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Tradicionalmente los estereotipos otorgan el papel de trabajo y proveedor al hombre, pues antes en el recaía la responsabilidad de brindar a la familia seguridad económica, sustento y alimento, sin embargo, los tiempos cambian y con ellos los paradigmas, ideas y conceptos.

En la actualidad, se vuelve cada vez más difícil darle esta posición central al varón pues día a día se puede observar más mujeres ocupando cargos importantes, posiciones clave dentro de una organización o haciéndose cargo por ellas mismas del cuidado y sustento de una familia, este fenómeno es muy interesante pues para existir como actualmente se percibe, han sido necesarios una serie de etapas y “sacudidas” al sistema.

Poco a poco de manera gradual, las mujeres han mostrado sus habilidades para desarrollar con éxito trabajos que antes eran exclusivos de los hombres, tales como cargos de liderazgo a nivel empresarial o político, y llama la atención como a través de estos ejemplos se rompen paradigmas tradicionales respecto a la mujer, como el caso de ser muy emocionales o tener un pensamiento que divaga en muchas cosas para tomar una decisión.



Sin embargo, no todo es color de rosa, porque independientemente de los logros hasta el momento alcanzados existe aún la sombra y práctica de los países latinos: el machismo. El cual es un tema complejo que en realidad es multifactorial, pero para los fines de este escrito se tomaran en cuenta dos variables, primero, la forma en que las mismas mujeres gestan el machismo y segundo cuales pueden ser las opciones de las mujeres frente al mismo y como aterrizarlo al campo laboral.

En el caso del primer punto, es inevitable pensar que los hombres tienen gran influencia en la propagación del machismo y es verdad, lo curioso es observar como es la relación entre mujeres en este punto, pues recordando que el machismo es la negación de la mujer como sujeto. Para tener mayor claridad he aquí un ejemplo: hace varios años una amiga me decía que estaba inconforme y enojada por cosas que pasaban en su casa, pues al ser la única mujer entre sus demás hermanos su madre constantemente le pedía que atendiera y velara por sus necesidades de alimentación y vestido, es decir, ella “como mujer” –según palabras de su madre- debía de hacerse cargo de servir la comida a sus hermanos y estar encargada de que tuvieran ropa limpia y planchada, escenario que obviamente le molestaba y que incluso protestaba diciendo “¿por qué tengo que hacerlo yo si ellos también pueden?” a lo que su madre contestaba “porque eres mujer”.

Aquí lo interesante es como ese paradigma es transmitido de madre a hija sin un cuestionamiento previo de la madre, sino como un mandato que se debe pasar de generación en generación, afortunadamente dicho ciclo se rompe en el momento que una generación nueva cuestiona aquello que se le ha transmitido a fin de transformarlo y adaptarlo a tiempos actuales.

En el caso del trabajo, las relaciones entre mujeres también tienen particularidades pues es difícil encontrar que la existencia de unidad entre féminas en sectores laborales dado que existen diferencias entre personalidades y segmentación en grupos por afinidad, incluso formas de comunicación informal que dañen a alguna compañera en específico. En palabras sencillas las relaciones entre mujeres tienen matices de competencia, egocentrismo y rasgos infantiles que cuando se trasladan al trabajo pueden generar dificultades en la comunicación y el clima laboral, es decir, la mujer gestiona una relación “difícil” para con sus compañeras, evidentemente esto no se trata de una generalización sino de algo que pasa al interior de las organizaciones.

Respecto al segundo punto, la forma en que las mujeres pueden desafiar y superar al machismo tiene que ver con replantear y construir alternativas fundamentadas, no que solamente se basen en descontentos y enojos -que son una fase necesaria pero no la única- , se trata más bien de construir un paradigma donde las relaciones entre mujeres permitan unidad, solidaridad y comprensión del apoyo que se necesita en una sociedad machista, con la finalidad de crear nuevos modelos de educación que permitan no solo romper los paradigmas actuales sino presentar bases para que las nuevas generaciones puedan hacer un mundo distinto, donde la unidad sea más importante que el egocentrismo y exista mayor empatía.

En el momento que esto se logre la misma experiencia laboral será otra, y permitirá mayores niveles de bienestar y plenitud a las mujeres que trabajan.