enemigo

Le faltasen enérgicas palabras.

 

¿Cómo –le dice- a profanar se atreven,

Sangrienta Tiranía, tus pisadas

La mansión venturosa que Pelayo

A mis cultos devoto consagrara?

 

¿Más víctimas buscando acaso vienes

En estas soledades apartadas,

Porque en los pueblos donde impío domina

Tu insaciable furor ya no las halla?

 

¿Qué designio fatal, como son todos

Los que en tu negro espíritu se fraguan,

Te ha traído a perturbar la paz serena

De aquesta fragosísima morada?

 

Allá donde tus leyes sanguinosas

Son vilmente de esclavos acatadas,

Dirigir puedes el violento paso

Que ya mucho a mis ansias lo retardas

 

¡Cuán vanamente – el monstruo le replica-

Aquí de mi furor salvarte aguardas!

¿Qué sirve mi poder si tú rendida

La cerviz no doblegas a mis plantas?

 

Mientras respires el vital aliento

En falaz apariencia abandonada.

Mientras de tus doctrinas lisonjeras

Hasta el último alumno no se acaba.

 

Vacila el trono en que terrible impero,

El público deseo se propaga

Con que España inconstante en sus ideas

Por mi exterminio fervorosa clama.

 

Si logro, pues, que con tu muerte queden

Sus dulces ilusiones disipadas,

No temeré la ruina que inminente

A mi poder envejecido amaga.

 

¿Cómo, cruel enemiga de los hombres,

-Tímida la deidad así le hablaba-

Cómo…Iba a seguir cuando sus quejas

Interrumpió la novelera fama.

 

Vino del aura leve conducida

Desde la isla de Bética ensalzada,

Más por ser de las cortes cuna ilustre

Que por todas sus célebres batallas.

 

Al ver la Libertad, llegar la nuncia

De heroicos hechos, de ínclitas hazañas,

A escuchar  las mayores, más gloriosas

Su enajenado espíritu prepara.

 

Suspende ya- le dije –de tu llanto

El abundante riego, diosa amada,

La España te dispone en su alegría

Regias coronas, vencedoras palmas.

 

Atónita la reina bienhechora

Escuchó la dulcísima embajada,

Su píleo y su vindicta al punto toma

Y de Mantua a su alcázar se adelanta.

 

Desaparece la oscura Tiranía,

Incierta y triste por los aires vaga,

Hasta que a las regiones del oriente,

Su antiguo asilo, el torpe paso avanza.

 

El ancho océano su ámbito espacioso,

En justo obsequio de la nueva grata

Reduce a breve trecho, y facilita

Estorbos que pudiera hallar la fama.

 

Viene pues, por el México anunciando

Que ya la Libertad reina en España,

Cuyo duro dominio o Tiranía

Cambiará presto en amistosa alianza.

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