El mayor auge del conocimiento lo encontramos en Grecia con los primeros filósofos. La ciencia era la episteme (ἐπιστήμη) griega que luego se tradujo como scientiam que es asimilable a conocimiento. El mundo clásico de Grecia, fue un momento privilegiado para la evolución del pensamiento. Los filósofos griegos, amantes de la verdad, hombres universales que se preguntaron por el cosmos y la naturaleza, dedicaban su tiempo a pensar en la realidad. Aunque los primeros indicios del conocimiento científico no surgen en Grecia, el historiador de la ciencia Desiderio Papp Pollack plantea que las primeras tentativas para enfrentar con los recursos del espíritu humano, los embates de la naturaleza hostil, pueden vislumbrarse desde la prehistoria con las herramientas y la técnica que lleva un saber implícito, y ese saber, es transmitido por la imitación, los hábitos y la comunicación. Con los hombres de Mesopotamia y Egipto el conocimiento se organiza, y da paso a diversas especializaciones como la agricultura, la ganadería, las matemáticas, los primeros procedimientos quirúrgicos, la observación de la esfera celeste y se han encontrado algunas dataciones cronológicas de la escritura en Harappa, India hace 3500 a.C., muchos descubrimientos importantes como el uso de herramientas y la manipulación del fuego, se encuentran en estas etapas de la humanidad, mucho antes del milagro griego, de la racionalización del universo.

Los conceptos fundamentales que abren la puerta al conocimiento de la naturaleza, se dieron a conocer a partir de las culturas humanas más simples. Los hombres de la prehistoria descubren la ganadería y la agricultura que son resultado de la acción y saber implícito en la técnica. El filósofo alemán Martín Heidegger consideraba que el modo del conocer primario es el uso, pues, no es que tengamos algo así como un saber previo de las cosas del mundo, sólo somos capaces de ese descubrimiento en el trato práctico cotidiano, accedemos a un conocimiento cada vez más complejo por el trato activo con las cosas. Este “saber cómo…” es la base del pensamiento. Cuando la habilidad se hace consciente, entonces se hace conocimiento y gracias a ello es posible enfrentar las fuerzas de la naturaleza y de la vida práctica. Es así como la práctica posee su propio modo de conocimiento. Toda actividad de vida implica acción y pensamiento, el uso de herramientas lleva un saber implícito que puede ser dado por imitación sin que el sujeto sea necesariamente consciente, sin embargo, a pesar de ese desconocimiento teórico su acción es congruente con la realidad que se le presenta. Esta congruencia podemos llamarla intuitiva, se da en el hábito, la interacción con el medio y como rasgo “instintivo” de la conduta humana

Aunque, asegurar la conservación de la especie y tener una cultura no es algo exclusivo de los seres humanos, es conocida esta característica en otros seres vivos que buscan medios para su supervivencia y heredan hábitos a las siguientes generaciones. Sin embargo, es el hombre quien se apropia de la realidad y la conceptualiza, con una grandiosa capacidad de pensarse a sí mismo, cuestionar y modificar la realidad que se le presenta. La abrumadora fuerza de la curiosidad que el ser humano experimenta es en su definición más simple y pura: “el deseo de conocer”.

La palabra filosofía significa amor a la sabiduría o amor por el saber. Para los griegos era ésta la forma en que se nombraba el interés apasionado que los hombres debían sentir por el saber, pero no se trataba de saber muchas cosas, sino del poder que tiene el ser humano de preguntarse acerca de la realidad, por medio del pensamiento. La especie humana es un maravilloso azar de la naturaleza, somos seres complejos y afortunados. Detrás de nosotros en la historia de la humanidad hay hombres y mujeres que han hecho grandes descubrimientos, dejando a su paso una herencia de saberes prácticos y reflexivos.

Los nuevos retos para la educación y la profesión docente los ha puesto la llamada era de la información, desde que se borraron las barreras del conocimiento y todos podemos presumir de la erudición de datos conocidos, recitando las últimas noticias relacionadas con la investigación científica, la política, la economía, la salud y demás temas de interés público, es fácil confundir la acumulación de datos con el saber. La educación se enfrenta a un nuevo reto y muchos maestros son rebasados por la tecnología al alcance de los estudiantes, esto obviamente en las ciudades y poblados más favorecidos, porque dónde la marginación prevalece sólo podemos concebir un nuevo modo de exclusión. Sumando a lo anterior hay que considerar los problemas que aquejan a las comunidades, problemas por encima de aprender a leer o escribir.

Además, la pobreza, la violencia y la forma de hacer política de nuestros políticos están creando niveles de marginación extraordinarios. La educación en manos del poder político olvidÓ la tarea más importante; preservar la vida y la cultura. Dejó de ser una herencia al servicio de las capacidades humanas para volverse una carga o un modo de ejercer poder sobre el que algo ignora. Hoy son más importantes objetivos económicos controlados por los países desarrollados que la dignidad de los individuos que se forman en nuestras sociedades.

Si deseamos soluciones originales, pertinentes y consecuentes, lo primero que hay que propiciar son espacios para las humanidades emergentes que devienen de los cambios vertiginosos del siglo XXI. Es urgente realizar profundas transformaciones en los sistemas educativos para que las nuevas generaciones se preparen adecuadamente para participar en los mecanismos de generación, aplicación y explotación racional del conocimiento (Olive, L. 20006)

La alfabetización de la cultura científica y tecnológica en las escuelas no debe entenderse como adoctrinamiento, sino como el entrenamiento de los miembros de las diversas comunidades que les permita comprender el potencial de la ciencia y la tecnología para la resolución de ciertos problemas, pero sobre todo debe ser una apropiación de los pasos, de los procesos, que permita la creación de nuevas prácticas de producción de conocimiento. Tales prácticas no existen en abstracto no pueden conformarse de acuerdo con un único modelo, deben considerarse los rasgos físicos y culturales de cada contexto para hacer de la formación de los estudiantes un ejercicio plural y respetuoso de la diversidad, hacer notar que la diversidad de pensamientos en pugna es lo que enriquece el proceso educativo por lo tanto deben converger distintas perspectivas y no homogeneizar al educando depositando saberes desde una visión unívoca.

La perspectiva de la ciencia no es más que una de las diversas componentes del saber disponible, y se trata de un sector cultural extenso, complejo y recientemente desarrollado, en relación a otros, y por ello aún escasamente asimilado e integrado en el conocimiento compartido de la población. (Gil, D. & Vilches, A. (2004)

El movimiento constante de la racionalidad científica y la artificialidad tecnológica entreveran complejizando la forma de ver y conocer el mundo. Es también el desplazamiento de una visión a otra, de la confrontación de sistemas de conocimiento, prácticas y valores. Las sociedades occidentales en general, y la sociedad mexicana en particular, transitan un proceso aletargado de progreso, un ideal de éste a partir del uso de la tecnología y el saber científico al servicio de hombres y mujeres. El sistema escolar es reflejo de las necesidades creadas por la industria y el sistema económico, por lo tanto, los seres que se forman en las instituciones educativas se vuelven piezas para enfrentar los embates de la competitividad global del mercado.

Uno de los problemas graves para el contexto mexicano ha sido la paulatina eliminación de formas de pensamiento y prácticas sociales diferentes a las del orden civilizador. Considerar como objetivo la eliminación de otras formas de pensamiento acientíficas, no ha sido la intención, nunca fue prioridad acabarlas, el problema fue no considerar los resultados del adoctrinamiento, de la nula participación colaborativa en la toma de decisiones. Lo pervirtió toda la imposición, el control, la legitimación de nuevos saberes como inamovibles. Dichos saberes depositados y adopatados, agotaron la tarea de pensar, de reflexionar, de estructurar respuestas a preguntas fundamentales como la existencia de dios, el origen de la vida, la finitud, dichas respuestas las tiene la ciencia, que hasta el momento ha mostrado ser más eficaz en la resolución de otros enigmas que nos parecían indescifrables. Sin embargo, no es una especialización de saberes lo que interesa, sino las profundas transformaciones en los sistemas educativos para que las nuevas generaciones se preparen adecuadamente para participar en los mecanismos de generación, aplicación y explotación racional del conocimiento y la perspectiva de la ciencia no es más que una de las diversas componentes del saber disponible, y se trata de un sector cultural extenso, complejo y recientemente desarrollado, en relación a otros, y por ello aún escasamente asimilado e integrado en el conocimiento compartido de la población. (Gil, D. & Vilches, A. (2004)