“Lady in a garden” Monet, 1867

Dicen que la falta de comprensión puede traducirse en soledad. Que es necesaria para que podamos apreciar la correspondencia. De tal modo que la abrazo para recibirte.

Grietas en el pavimento, grietas en mi; la vida persiste y brota. Tú sucediste entre las fronteras de un núcleo desgastado. Un milagro necesario para cuando la vida está ofreciendo muy poco.

Lenguajes afines me sostuvieron para conocerte. De la herida recordé que lo discriminado, peculiar y lo nombrado locura, también merece cariño. Como el que siente un niño al recibir un dulce después de asistir a la escuela.



“Las cosas que no dices te roban la voz, las cosas que no miras te ciegan”. Tantos (no) evolucionaron en poemas, canciones y en entierros. Esa negativa de los últimos meses que me apuntaban en un psiquiátrico, hoy muere.

Tu ser dice que nunca es demasiado tarde para llegar a tiempo. Que el amor es un agujero negro y que los electrodomésticos ayudan a desacelerar la vida. Cuánta alegría y gratitud se vislumbra cuando entre dos se comparte la posibilidad, el sol que no quema, la esperanza y deseo que todo mueve.

De la vida puede surgir una grieta, ya que somos creyentes en la posibilidad, hay que tenerlo presente; todo retorna. La espiral está inscrita en nuestro ADN. Sin embargo, sospecho que lo haremos genial.

La gracia radica en mirarme, cómo me convierto en jardín poco a poco, y cómo se me sugiere el sentimiento por ti. Sin juicio, ni prejuicio, sólo brotando porque aún somos fértiles.